Por primera vez desde que asumió el cargo de presidente de Estados Unidos en enero de 2021, Joe Biden visita Asia con el fin de contener el auge de la República Popular de China en la región del Indopacífico. Esta mini gira le llevará a Corea del Sur y Japón, donde durante cuatro días buscará estrechar lazos con sus aliados en la zona, tanto en el apartado estratégico como en el económico, dos frentes en los que el gigante asiático se ha apuntado algunos de sus éxitos más recientes. Este viaje se produce una semana después de la cumbre que Biden ha mantenido en Washington con la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) en otro esfuerzo por dejar claro que la mirada de EE.UU. no sólo está puesta en Ucrania y Rusia. Asia es una prioridad y sobre la mesa hay varios asuntos trascendentales para la pugna de dos potencias antagónicas separadas por un hilo cada vez más corto.
La primera parada de Biden será en Seúl, donde le recibirá el recién elegido presidente, Yoon Seok-youl. El surcoreano tiene la difícil tarea de encontrar el equilibrio entre perpetuar su alianza militar con EE.UU. sin que eso afecte su dependencia en el comercio con China, su mayor socio comercial con más de una cuarta parte de las exportaciones del país (éstas aumentaron un 20 por ciento en 2021). La buena relación con sus vecinos es clave para seguir potenciando industrias como la del acero, la automovilística y la de los chips.
Al mismo tiempo, los estadounidenses son fundamentales para salvaguardar la integridad de la nación ante las amenazas de Corea del Norte, no en vano, casi 30.000 soldados estadounidenses están destinados en territorio surcoreano. Yoon, quien no tiene experiencia política previa a su elección, representa el sentir de otros máximos mandatarios de la región que dependen de China y EE.UU. y a quienes no les conviene una confrontación entre ambas potencias. Las puertas diplomáticas están abiertas de par en par para Biden y Xi Jinping (quien llamó a su homólogo surcoreano para felicitarlo por su victoria y que ha recibido una invitación para acudir a Corea del Sur), sin embargo la cordialidad podría tener fecha de caducidad.
Uno de los objetivos de la visita de Biden a Seúl y Tokyo es sumar adeptos para que se incorporen al Marco Económico Indo-Pacífico (IPEF), un organismo propuesto por EE.UU. que sentaría las bases para una cooperación comercial y de infraestructuras entre la nación norteamericana y Asia.
Según los analistas, esta propuesta que tiene previsto dar el pistoletazo de salida en la capital japonesa durante la segunda parada de la mini gira de Biden, tiene el objetivo de frenar la influencia económica de China en la región. IPEF es una alternativa al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica que abandonó en 2017 el anterior presidente, Donald Trump, y cuyos miembros -entre los que se encuentran Vietnam, Malasia, Australia, Nueva Zelanda, Singapur y Japón- han aceptado de buen agrado.
La nueva plataforma buscará negociar normas regionales comunes en el comercio digital y los flujos de datos, en las políticas laborales, en la reducción de las emisiones de carbono y en la gobernanza. El acuerdo, sin embargo, no reducirá los aranceles entre los miembros. Yoon participará en el lanzamiento de la iniciativa en Tokyo a través de una video conferencia. En el evento, Biden mostrará la ratificación de 52 senadores estadounidenses a la inclusión de Taiwán en el IPEF, un movimiento que China también observa con atención.
La percepción que tiene el Gobierno chino es que EE.UU. está buscando aislar a China con el lanzamiento del IPEF y el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, realizó una llamada a su homólogo surcoreano, Park Jin con el fin de recordarle cómo son las relaciones entre ambos países. “En la actualidad, los intereses fundamentales de China y Corea del Sur son seguir manteniendo la región abierta e inclusiva, protegerse de los riesgos de una nueva Guerra Fría y oponerse a la confrontación entre ambos bandos”, reza la transcripción de un comunicado publicado en la web del Ministerio de Exteriores chino. “Como dice el refrán coreano, ‘el camino de un caballero es su camino’.
China acoge con satisfacción la esperanza del presidente Yoon Seok-youl de que ambas partes abran una nueva era de relaciones entre Corea y China basada en el respeto mutuo y el espíritu de cooperación. Situados en un nuevo punto de partida, debemos tomar la dirección correcta e iniciar un nuevo período de 30 años de mayor desarrollo en las relaciones chino-coreanas”, afirmó.
Por el contrario, el tono que Wang mantuvo en una videoconferencia con el ministro de Exteriores japonés, Yoshimasa Hayashi, fue menos amistoso a escasos días de la visita de Biden.
“Wang Yi señaló que la parte japonesa acogerá próximamente una cumbre del ‘Mecanismo Cuadrilateral’ entre Estados Unidos, Japón, India y Australia. Lo que nos preocupa y nos mantiene alerta es que el llamado esfuerzo conjunto de Japón y EE.UU. para enfrentar a China se haya puesto en marcha antes de que el líder estadounidense haya hecho el viaje.
La cooperación bilateral entre Japón y EE.UU. no debe provocar la confrontación entre bandos, y mucho menos socavar los intereses de soberanía, seguridad y desarrollo de China. Espero que la parte japonesa aprenda de las lecciones de la historia, se centre en la paz y la estabilidad regionales, y sea prudente para no sacar las castañas del fuego a los demás ni tomar el camino equivocado de utilizar a los vecinos como mendigos”, manifestó Wang a Hayashi.
Una vez en Tokyo, Biden, además de presentar el IPEF, también formará parte de una reunión del QUAD, diálogo sobre seguridad estratégica en la región entre Australia, India, Japón y EE.UU. que se mantiene mediante conversaciones y ejercicios militares entre los países miembros. El presidente estadounidense y el primer ministro japonés, Fumio Kishida, se verán con el primer ministro de India, Narendra Modi. Australia celebra elecciones durante el fin de semana y aún no se ha confirmado la presencia o no de Scott Morrison.
El encuentro estará marcado por la negativa de India a condenar la invasión de Rusia -con quien tiene amplios lazos, especialmente en materia de defensa-, y la esperada postura de comprensión por parte de Biden, con el fin de salvaguardar su estrategia contra China, en la que India juega un papel primordial.
“Hace que las cosas sean un poco incómodas y pone en duda la utilidad de QUAD”, afirma a Time, Sean King, un exdiplomático estadounidense. “Tenemos esta agrupación que persigue valores compartidos... [de] democracia y derechos humanos. Y luego, en el tema más importante del día, su miembro más poblado no quiere adoptar una postura”.
Esa es la dinámica estratégica reinante no sólo en la región del Indopacífico, sino en otros puntos del mundo. El baile de países entre los bloques es común en el tablero geopolítico, donde los pactos económicos y los relativos a la seguridad se solapan e incluso se funden. Es fácil criticar el fortalecimiento nuclear de Corea del Norte y extremadamente complicado condenar los abusos contra los derechos humanos de China.
La gran potencia asiática expande sus tentáculos, en mayor o menor medida, hacia todas las economías de Asia y el grado de dependencia de la mayoría de los países es generalmente alto -o total-. Al mismo tiempo miran hacia Occidente, especialmente a EE.UU., para que les ampare conscientes del grado de imprevisibilidad de China en sus ansias expansionistas. Xi Jinping le ganó la carrera a Barack Obama, a Donald Trump y ahora está ganando a Biden. El presidente viaja a Asia para ofrecer a la región una alternativa económica que se aleje de China, un esfuerzo que desde la perspectiva de Pekín está condenada al fracaso.