China, un invierno después
Han pasado 12 meses desde que se detectaron los primeros casos de covid y el país se prepara para el frío confiado en que no habrá segunda ola
China ha detectado apenas unos cientos de casos en varios brotes aislados desde que controló la enfermedad en marzo
Pekín ha vuelto a endurecer sus restricciones hacia los que llegan del exterior, pero la normalidad es casi absoluta de fronteras para dentro
El gigantesco cartel publicitario de la marca Chanel que cuelga de uno de los edificios de la calle Chaoyang Lu de Pekín se ve menos estos días. Una capa gris de contaminación, más densa que en semanas anteriores, cubre la capital china y las provincias aledañas dándole un aire plomizo a la ciudad y difuminando los edificios de la zona financiera.
El domingo se encendieron las calefacciones de buena parte de la mitad norte del territorio chino, muchas de ellas alimentadas todavía a base de carbón, lo que indica que el país vuelve de nuevo al invierno. Este año, además, la puesta en marcha de los radiadores se junta con una industria pesada que busca acelerar para recuperarse del parón de comienzos de año y que ha llevado a Pekín a superar ya los umbrales permitidos de humo marcados para estos meses. Las mascarillas quirúrgicas que la mayoría de la población continúa llevando por la calle contra la covid dan una falsa sensación de protección frente al smog.
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Ha pasado un año desde que se detectó el primer caso del nuevo coronavirus en la ciudad de Wuhan y los cubrebocas, ya no obligatorios, son uno de los pocos signos que recuerdan en China que en otras partes del planeta hay una pandemia.
A excepción de ciertos grupos de población, como estudiantes universitarios o trabajadores de algunas empresas estatales, que tienen prohibido viajar fuera de sus ciudades desde hace meses, la población china vuelve a hacer una vida que se diferencia poco de la que tenía antes de 2020.
En muchos lugares se sigue pidiendo escanear un código QR de salud mediante una app gubernamental para poder acceder a centros comerciales o restaurantes, pero han quedado atrás las restricciones de aforo, los confinamientos y las tomas de temperatura en la entrada de los edificios. En los últimos días los chinos han prestado más atención a las ofertas de compras online por el 11/11, el día de los solteros, que a la covid-19, una bendición para una economía que, aunque es de las pocas que dan fuertes muestras de recuperación, todavía no va viento en popa y que busca redirigirse hacia el consumo interno ante un panorama internacional poco halagüeño.
86.300 contagios y 4634 muertes
Las autoridades chinas han recibido el frío con cautela ante el temor a que la bajada de temperaturas multiplique los casos, si bien el Gobierno confía en haber conseguido afinar en estos meses las medidas de detección temprana e impidir una segunda ola.
La sensación de seguridad entre la población es amplia y se apoya en el bajo número de infecciones de covid en la parte continental: 86.300 contagios y 4634 muertes desde el comienzo de la epidemia en una población de 1400 millones de personas.
En un sistema opaco como el chino es difícil contrastar las cifras oficiales. Las autoridades han cambiado en varias ocasiones los métodos de conteo, que en un principio solo incluían los casos más graves. Algunos expertos creen que la falta de test al comienzo, la escasa detección de casos asintomáticos y las muertes producidas fuera de los hospitales durante las primeras semanas de colapso en Hubei a comienzos de año podrían haber hecho que los números registrados sean menores de los reales. A pesar de ello, no hay pruebas, con los datos actuales, de que las cifras sean falsas o que difieran en gran medida de los márgenes de error de otros países.
La práctica totalidad de casos locales de covid en China se detectó antes de marzo, cuando se dio por controlada la epidemia en el país. A partir de entonces, ha habido varios rebrotes que han dejado unos pocos centenares de infectados. Uno de los más graves se dio en el mercado de alimentos al por mayor de Xinfadi, en Pekín, en junio.
Después de casi dos meses sin contagios durante el verano, en las últimas semanas se han registrado casos aislados en diversas partes del país, en concreto en las ciudades de Qingdao, Tianjin y Shanghái y en la región de Xinjiang. Las autoridades han realizado test masivos a millones de personas, en ocasiones a las poblaciones enteras de las ciudades afectadas, una medida que muchos expertos consideran poco efectiva.
Otro de los motivos de preocupación son los productos de alimentación congelados importados. En los últimos meses, más de diez provincias chinas han detectado paquetes con trazas de coronavirus procedentes de países como Noruega, Brasil o Alemania. Los últimos, cargamentos de carne y marisco procedentes de Francia y Arabia Saudí, respectivamente.
Entradas restringidas y viajeros ya vacunados
China ha recibido 3700 casos de terceros países en estos meses. Las autoridades realizan test y obligan a todos los que entran en su territorio a permanecer en una cuarentena que, dependiendo de la provincia, puede pasarse en un hotel o en casa.
Aunque el Gobierno chino quiere garantizar la mayor normalidad posible dentro de sus fronteras, entrar en el país no es sencillo si se es extranjero, ni siquiera con un visado válido. Las autoridades cerraron las fronteras a finales de marzo y solo han ido abriendo la mano de forma parcial a personas con ciertos permisos de viaje, aunque el turismo sigue vetado.
En la actualidad, se exige un test de ácido nucleico y otro de anticuerpos para entrar en el país. Tras la relajación de las medidas en septiembre, el acceso vuelve a estar restringido a ciudadanos de Reino Unido, Francia, Italia, Rusia o India, aunque de momento no a los españoles.
Los ciudadanos chinos que quieren salir del país tienen ya, en ciertos casos, opciones de ponerse vacunas contra la covid todavía en pruebas. China lleva desde julio inoculando la vacuna que desarrolla la empresa Sinopharm a miles de personas en sectores clave, como soldados, médicos o trabajadores de empresas con cargos en el extranjero.
En la provincia de Zhejiang, varias ciudades ofrecen vacunas de la compañía Sinovac, que se encuentran en la fase tres de los ensayos, a personas que tengan que viajar fuera de China. Las inyecciones cuestan alrededor de 200 yuanes (26 euros) y pueden reservarse a través de la aplicación de mensajería WeChat.
Un origen políticamente incierto
Las inusitadamente fuertes críticas que recibieron las autoridades chinas durante los primeros meses del año por parte de la población por su manejo de la epidemia, y que las altas esferas de Pekín redirigieron con éxito hacia cargos menores de la provincia de Hubei, parecen ya olvidadas. El control de la enfermedad en China y, especialmente, el descontrol en Occidente, han hecho que muchos ciudadanos chinos refuercen su confianza en la gestión de sus dirigentes.
Tras coquetear con la idea de que el coronavirus podría haber surgido fuera de China, especialmente después de las acusaciones recibidas por parte del presidente estadounidense, Donald Trump, la postura oficial de Pekín es que el origen del Sars-Cov-2 sigue siendo desconocido y que podría no encontrarse en el mercado de Huanan de Wuhan. En un principio se creyó que el virus había dado el salto de una especie animal al primer humano infectado en sus instalaciones por las precarias condiciones higiénicas y el comercio de animales salvajes, que el Gobierno chino se ha apresurado a poner en orden.
En lo que sí coincide la comunidad científica internacional es en el origen natural del virus y, más concretamente, que este procede del murciélago, aunque se desconoce la especie intermediaria entre dicho mamífero y el ser humano.
Sin embargo, Pekín no ve con buenos ojos una investigación internacional más allá por considerarla un ataque contra su soberanía y la fiabilidad de sus instituciones, y todavía no se ha llevado a cabo una exploración transparente e independiente de lo ocurrido. China ha acabado accediendo a un estudio conjunto con la OMS que, aunque ya está en marcha, podría tardar todavía años en dar resultados.
Por el momento, la agencia meteorológica china pronostica lluvia para los próximos días en el norte del país, lo que se espera que despeje la contaminación típica del invierno.