Al menos 135 personas han resultado heridas y 1.385 han sido detenidas, la gran mayoría en París, durante las protestas de este sábado del colectivo de los "chalecos amarillos", según ha informado la Policía. De estos detenidos, 974 han pasado a disposición judicial, según datos correspondientes a las 19.30 horas.
El balance global de la jornada según las autoridades es de 125.000 manifestantes, aunque el ministro del Interior, Christophe Castaner, ha asegurado que "la situación está bajo control". Castaner ha especificado que entre los heridos hay 118 manifestantes y 17 policías.
Junto a Castaner ha comparecido el primer ministro, Edouard Philippe, quien ha hecho un llamamiento al diálogo, aunque ha elogiado principalmente la labor de la Policía. "Hemos concebido un plan excepcional con un dispositivo centrado en la movilidad permanente de las fuerzas del orden", ha explicado.
Así, ha agradecido a todos los actores políticos y sindicales que han pedido calma durante la semana. "Ha llegado el momento del diálogo. Ha comenzado con debates en ambas cámaras del Parlamento y reuniones como la de Matignon, donde tuve la oportunidad de reunirme con una delegación de estos franceses. Debe continuar. La nación francesa debe cumplir. Ningún impuesto puede amenazar la unidad nacional", ha apostillado.
El epicentro de las protestas ha sido por cuarto sábado consecutivo la zona de los Campos Elíseos, donde manifestantes violentos han lanzado objetos a los agentes desplegados, que respondieron con gas lacrimógeno.
También ha habido disturbios en la tarde del sábado en la zona de Saint-Augustin, donde se ha incendiado un coche de alta gama y hay escaparates rotos. En Trocadéro hay al menos 14 furgones de antidisturbios y dos blindados en la avenida Paul Doumer, donde se han producido saqueos de comercios.
En la zona del Ayuntamiento se ha declarado un importante incendio y hay un coche incendiado a las puertas de la sede consistorial. La Policía mantiene un importante dispositivo de seguridad en el lugar.
También en Bruselas se han producido detenciones, unas 400, después de una manifestación que ha reunido a más de un millar de "chalecos amarillos" belgas. Algunos individuos han lanzado adoquines y otros objetos contra los policías desplegados en el barrio donde se encuentra la sede de las instituciones europeas, completamente cerrado a la circulación de vehículos y peatones.
En los disturbios han resultado heridos al menos tres periodistas. Dos fotógrafos de 'Le Parisien' fueron alcanzados en la zona de los Campos Elíseos por proyectiles tipo "flash-ball", pelotas de goma diseñadas para labores antidisturbios. Uno de ellos recibió un impacto en la nuca y otro en la rodilla, ha informado el propio periódico.
Una periodista de la agencia de noticias A2PRL ha publicado una fotografía de un hematoma provocado igualmente por este tipo de proyectil y denuncia que recibió el impacto "mientras tenía mi brazalete de prensa claramente visible".
El primer ministro francés, Edouard Philippe, ha expresado a través de Twitter su respaldo a la labor de la Policía. "Reconocimiento, admiración y apoyo a nuestra policía", ha señalado.
Las protestas de los 'chalecos amarillos' coincide además con la manifestación a favor de medidas efectivas para frenar el cambio climático, que ha reunido a entre 17.000 y 25.000 personas, según las fuentes. La marcha ha culminado en torno a las 16.00 horas en la plaza de la República y se ha disuelto sin mayores incidentes. Los discursos y conciertos previstos han sido suspendidos por la negativa de las autoridades a permitir la instalación de un escenario.
Unos 89.000 policías han sido desplegados en todo el país. De ellos, unos 8.000 han sido destinados a París para evitar que se repita el caos del sábado pasado, cuando varios alborotadores quemaron automóviles y robaron tiendas en el famoso bulevar de los Campos Elíseos, además de rayar el Arco del Triunfo con mensajes dirigidos al presidente Emmanuel Macron.
A través de las redes sociales, los manifestantes han descrito este fin de semana como el "Cuarto Acto" de un dramático reto a Macron y sus políticas.
Las protestas de los "chalecos amarillos", un movimiento llamado así por las chaquetas fluorescentes que los automovilistas franceses deben llevar en sus vehículos, comenzaron en noviembre debido a los problemas que produjo en los presupuestos de las familias un aumento del impuesto a los combustibles.
Desde entonces, las manifestaciones han crecido y se han convertido en una rebelión, a veces violenta, contra Macron. El movimiento ha sido difícil de manejar debido a que no tiene un líder formal.
Macron, cuya popularidad están en mínimos según sondeos, se ha visto obligado a dar marcha atrás y abandonar el impuesto a los combustibles.
A pesar de la decisión del Gobierno, los "chalecos amarillos" exigen más concesiones, incluida una rebaja de impuestos, alzas salariales, menores costos de la energía, mejores planes de jubilación e incluso la renuncia de Macron.
El sábado 8 de diciembre ha sido el cuarto de movilizaciones convocadas por los "chalecos amarillos" y casi ha alcanzado la cifra de 162 heridos que se contabilizaron el pasado fin de semana en los hospitales de París. El 17 de noviembre fueron 409 heridos y una muerta, frente a los 84 heridos del 24 de noviembre.
En cambio, la cifra de detenidos no ha hecho más que aumentar: de los 117 detenidos del 17 de noviembre se pasó a 307 detenidos el 24 de noviembre; 682 el 1 de diciembre y 1.385 el 8 de diciembre.
Por participación, el Gobierno reconoce 287.000 manifestantes en las calles el 17 de noviembre, 160.000 siete días después, 136.000 el 1 de diciembre y 125.000 este 8 de diciembre.