La casa de los pobres en el Vaticano

  • La Comunidad de San Egidio gestiona este edificio para acoger a personas sin hogar

  • Francisco ha hecho de estas actividades sociales una parte fundamental de su pontificado

Cae la noche en Roma y el trajín de los turistas desaparece. La Plaza de San Pedro, uno de esos lugares de obligado cumplimiento para la foto, ofrece su cara más espectral. La Iglesia vive de día. Por las noches, alrededor de la columnata de Bernini, los pobladores son decenas de personas sin hogar que pasan la noche al raso. La mayoría de ellos. Porque desde el pasado noviembre, un antiguo edificio nobiliario ubicado a pocos pasos de la basílica ofrece cobijo a algunos de los que más lo necesitan.

Fueron los voluntarios de la Comunidad de San Egidio, una asociación laica muy cercana al Vaticano, quienes acudieron a ayudar a Alessandro Mobili. "Estaba mal, solo, deprimido, y ahora me siento otra persona, como un rey", sostiene este hombre de 49 años. Tras quedarse en la calle, perdió también la custodia de sus dos hijos, que ahora vienen a visitarle.

"Vivir con otras personas que tienen mis mismos problemas, me da fuerza para seguir adelante. Aquí me han vuelto a tratar como una persona", señala. Algunos días, incluso le dejan cocinar, lo que para él es una pasión. No encuentra palabras para describir cómo es dormir, tras años a la intemperie, en un decorado inmueble del siglo XVIII ubicado en la que describe como la plaza "más bella de Roma".

Mobili pasa las noches en el edificio Migliori, que toma su nombre de la familia que lo mandó construir. En 1930 fue heredado por la Santa Sede y, tras alojar en los últimos tiempos a unas monjas, hacía dos años que había quedado deshabitado. La iniciativa para su reconversión partió del propio papa Francisco, que "quiso expresamente que ese sitio fuera una casa nobiliaria para los llamados nobles de la calle", comenta el director del edificio y miembro de San Egidio, Carlo Santoro.

Una casa reconvertida para 30 personas

Hubo entones que hacer reformas para dotar a las habitaciones de baños y duchas con el fin de acoger a los nuevos invitados. Actualmente hay hospedadas casi 30 personas, aunque el propósito es duplicar su capacidad cuando el frío húmedo castigue más a Roma. "Queríamos que fuera un poco como un hotel o una familia, de modo que una persona pobre que durante muchos años ha estado en la calle pudiera tener un lugar bonito, cómodo y cálido, también desde el punto de vista familiar", sostiene Santoro. En Roma viven unas 8.000 personas sin hogar, por lo que la ayuda sólo llega para unos pocos.

El responsable conoce personalmente a cada uno de quienes que pasan las noches en la Plaza de San Pedro. Comenzó a repartirles bocadillos junto a otros compañeros en la década de los noventa y, después de distintas experiencias tratando de alojarlos en casas, reconoce que el edificio Migliori es algo "único". "El papa se sorprendió al verlo y dijo: 'La belleza cura'". En su opinión, supone una invitación para que cualquiera pueda ayudar a los más necesitados, ya sea ofreciendo su casa, una habitación o una simple cama.

El palacete con vistas a la columnata sirve, en todo caso, de refugio temporal. La idea es, según Santoro, convertirlo en un "trampolín o un sitio temporal hacia una vida más normal". Intentan así que los pobres, que a menudo se ven sin trabajo, familia o asistencia sanitaria, dejen atrás la situación de marginalidad en la que se hallan, por mucho que se alargue el proceso.

La política social del papa

En busca de segundas oportunidades se encuentra Basile Nihasan, más conocido entre sus compañeros como "Silvano". Hace más de una década llegó a la capital italiana tras un largo periplo desde su Rumanía natal. Trabajó cómo y cuando pudo, pero acabó en la calle. Así ha pasado los últimos ocho años, hasta que los voluntarios le preguntaron si quería trasladarse al edificio Migliori.

Ahora ve desde la ventana de su cuarto las mismas columnas del pórtico en el que vivía a ras del suelo. "Esto es un hotel maravilloso -resalta-. Para alguien que duerma en la calle que le den la posibilidad de ducharse, tener una cama, lavarse y desayunar es un cambio de 360 grados". No será la solución definitiva, pero recuerda lo que le dijo el papa en una anterior visita al centro: "Tranquilo, que el momento llegará".

La figura de Francisco es como una especie de mito para los huéspedes de esta comunidad. Una foto con el pontífice o unas simples palabras dirigidas a ellos mismos son el orgullo de quienes pasan por aquí. El papa ha convertido estas actividades, comandadas por Konrad Krajewski, limosnero oficial del Vaticano y uno de sus cardenales de confianza, en uno de los aspectos fundamentales de la política social del pontificado. Y en este clima han surgido otras iniciativas como la iglesia de Roma en la que el padre Ángel ha copiado el modelo implantado en la parroquia de San Antón de Madrid.

Vuelta a casa

Tras pasar el día fuera, los pobres de la casa Migliori vuelven a la hora de la cena, a la que sigue un deseado descanso. "Todos sueñan con dormir con mantas calientes, las comidas se sirven como en familia, en mesas pequeñas, y siempre hay alguien de la comunidad para hablar sobre lo que ha pasado durante la jornada", relata uno de los voluntarios, Massimiliano Signifredi.

El boca a boca ha corrido rápidamente entre los "sin techo" acerca de ese centro de pasado ilustre, gestionado ahora por la Limosnería Apostólica y San Egidio. La directora del comedor, Lucia Luchini, intenta que la acogida sea como iniciar una relación. "Yo te explico quién soy yo y tú me dices quién eres tú", les dice a quienes se acercan. Y si están en situación de extrema necesidad, no hay dificultad que impida su entrada. Así es como se abren las puertas a los pobres en la "casa noble" del Vaticano.