Tensa calma en la capital marroquí a la espera de las que parecen inevitables noticias de ruptura entre Rabat y Madrid tras la salida en la noche de este martes en un avión medicalizado rumbo a Argelia del líder del Frente Polisario Brahim Ghali –pidió el alta voluntaria-, quien llevaba desde el 18 de abril hospitalizado en un centro médico de Logroño. El jefe de la organización independentista había declarado la misma mañana del martes por videoconferencia ante el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz, quien no le impuso ninguna medida. Este mismo miércoles ha podido vérsele conversar con el presidente argelino.
Durante toda la jornada ha corrido por las redes sociales el rumor de la inminente expulsión por parte de las autoridades marroquíes del embajador español en Rabat, Ricardo Díez-Hochleitner Rodríguez. El pasado 24 de abril, el diplomático español había sido convocado de urgencia por el Ministerio de Exteriores marroquí con objeto de expresarle el malestar de Rabat por la presencia de Ghali en España.
Casi un mes después y en plena crisis migratoria en Ceuta, el 20 de mayo, Rabat retiraba sine die el 20 de mayo a la embajadora en España Karima Benyaich. Entonces las autoridades del país magrebí avisaban de que la diplomática no regresará a la capital de España “mientras dure la crisis”. Nadie sabe aún la naturaleza de la ruptura que viene, pero fuentes conocedoras de la crisis consultadas por NIUS apuntan a una posible suspensión de la cooperación entre los dos países en materias sensibles como la lucha contra el narcotráfico o el terrorismo internacional.
La última comunicación pública de las autoridades marroquíes este martes –hubo tres en menos de 24 horas- fue el comunicado firmado conjuntamente por los ministerios de Exteriores e Interior en el que se recoge la solicitud del monarca alauita, Mohamed VI, de readmitir a los menores marroquíes no acompañados que se encuentran en estos momentos en países de la UE. El anuncio se produce dos semanas después de la llegada de más de 8.000 personas, cerca de dos millares de niños entre ellas, a la ciudad de Ceuta. Todo son dudas por el momento sobre cómo se llevarán a cabo las repatriaciones, pero los expertos saludan la medida anunciada por Rabat y confían en que siente las bases de una cooperación bilateral y transnacional en la materia. Algo que, a tenor del estado actual de las relaciones, parece difícil.
En la nota había no faltó una alusión directa de las autoridades marroquíes a las españolas, a las que desde Rabat se acusa de mezclar la crisis de fondo entre ambos gobiernos con una cuestión migratoria: “Marruecos lamenta una vez más que la cuestión migratoria, incluida la de los menores no acompañados, se utilice como coartada para eludir las verdaderas causas de la actual crisis política con España, cuyos orígenes y fundamentos son bien conocidos”.
“Las autoridades marroquíes se reservan el derecho de dar, en su momento, respuestas adecuadas a las acusaciones infundadas del Gobierno español”, concluía la nota suscrita al alimón por ambos ministerios y que anticipaba en la tarde de ayer nuevas reacciones por parte de Rabat.
La nota sobre los menas marroquíes vino precedida por un extenso y duro comunicado del Ministerio de Exteriores marroquí en el que se señalaba con claridad meridiana que las razones de la crisis entre los dos países se debían a una quiebra de la confianza a propósito de la cuestión del Sáhara Occidental y que iban mucho más allá de la presencia del líder del Polisario en España. “Las legítimas expectativas de Marruecos van más allá. Comienzan con una aclaración, sin ambigüedades, por parte de España de sus elecciones, sus decisiones y sus posiciones”, afirmaba el comunicado.
Tras la reacción del presidente del Gobierno Pedro Sánchez al texto, el Ministerio de Exteriores difundía de urgencia –segunda de las tres comunicaciones- una breve nota en que cargaba contra el jefe del Ejecutivo español: “Es legítimo preguntarse si el Señor Presidente del Gobierno español ha leído las distintas declaraciones sobre esta crisis, y en particular la de hoy”. “Marruecos ha insistido repetidamente en que la crisis bilateral no está vinculada a la cuestión migratoria”, zanjaba la nota de la Cancillería marroquí.
Entretanto, la noticia más destacada que hemos conocido este miércoles es la invitación cursada por las autoridades alemanas a Marruecos para participar en la Conferencia internacional sobre Libia que deberá organizarse el 24 de junio en Berlín, según recogía el digital oficialista marroquí Le360, siempre bien informado en cuestiones diplomáticas. Una invitación que se produce en plena crisis diplomática abierta desde el pasado mes de febrero entre los dos países –con el Sáhara Occidental como protagonista principal, aunque no único- y que no puede sino interpretarse como un signo de distensión entre la primera potencia europea –el conflicto con España ha transcendido la bilateralidad- y Marruecos.
El pasado 8 de mayo el Ministerio marroquí de Exteriores aseguraba que “la República Federal Alemana ha multiplicado los actos hostiles y las acciones atentatorias a los intereses superiores del reino” y llamaba a consultas a su embajadora en Berlín Zohur Alaui. Unas afirmaciones que confirmaban una crisis abierta en febrero, cuando Rabat anunció la ruptura de relaciones con la Embajada germana alegando “profundos malentendidos”. El primero de marzo Marruecos anunciaba que rompía por completo las relaciones con la Embajada germana en Rabat.
El Ministerio de Exteriores marroquí justificada el mes pasado su decisión en la “continuada obstinación por combatir el rol regional de Marruecos, principalmente sobre la cuestión libia, tratando de apartar, indebidamente, al Reino de ciertas reuniones regionales dedicadas a este tema como la celebrada en Berlín”. Marruecos fue excluido en enero de 2020 de la conferencia internacional sobre Libia –al igual que le ocurrió a Túnez-, después de haber jugado un papel destacado en las negociaciones como mediador entre las partes. Ahora es nuevamente invitado a la cita del 24 de junio sobre el futuro del vecino magrebí devastado por la guerra.