Breivik, que detonó una gran bomba de fabricación casera en la capital y luego mató a tiros a 69 personas en un campamento de verano del gobernante Partido Laborista en la isla, ha dicho que no reconoce la autoridad del tribunal para juzgar su caso.
"Soy un comandante militar del movimiento de resistencia noruego y de los Caballeros Templarios de Noruega. Respecto a la competencia (del tribunal), me opongo a ella porque ustedes han recibido su mandato de organizaciones que apoyan la ideología (y) porque respaldan el multiculturalismo", ha declarado. "Reconozco los hechos pero no me declaro culpable", ha añadido.
La matanza conmocionó a la sociedad noruega, caracterizada por su carácter abierto y pacífico, y desencadenó un debate público sobre la inmigración y la seguridad.
Junto al tribunal había un grupo de manifestantes que portaba una pancarta con la frase "Que no se dé un altavoz a los fascistas". Breivik pidió permiso para dedicar unas palabras a los supervivientes y a los familiares de las víctimas, pero el tribunal se lo denegó.
Ésta es la primera vez que el asesino confeso, de 32 años, habla públicamente, aunque es su cuarta vista judicial. Como ya se esperaba, el tribunal ha decidido mantenerle en prisión, donde seguramente permanecerá hasta que comience el juicio, posiblemente en la primera mitad de 2012.
Se permitió la entrada de unas 120 personas en la sala, mientras que varios centenares se quedaron fuera de la misma y siguieron la comparecencia a través de una conexión por vídeo.