La organización de Boy Scouts de América (BSA), una de las mayores agrupaciones juveniles del país, se ha declarado este martes en quiebra, para, según la propia ONG, atender los centenares de demandas por abusos presentadas contra miembros de esa asociación. BSA atraviesa un mal momento en el que se enfrenta, además, a una reducción drástica en el número de socios. La asociación espera así crear un fondo para compensar a las víctimas.
Con esta solicitud, presentada este martes en la corte de bancarrotas del distrito del Estado de Delaware, los Scouts paralizan momentáneamente esas demandas, aunque, en último término, podrían verse obligados a vender parte de sus propiedades, incluidos campamentos y zonas de senderismo, para reunir el dinero necesario para las compensaciones. En un comunicado, la organización se acoge al Capítulo 11 del Código de Bancarrota de Estados Unidos con la intención de utilizar el mismo "para crear un fideicomiso de compensación para las víctimas". Mientras tanto, los programas relativos a la exploración que lleva a cabo la organización "continuarán durante todo este proceso y durante muchos años", añade el texto.
BSA celebró el 110 aniversario de su constitución el pasado 8 de febrero y, al presentar sus cuentas, aseguró que contaba con un pasivo de entre 100 y 500 millones de dólares y sus activos no llegaban a los 50 000.
Se estima que desde los años cuarenta del siglo pasado, más de 7 800 personas relacionadas con la organización supuestamente abusaron de menores, según el testimonio ofrecido por Janet Warren, una colaboradora de los Scouts, durante un juicio el año pasado. Warren recibió el encargo de revisar un registro privado de personas acusadas de abusos o mala conducta, empleado por la organización para prevenir el reingreso de dichos individuos. En los documentos, pudo identificar a 12 254 víctimas.
La organización ha recibido cientos de reclamaciones después de que varios Estados, incluyendo Nueva York, eliminaran el año pasado las barreras legales de prescripción que impedían presentar demandas por casos antiguos de pederastia.
Paul Mones, un abogado de Los Ángeles que representa a "cientos de víctimas de abuso sexual en demandas individuales", calificó de "tragedia" la presentación de la quiebra de la organización.
"Estos jóvenes hicieron un juramento. Se comprometieron a ser obedientes, a apoyar a los Scouts y a ser honorables. Muchos de ellos están extremadamente enfadados porque eso no es lo que les pasó y los Boy Scouts de América no dieron el paso que deberían haber dado", dijo Mones en la CNN.
Según informa el diario The New York Times, Robbie Pierce, ahora de 39 años y con residencia en Los Ángeles, estuvo implicado en los Scouts durante toda su infancia, ya que su madre dirigía un campamento de día de los Boy Scouts en California. En agosto de 1994, cuando tenía 13 años, Pierce dijo que estaba en una excursión en las montañas de Sierra Nevada cuando él y otros niños, incluido su hermano, mostraron signos de enfermedad y fueron al pabellón médico.
Allí, un hombre que no era médico sino un líder del campamento, examinó a cada uno de los niños en privado, la víctima afirma que el hombre le hizo quitarse la ropa y luego le acarició los genitales, diciendo que buscaba una hernia.
Robbie Pierce, como más víctimas, cree que esta organización debe ser abolida o cambiada radicalmente. Sin embargo, el presidente y director ejecutivo, Roger Mosby afirma que "la BSA se preocupa profundamente por todas las víctimas de abuso y se disculpa sinceramente con cualquiera que haya sido perjudicado durante su tiempo en el Movimiento Scout.".