Indomable y extravagante, Boris Johnson ha llegado a la meta de su vida: ser primer ministro. La reina Isabel II ya le ha encargado formar Gobierno y el líder de los conservadores no va a demorarse ni un instante en hacerlo para abordar el hasta ahora eterno ‘brexit’. Su objetivo es que la ruptura con la Unión Europea llegue sin retrasos antes de fin de octubre.

De melena rubia y alborotada, con un carácter alocado y rozando casi lo bufonesco en lo político, no es de extrañar que el presidente de Estados Unidos le vea a su imagen y semejanza y desde el principio haya defendido su candidatura para que sea él quien abandere la consumación del brexit. “Es duro y listo. Es el Trump británico”, dijo el propio mandatario estadounidense.

A Boris Johnson se le ha visto haciendo casi de todo como alcalde de Londres, en la campaña a favor del ‘brexit’ o en su última etapa como ariete contra la que era la jefa de su partido, la ya ex primera ministra Theresa May, aunque ahora, entre agradecimientos y buenas palabras, eso parece ser ya un tiempo pasado.

Nada más aceptar el encargo de la reina, Johnson ha comparecido frente al Número 10 de Downing Street ratificando su gran promesa: “Reino Unido saldrá de la Unión Europea el 31 de octubre sin peros ni condiciones”. Todo con el objetivo de dejar atrás “tres años en los que este país se ha convertido en un rehén de las viejas discusiones de 2016”, ha dicho, en alusión al referéndum sobre la pertenencia al bloque comunitario.

En este sentido, el nuevo primer ministro ha ido más allá, asegurando que logrará “un nuevo acuerdo” y “un acuerdo mejor”, pese a que la UE se ha cansado de repetir, por activa y por pasiva, que el único texto posible es el que ya está sobre la mesa y el Parlamento británico rechazó hasta en tres ocasiones, precipitando la dimisión de May.

Pese a todo propósito, no obstante, Johnson sabe que el eterno debate sobre un ‘brexit’ sin acuerdo sigue en pie. Es una posibilidad que considera y contempla, e igual que antes, --independientemente de quien sea el que ocupe el cargo de primer ministro británico--, todos saben que eso traería “dificultades”.

Es “una posibilidad remota”, ha dicho Boris Johnson, pese a que sabe que Bruselas no tiene ninguna intención de ceder y que no le conviene un ‘brexit’ caótico. Sin embargo él, sin rehusar a hacer todo a las bravas si se da el caso, lo que ha reiterado es que no le temblará el pulso ante un ‘brexit’ duro. Por eso hay muchos que creen que su designación es el peor golpe para Reino Unido.

Para ellos el mensaje ha sido claro: “Soy el primer ministro de todo Reino Unido”, ha reivindicado, asegurando que otra de sus promesas es la de estrechar los lazos entre los propios británicos, haciendo mención especial a Irlanda del Norte.