Berlusconi vuelve a la arena política italiana
Ha vuelto a Roma después de muchos meses para encontrarse con sus socios del centro derecha
Piensa en el Quirinale como su próxima estación política a los 85 años recién cumplidos
Berlusconi ha sido absuelto en el juicio de Siena por el caso Ruby Ter
Se suceden varias imágenes con Silvio Berlusconi de protagonista en los últimos días que demuestran su vuelta al juego, scendere in campo como se dice en italiano cuando alguien asume una posición o un rol político. Fue primer ministro en cuatro ejecutivos distintos (entre 1994 y 2011 no de forma lineal) y cumplía a finales de septiembre 85 años tras pasar unos meses difíciles de salud en los que tuvo que ser ingresado, entre otras cosas, a causa del COVID.
En ese cumpleaños bromeaba con volver más fuerte que nunca y con que sería un buen regalo llegar en febrero al Quirinale, aprovechando que Sergio Mattarella deja su puesto, y que se abren elecciones para presidente de la República italiana. Berlusconi piensa que ese sería el broche perfecto para su carrera y sus médicos, lo ven en forma.
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El 20 de octubre, Il Cavaliere volvió a Roma tras muchos meses. Recibió en su majestuosa villa a Matteo Salvini y Giorgia Meloni y posó desenfadado. En aquel encuentro, solicitado por la líder de Hermanos de Italia, pensaban analizar sus “desastrosos” resultados en las elecciones administrativas de los días precedentes, pero él fue el que salió menos dañado de todo eso. Forza Italia consiguió vencer en Calabria y Trieste y, dados los resultados de la derecha, no era poca cosa. Mattia Zulianello profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Trieste especializado en sistemas partidistas, coaliciones y populismo explica que ese es el menor de los problemas de la coalición de centroderecha en este momento, “históricamente sus resultados en las municipales son malos, pero eso no significa que lo sean en las generales y las encuestas no mienten”. Ahora mismo Hermanos de Italia sería el primer partido si se celebrasen comicios generales.
Sin forzar las elecciones generales
Pero Berlusconi no quiere que se celebren elecciones generales anticipadas, le parece un riesgo que no hay que correr y defiende su postura centralista y moderada entre dos personajes difíciles de gestionar como Salvini y Meloni. En los últimos días el líder de Forza Italia señalaba que era importante apoyar al Gobierno técnico de Draghi para sacar adelante las reformas necesarias para afrontar la crisis derivada del COVID. No lo tiene fácil ahora en su coalición: dos partidos que forman parte del gobierno de consenso, el suyo y el de Salvini, La Liga, y otro, Hermanos de Italia de Meloni, que ejerce de oposición crispada.
Esto supone una contradicción constante que se materializó hace apenas unos días cuando se filtró a la prensa italiana un audio en el que Matteo Salvini se quejaba de que Meloni hacía oposición al Gobierno y los arrastraba a ellos también por delante. “Pero él es el único que puede guiar algo así, es un mediador y el pegamento entre Salvini y Meloni, no ha vuelto, en realidad siempre ha estado ahí haciendo esa función”, explica Zulianello.
Aún así, añade el experto, no es nada nuevo en las dinámicas de la derecha, este tipo de enfrentamientos internos han sido protagonistas de los últimos veinte años. “Es un que cambie todo para que no cambie nada, los problemas de dentro no se manifiestan fuera, el volumen de votantes sigue siendo el mismo”, añade el politólogo.
Presidente de la República
Pero Berlusconi ya mira a febrero y a la elección del presidente de la República, aunque los números ahora no le darían. El 22 de octubre confirmó el apoyo explícito de sus dos aliados para su candidatura al Quirinal y fue absuelto por en el proceso Ruby Ter -se juzgaba si había comprado el silencio de testigos para no declarar en su contra en el caso de las fiestas de hace 10 años- y ese mismo día volvía a Bruselas para despedir a Angela Merkel ante todos los líderes europeos.
Era su vuelta al escenario, se sabe imprescindible entre sus socios y sabe también respetado entre sus propios rivales históricos. “Ahora en Italia ha cambiado al imagen sobre él porque ya no supone una amenaza en las urnas, porque tiene otro rol dentro de la política, el de pegamento de la derecha, por ejemplo. Cuando él no esté en Italia el proyecto que une los tres partidos conservadores será un grandísimo punto interrogativo”, finaliza Mattia.