El primer ministro de Israel en funciones, Benjamin Netanyahu, ha sido imputado por corrupción en un caso sin precedentes en la historia del país. El anuncio lo ha hecho el fiscal general israelí, Avichai Mandelblit, que le acusa de fraude, cohecho y abuso de confianza.
“Se trata de un día difícil, pero es un día importante", ha dicho, fundamentando su decisión en la creencia de que la democracia de Israel no debe tolerar la corrupción y la violación de la confianza; unas palabras ante las cuales ha reaccionado rápidamente tanto la oposición como Netanyahu.
Desde Azul y Blanco, la coalición liderada por Benjamin Gantz que abandera la oposición, han subrayado que “un primer ministro hasta el cuello en investigaciones de corrupción no tiene mandato moral o público para decidir sobre asuntos cruciales para el Estado de Israel”.
Por su parte, el primer ministro en funciones ha contestado a las acusaciones asegurando que son falsas y denunciando ser víctima de un “intento de golpe” contra él, así como de una “caza de brujas”.
"Estamos presenciando un intento de llevar a cabo una revolución legal. Es un proceso contaminado por intereses extranjeros con el objetivo de derrocar a un primer ministro derechista", ha dicho, añadiendo: "Estamos presenciando un intento de llevar a cabo una revolución legal. Es un proceso contaminado por intereses extranjeros con el objetivo de derrocar a un primer ministro derechista".
En este sentido, Netanyahu ha criticado además el momento en el que se ha producido el anuncio de su imputación, subrayando que el país se encuentra “en el momento más sensible desde el punto de vista político desde el establecimiento del Estado”, con un país amenazado por unas terceras elecciones.
“Seguiré liderando este país, según la letra de la ley”, ha dicho, asegurando que no permitirá que ganen “las mentiras”.