El barómetro de Ucrania marca los niveles de presión en Taiwán
Gobernantes, diplomacia y analistas coinciden en que una invasión en Ucrania podría derivar en una incursión militar china en la isla autónoma
La hipotética vía armada de Rusia podría crear un precedente e inspirar a China a ocupar Taiwán
Taipéi mira con atención y “empatía” la situación en Ucrania y se mantiene alerta en caso de una respuesta de Pekín
El cielo de Taiwán se iluminó la semana pasada con un despliegue de 1.500 drones durante el Festival de los Faroles 2022. La ciudad portuaria de Kaohsiung fue testigo de este espectáculo de luces en tres dimensiones que marcó el fin de las celebraciones del Año Nuevo chino. Los dispositivos teledirigidos dibujaron con una coordinación majestuosa motivos como el rostro del medallista olímpico de bádminton -y héroe nacional- Tai Tzu-ying o diversos corazones con los colores de las banderas de Japón, Lituania, Eslovaquia, Polonia, Estados Unidos y la República Checa. Desde la isla autogobernada esgrimen que quisieron agradecer a estas naciones las donaciones que realizaron de las vacunas para el Covid-19. A los ojos de China, sin embargo, este homenaje fue más bien otra muestra de la ambición “independentista de Taiwán”.
Así lo publicó el medio de comunicación chino y voz del Ejecutivo de Xi Jinping, Global Times, quienes, según el Gobierno taiwanés, mencionaron entre líneas que el objetivo real del evento fue el de cortejar a esos países, especialmente a Japón, en su afán de encontrar más apoyos en su ansiado reconocimiento internacional de independencia. En otras palabras, para el gigante asiático se trató de una provocación más en su búsqueda constante de argumentos para justificar un deseo que dura décadas: controlar Taiwán.
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La irritabilidad es máxima y todos los gestos se toman como un desafío. Desde los más sutiles, a los más evidentes, como las decenas de aviones militares chinos que han sobrevolado espacio aéreo taiwanés en los últimos seis meses, las patrullas conjuntas de buques de guerra chinos y rusos en el Mar de Japón o las maniobras navales niponas y estadounidenses en el Mar de Filipinas. Incluso la tensión reinante lejos del Pacífico tiene peso en el devenir de Taiwán, ya que una invasión de Rusia en Ucrania crearía un precedente que China podría aprovechar.
Los bloques del orden mundial actual son nítidos y encuentros como el llevado a cabo el 11 de febrero en Melbourne entre los responsables de Asuntos Exteriores de Australia, Estados Unidos, India y Japón (miembros del Diálogo Cuadrilateral de Seguridad, QUAD), donde sellaron un frente común que “contrarreste los desafíos del Indo-Pacífico”, o la reunión de Vladimir Putin y Xi Jinping previa a los Juegos Olímpicos de Invierno forman parte de una atmósfera prebélica que puede quedar en nada o quebrar con un chasquido esta suerte de status quo gestado tras la Segunda Guerra Mundial y solidificado después de la Guerra Fría.
Si Moscú y Pekín compartieron tras su encuentro de febrero un discurso común: su oposición a cualquier expansión de la OTAN y que la isla de Taiwán forma parte de China; acuerdos militares como el firmado a finales del año pasado por EE.UU, Reino Unido y Australia (Aukus), con el fin de contrarrestar el poderío militar chino, ponen de relieve la escalada de tensión en dos puntos clave del escenario geopolítico.
Taiwán, expectante ante la posible invasión de Ucrania
La vía de los eufemismos es, además de la muestra de puntos de vista antagónicos, una manera de justificar acciones que pueden tener graves consecuencias. Si desde la perspectiva del régimen comunista chino, su objetivo en Taiwán es el de “reunificar” a su isla rebelde y confirmar su estatus de provincia, para Taipéi y los países que apoyan su causa, lo que está sobre la mesa es más una “invasión”. Este tipo de ambigüedades también se producen en el conflicto entre Rusia y Ucrania. Con sus diferencias, ambos escenarios están íntimamente ligados según los gobernantes, la diplomacia y los analistas que piensan que una incursión de las tropas rusas abriría las puertas a China para que tome el mismo camino en Taiwán.
Su presidenta, Tsai Ing-wen, quien ha mostrado “empatía” por el momento que atraviesa Ucrania, creó en enero un grupo de trabajo que tiene el fin de monitorear la evolución de los acontecimientos ante un posible conflicto en Europa y si éste tendría algún impacto en la seguridad de la isla en caso de que China intensifique su amenaza militar. Taipéi está alerta.
“Todas las unidades militares siguen prestando mucha atención a la situación en Ucrania y a los movimientos en el Estrecho de Taiwán, continúan reforzando la inteligencia y la vigilancia conjuntas, y aumentan gradualmente el nivel de preparación para el combate en respuesta a las señales y amenazas para responder eficazmente a diversas situaciones”, argumentaron desde la oficina presidencial taiwanesa. “La paz y la estabilidad regionales son la responsabilidad compartida de todas las partes”, añadieron.
Fractura del estatus quo
El columnista del New York Times, David Brooks, explicó este fin de semana las consecuencias que tendría en el mundo una invasión en Ucrania durante una comparecencia en PBS NewsHour. “Yo diría que lo que está en juego es esto. De 1915 a 1945, hubo una cultura y un régimen en Europa que fue la ley de la selva, las naciones fuertes conquistaban a las pequeñas. En 1945, después de 150 millones de muertes y dos guerras mundiales, establecimos un orden basado en reglas, donde las naciones fuertes no podían dominar a las pequeñas. Conseguimos una especie de orden internacional global, con la OTAN y la ONU y todo tipo de organizaciones que hacen que el mundo sea un lugar mucho más pacífico”, señaló. “Si se permite que Rusia tome Ucrania, eso destruiría ese orden internacional. Nuestro interés (el de EE.UU.) es preservar un mundo en el que las reglas se cumplan y no se convierta en la ley de la selva”, sentenció.
La ley de la selva es un escenario en el que la siguiente ficha del dominó en caer estaría ubicada en el Pacífico. Un informe elaborado por Stacie Pettyjohn, directora del programa de defensa del Centro para una Nueva Seguridad Americana, indica que, para EE.UU., cualquier intento de China por unificar Taiwán por la fuerza o de “enfoques militares menos arriesgados para intentar obligar a una unión”, junto con las escaladas en el Mar de China Meridional u Oriental, o un colapso repentino del régimen norcoreano, podrían desencadenar una posible “guerra importante” con el Ejército Popular de Liberación chino. Taiwán es uno de los puntos calientes del mundo y lo sería aún más tras una conflicto armado en Ucrania.
“China y Rusia comparten ambiciones y, (en el caso hipotético) de triunfar la causa rusa -invasión exitosa, lidiar con las sanciones, tolerar los levantamientos de los pueblos ucranianos y el resurgimiento del orgullo de la Madre Rusia-, Xi Jinping podría querer copiar la jugada en Taiwán”, afirmó Bruce Wolpe, miembro del Centro de Estudios de EE.UU en Australia.
Esta narrativa también es compartida por políticos como Peter Dutton, ministro de Defensa de Australia, quien explicó esta semana que una invasión rusa de Ucrania “animaría” a China a aumentar la presión sobre Taiwán. “Cualquier evolución de la crisis en la frontera ucraniana afectará a la situación de seguridad en la región del Indo-Pacífico. Si Rusia ataca a Ucrania, se producirá una nueva ola de agresiones chinas contra Taiwán. Durante la Guerra Fría, las décadas de inestabilidad en Europa del Este afectaron a otras partes del mundo”, declaró antes de añadir que está convencido de que un conflicto en Ucrania no impedirá que EE.UU. preste la debida atención a los acontecimientos en la región del Indo-Pacífico. También subrayó que el Gobierno australiano observará de cerca si China toma medidas contra Taiwán en caso de que estalle un conflicto en Europa.
El barómetro en Ucrania marca los niveles de presión en Taiwán. Ésta aumentó durante el posicionamiento continuado de tropas rusas en las fronteras ucranianas durante las últimas semanas, de la misma manera en la que baja de intensidad tras el reciente anuncio del Kremlin de retirar algunas de sus tropas en el que, a priori, se ha interpretado como un éxito de la diplomacia y un gesto por tomar la vía pacífica. La presión fluctúa en la isla autónoma en un contexto donde la amenaza de una invasión china sigue igual de presente.