Poco hay más francés que su pan de baguette. Todo un símbolo de la vida diaria de los franceses, inmortalizado en el cine, reconocido y copiado en todo el mundo. Ahora el gobierno de Macron lo presenta como candidato a Patrimonio Inmaterial de la Unesco.
Si la pizza napolitana ya ostenta ese título porque no lo puede tener este conocido alimento. Muchos se preguntan dónde está su magia. Parece ser que en su sencillez. Un pan hecho de harina, agua, sal y levadura que debe tener entre cinco y seis centímetros de ancho, tres o cuatro de alto, ochenta y cinco de largo y un peso en torno a los 250 gramos.
El 98 por ciento de los franceses lo come a diario, más de 6 mil millones de baguettes salen al año de las panaderías francesas. Es esta panadería, junto a la Torre Eiffel, en uno de los principales símbolos franceses dicen los artesanos que, cada día, dan vida a este producto que encarna los valores de convivencia, carácter popular y vínculo social y familiar que le hacen merecedor del reconocimiento por la UNESCO.
En España tenemos unas cuantas representaciones artística, culturales o culinarias en la lista de patrimonio cultural inmaterial de la Unesco. Por ejemplo la fiesta de 'Los Caballos del vino' de Caravaca de la Cruz fue inscrita en la lista en 2020. Pero tenemos unos cuantos más, como la Cerámica de Talavera de la Reina, las Fallas de Valencia, las Tamborradas, la cetrería, las fiestas del fuego del solsticio de verano en los Pirineos, la dieta mediterránea, la fiesta de los patios de córdoba, el canto de la sibila de Mallorca, el flamenco, los "catells" o el silbo gomero, entre muchos otros.