Los británicos no hacen más que escuchar en las emisoras de radio y televisión en las últimas horas un nombre que la mayoría no había oído nunca. Lee Cain era hasta ahora el director de comunicación de Downing Street y su dimisión se ha convertido en una de las noticias principales del día porque ha puesto de manifiesto la profunda crisis en la que está inmersa la oficina del Primer Ministro, Boris Johnson.
De buenas a primeras esta historia puede resultar un “cotilleo” de la llamada “burbuja de Westminster”, pero el problema es que esta no es una oficina cualquiera y el país es un barco que navega en este momento por aguas turbulentas: acaba de rebasar los 50.000 fallecidos por coronavirus, el primero en Europa que bate este récord; Estados Unidos tiene nuevo presidente con el que hay que tender puentes y el Brexit está al acecho. El 31 de diciembre el Reino Unido debe salir definitivamente de la Unión Europea y, aunque Londres y Bruselas siguen negociando, todavía no han llegado a un acuerdo y no está claro que lo consigan.
Pocas veces una noticia tan política acapara tanta atención, pero Lee Cain es dentro de Downing Street el principal aliado del polémico asesor de Boris Johnson, Dominic Cummings, el “gurú” que fraguó la campaña del Brexit y sus brillantes (aunque falsos) eslóganes. De hecho, se ha llegado a elucubrar que este, y el responsable del equipo negociador del Brexit, David Frost, podrían abandonar el barco, pero de momento se quedan. Cain, tras presentar su renuncia, dejará su puesto el mes que viene.
¿Quién es Lee Cain?
Este británico de 39 años empezó su carrera periodística en 2006 como reportero para un periódico local. Después trabajó brevemente en los sensacionalistas The Sun y el dominical Mail on Sunday hasta que pasó al tabloide de izquierdas Daily Mirror. En este se hizo famoso por osar vestirse de pollo en la campaña electoral de 2010 y perseguir allá donde iba al entonces candidato conservador, David Cameron, que luego se convertiría en Primer Ministro.
Más tarde formó parte del equipo de comunicación de Vote Leave, la organización que hizo campaña por la salida del Reino Unido de la UE en el referéndum del Brexit de 2016. El año siguiente fue portavoz de Boris Johnson cuando este era Ministro de Asuntos Exteriores. Y cuando este político dejó el gabinete de Theresa May lo acompañó hasta que fue elegido por su partido líder de los conservadores. Desde entonces ha estado junto al Primer Ministro el año y cuatro meses que lleva en Downing Street.
Luchas de poder
Quizá nunca se llegue a saber toda la verdad sobre lo que está pasando estos días en el interior del número 10 de Downing Street, pero lo que la prensa británica tiene claro es que hay duras batallas de poder en una oficina que no cuenta con un jefe de gabinete, aunque Cummings, el principal asesor de Johnson, haya actuado hasta ahora como tal.
Hace tiempo que miembros del gobierno y diputados conservadores se quejaban de que el dúo Cummings-Cain manejaba los hilos de la oficina del Primer Ministro de manera despiadada e inflexible. Y últimamente había malestar también por filtraciones a la prensa y giros de estrategia inesperados.
Quien conoce lo que se cuece allí entre bambalinas habla de que Boris Johnson se encontraba en pleno proceso de reorganización para conectar con el público e intentar lograr que apoye sus decisiones. De hecho, hace unas semanas fichó a la ex periodista de la BBC, Allegra Stratton, pero Lee Cain apoyaba otra candidata. Alabada por sus éxitos como asesora de comunicación del actual Ministro de Economía, Rishi Sunak, va a encargarse, a partir de enero, de presidir las ruedas de prensa televisadas del Ejecutivo, al estilo de las de la Casa Blanca en Estados Unidos.
La novia de Johnson veta la decisión
Este martes por la noche el diario Times publicaba que el director de comunicación iba a ser promocionado a jefe de gabinete. La reacción no se hizo esperar y diputados y miembros del gobierno se llevaron las manos a la cabeza… Y según la prensa británica, también Stratton y la propia pareja del Primer Ministro, Carrie Symonds, que fue precisamente directora comunicación del Partido Conservador.
Además, según la corresponsal política de Sky News, Beth Rigby, las condiciones que pedía Lee Cain eran inaceptables porque contemplaban un poder absoluto: que solo tres asesores (incluido él y su amigo Cummings) tuviesen acceso al Primer Ministro.
El puesto de jefe de gabinete continúa vacante, pero el hueco de director de comunicación lo ocupará James Slack, que es funcionario y ha ejercido como portavoz de Johnson pero también de Theresa May.
Críticas por las riñas internas
El líder laborista, Keir Starmer, ha dicho en la emisora de radio LBC que “es patético. Creo que millones de personas se preguntarán qué está pasando. Estamos en medio de una pandemia. Estamos todos preocupados por nuestra salud y por nuestras familias, por nuestros empleos… Y estos están peleándose tras la puerta del número 10”.
Esto es lo que piensan también muchos conservadores. En concreto, el diputado Roger Gale, de 77 años y 33 de ellos como parlamentario, ha asegurado en la BBC que “Boris Johnson necesita a su lado una persona de peso, que esté preparado, que tenga un buen juicio político, que cuente con la confianza del Primer Ministro, pero también del grupo parlamentario de la Cámara de los Comunes. Y que le diga, no lo que quiere escuchar, sino lo que necesita escuchar… Alguien que le ofrezca consejos buenos y sensatos”. E insiste en que hay personas con ese perfil en la Cámara de los Lores.
Un comentario que se repite en Westminster estos días es que “gestionar una campaña no es lo mismo que gestionar el Gobierno”. Y este es uno de los argumentos que usan los enemigos de los temidos asesores de Johnson para reemplazarlos.
“Dominic Cummings debe de ser despedido inmediatamente. No es el tipo de asesor que Johnson necesita ahora ni nunca. No creo que aquellos que ayudaron a que fuese elegido le estén haciendo ningún favor en este momento. Cummings debe marcharse por el bien del país. Es urgente. Debemos concentrar todos nuestros esfuerzos en la pandemia y en el Brexit”, insiste Gale.
El chiringuito de Downing street
Quienes llevan denunciando que Downing Street es un lugar “tóxico” y “disfuncional” creen que la salida del director de comunicación Lee Cain no solo supondrá un cambio de tono, sino el fin de la era en la que el equipo que dirigía la campaña del Brexit controla el chiringuito.
Algunos tienen la esperanza de que Downing Street esté a punto de entrar en una nueva época en la que se construya consenso con los diputados, con el cuerpo de altos funcionarios del Estado (algunos han dimitido por las malas relaciones con Downing street), con la prensa (hay programas de televisión vetados por el Gobierno) y también con Bruselas.
Mientras llega ese momento, la batalla por ser quien susurre al oído del Primer Ministro continúa…