Argelia-Marruecos: historia de una vecindad imposible
Tras decretar el fin de las relaciones bilaterales el pasado 24 de agosto, Argel ha cerrado el grifo del gas y el espacio aéreo a Marruecos
Argel acusa a Rabat de espionaje, de apoyar al separatismo en su territorio y de traer a Israel a la región
Los especialistas advierten de que la escalada no ha terminado, aunque minimizan las repercusiones económicas dada la escasa integración de ambas economías, pues las autoridades argelinas pueden adoptar nuevas medidas en las próximas fechas
La historia entre Argelia y Marruecos, Marruecos y Argelia es la de una vecindad imposible. Los primeros culpan de todo a los segundos y viceversa. Así en un bucle sin fin. Dos vecinos casi genéticamente idénticos en su composición etno-lingüística incapaces de sentar siquiera a sus representantes a la misma mesa. Fronteras terrestres cerradas desde 1994. Casi sesenta años a la gresca. Desde el pasado 24 de agosto, además, los dos vecinos magrebíes no tienen oficialmente relaciones diplomáticas (la segunda vez que se produce la ruptura total; la primera, el 7 de marzo de 1976, cuando Argelia reconocía a la República Árabe Saharaui Democrática). De fondo, el conflicto del Sáhara empozoñándolo todo.
Este jueves la crisis bilateral dio una vuelta de tuerca más con el cierre unilateral de manera inmediata por parte de Argelia de su espacio aéreo a la aviación civil y militar marroquí. Un día más tarde desde Marruecos se informaba de que la compañía de bandera marroquí, la Royal Air Maroc, tendrá que desviar 15 vuelos semanales con destino a Túnez, Egipto y Turquía como consecuencia de la decisión de Argel. Con todo, los marroquíes de a pie relativizan lo ocurrido y creen que es una pataleta más de Argel, un régimen en descomposición y sin rumbo, que no tendrá demasiada trascendencia.
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Por el momento sigue sin haber reacción oficial desde el Rabat oficial a la última determinación por parte de Argel. La última vez que desde la Cancillería marroquí se respondió a sus vecinos fue el pasado 25 de agosto, cuando un día después de que las autoridades argelinas decretaran la ruptura de relaciones bilaterales. Entonces desde el Ministerio de Exteriores marroquí se rechazaron “categóricamente los pretextos falaces, incluso absurdos” esgrimidos por Argel.
“La decisión de las autoridades argelinas de cerrar el espacio aéreo a la aviación marroquí se inscribe en el cuadro de la concreción efectiva de la ruptura con Marruecos y no habrá, al menos en un futuro próximo, ninguna posibilidad de aproximación entre los dos países”, advierte a NIUS Oualid Kebir, periodista y politólogo argelino residente en Marruecos.
A juicio de Kebir, “el régimen argelino no se detendrá con esta decisión, sino que tomará otras en los próximos días. Pero yo no creo que Marruecos vaya a caer en la trampa del poder argelino”, estima Kebir, buen conocedor de las relaciones bilaterales.
Para el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid Rafael Bustos, “este es un paso más que da Argelia en su escalada con Marruecos”. “Suena más duro de lo que realmente es, quiero decir que su impacto es relativo, dado que no son tantos los vuelos que transitan por el espacio aéreo argelino y que la exclusión no afecta a aeronaves matriculadas en otros países que provengan de Marruecos. Hasta donde yo lo entiendo va dirigido a aviones de la Royal Air Maroc y compañías privadas”, explica a NIUS el investigador.
“Lo de los aviones es de alguna forma como lo del gas, suena muy duro pero el impacto, no pequeño, es menor dado que hay muy poca integración económica entre los dos países”, recuerda el profesor de Relaciones Internacionales de la UCM y especialista en Argelia.
“La decisión no ha sido verdaderamente sorprendente en la medida en que Argel ya había amenazado con la escalada si Marruecos continuaba con lo que Argelia considera políticas hostiles hacia sus intereses”, explica, por su parte, a NIUS el politólogo argelino Abdel Ourabah. “Sin embargo, no pueden excluirse otras consideraciones en materia de seguridad que habrían precipitado esta decisión, como el proyecto de producción de ‘drones kamikazes’ israelíes en Marruecos, del que varios medios han dado cuenta. Otra razón estaría vinculada a la apertura de líneas comerciales entre Marruecos e Israel y Argel no aceptaría de ninguna forma aviones en dirección y procedencia de Israel, incluso siendo marroquíes”, precisa el especialista en temas argelinos.
Escalada veraniega
Todo comenzó a agravarse el pasado mes de julio cuando el representante marroquí ante la ONU, Omar Hilale, llamaba a las autoridades del país vecino a reconocer el derecho a la autodeterminación del pueblo cabilio. Una provocación con la que Rabat pretendía devolvérsela a Argel por su apoyo –durante décadas- al Frente Polisario, que dio en noviembre de 2020 por finalizado el alto el fuego en vigor con Marruecos desde 1991 (pocas semanas después de cumplirse el 30.º aniversario del mismo, qué mejor manera de celebrarlo).
En palabras del representante marroquí ante la ONU, el pueblo bereber cabileño merece la autodeterminación “más que cualquier otro”. “Si se plantea para una entidad quimérica [en alusión al Sáhara Occidental], no se puede rechazar para el pueblo cabileño, uno de los pueblos más antiguos de África, que sufre la más larga ocupación extranjera”, aseguraba el diplomático marroquí en una comunicación dirigida al Movimiento de Países No Alineados. Si Argelia tiene su Cabilia –desconectada del poder central, como dan fe las últimas elecciones, con menos del 1% de participación-, Marruecos tiene su Rif, escenario de revueltas contra el atraso económico entre los años 2016 y 2017.
Las declaraciones de Hilale eran, a su vez, respuesta a una intervención en el citado foro del ministro de Exteriores argelino, Ramtane Lamamra, en la que defendía la “descolonización” saharaui. “Llamamos al secretario general de Naciones Unidas a acelerar la nominación de su enviado especial y de lanzar un proceso político creíble entre las dos partes con el objetivo de alcanzar una solución política justa y durable que permita la autodeterminación del pueblo del Sáhara Occidental”, instaba el veterano jefe de la diplomacia argelina en una nota remitida a la presidencia azerbaiyana del Movimiento de Países No Alineados. El 19 de julio Argel llamaba a consultas a su embajador en Rabat. Todo acababa de comenzar.
Sin solución de continuidad llegaría el caso Pegasus. El mismo día 19 de julio se conocería que un consorcio formado por 17 medios de comunicación de todo el mundo –de manera protagonista los franceses Le Monde y Radio France, pero también los alemanes Süddeutsche Zeitung o Die Zeit- denunciaban que los servicios secretos marroquíes habían usado el programa de software Pegasus –de producción israelí- para espiar a políticos, activistas, periodistas y hasta militares de distintos países, entre ellos Argelia o Francia.
De acuerdo con los datos revelados por el consorcio de medios, Rabat espió con el programa Pegasus al menos 6.000 números de teléfono argelinos. No tardaría la respuesta desde Argel, que lamentaba “el inadmisible atentado sistemático a los derechos del hombre y a las libertades fundamentales” y la “violación flagrante de los principios y normas que rigen las relaciones internacionales”. Un paso más hacia la ruptura. Desde Rabat se negaba cualquier vinculación con el espionaje.
De nada serviría la mano tendida del rey Mohamed VI en su Discurso del Trono el 31 de julio a sus “hermanos argelinos”, en el que lamentaba “las tensiones mediáticas y diplomática que agitan las relaciones entre Marruecos y Argelia”. El 18 de agosto, el Alto Consejo de Seguridad argelino denunciaba los “actos hostiles perpetrados por Marruecos contra Argelia”. Las autoridades argelinas llamaban a la “detención de todos los miembros de los dos movimientos terroristas que amenazan la seguridad pública y la unidad nacional, principalmente el Movimiento por la Autodeterminación de la Cabilia (MAK, por sus siglas en francés)”. El Alto Consejo de Seguridad argelino iba más allá y denunciaba que la entidad soberanista “cuenta con la ayuda de elementos extranjeros, entre ellos Marruecos y la entidad sionista [por Israel]”.
Argel atribuye al MAK, entidad que, nacida en Francia en 2001, defiende la secesión de la región septentrional de la Cabilia, la autoría de los incendios forestales que arrasaron este verano miles de hectáreas en las montañas del norte del país y costaron la vida a casi un centenar de personas. Por lo que estaba acusando a Rabat de estar detrás de los siniestros. A este respecto, a juicio del profesor de la UCM Rafael Bustos, “el mensaje es claro: Argelia no tolera ningún apoyo de su vecino al Movimiento de la Autodeterminación de la Cabilia (MAK). Es como un déjà vu que recuerda al apoyo argelino en los 80 al movimiento independentista canario de Antonio Cubillo”.
Finalmente, el 24 de agosto llegaría la ruptura total. El ministro de Exteriores argelino aseguraba que “es histórico y objetivo que el Reino de Marruecos nunca ha dejado de llevar a cabo acciones hostiles, inamistosas y malintencionadas contra nuestro país desde la independencia”. “Argelia ha decidido romper relaciones diplomáticas con Marruecos a partir de hoy”, anunciaba Ramtane Lamamra.
“Desde 1948 ningún responsable israelí había hecho una declaración hostil a un país árabe desde otro país árabe”, afirmaba el jefe de la diplomacia argelina en la misma alocución. Se refería a las declaraciones del ministro de Exteriores israelí, Yair Lapid, cuando aseveraba en su visita a Marruecos de los días 11 y 12 de agosto en presencia de su homólogo Nasser Bourita que ambos países compartían “inquietud respecto al papel jugado por Argelia en la región, su aproximación a Irán y la campaña que ha llevado a cabo contra la admisión de Israel en el seno de la Unión Africana como miembro observador”.
En un comunicado, la Cancillería marroquí respondía el 25 de agosto asegurando que la decisión de ruptura por parte de Argel era “completamente injustificada pero esperada” y rechazaba “los pretextos falaces, incluso absurdos” que la sostuvieron. Desde el digital oficialista Le360, próximo al poder rabatí, se escribía que la ruptura de relaciones es “más simbólica que efectiva”. “No cambiará nada en unas relaciones que están en punto muerto”.
Dos días después de la ruptura de relaciones, Argelia decidía cerrarle el grifo del gas a sus vecinos. Las autoridades argelinas avisaron el jueves 26 de agosto de que no renovarán el contrato del gasoducto Magreb Europa, que transporta el gas argelino a España pasando por Marruecos. La materia prima llegará a España solo a través de Medgaz, gasoducto que conecta desde 2011 el yacimiento argelino de Hassi R’mel con el litoral almeriense bajo las aguas del Mediterráneo.
Francia y España, entre dos aguas
Francia y España se ven a menudo atrapados en medio del fuego cruzado entre ambos socios magrebíes y, por ello, obligados a hacer equilibrismos para no sacrificar una alianza en beneficio de la otra. Para España, que se encuentra además en una crisis bilateral con Marruecos con el telón de fondo sempiterno del Sáhara, salvaguardar la relación con Rabat es fundamental por un ramillete de cuestiones que van desde la lucha contra la inmigración ilegal y contra el terrorismo, el control fronterizo en Ceuta y Melilla, el narcotráfico o la pesca. España es el primer socio comercial de Marruecos tras desbancar precisamente a Francia en 2012.
Pero no es menos importante para España la relación con Argelia, puesto que el país magrebí suministra entre el 40% y el 50% del gas que se consume en el país ibérico. Argel exporta a España unos 13.000 millones de metros cúbicos al año.
Por su parte, Francia mantiene excelentes relaciones políticas y empresariales con Rabat –no exenta por otra parte de episodios de crisis con la cuestión saharaui de fondo- y trata al mismo tiempo de mantener la cooperación, a pesar del trauma de la guerra de la independencia, con su antigua colonia argelina. Un portavoz de Exteriores francés aseguraba el 25 de agosto que “Argelia y Marruecos son dos países amigos y socios esenciales de Francia”. Equilibrios, en fin, observados muy de cerca tanto desde Marruecos como desde Argelia.
La ruptura total: ¿por qué ahora?
Para entender el deterioro en las relaciones entre Argelia y Marruecos hay que recordar un hecho que alteró el difícil equilibrio a comienzos del pasado mes de diciembre: el reconocimiento por parte de la saliente Administración estadounidense –mediante un tuit del ex presidente Donald Trump- de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. En el mismo mensaje en Twitter el anterior inquilino de la Casa Blanca anunciaba asimismo que Marruecos e Israel restablecían relaciones diplomáticas.
Lo cierto es que, a pesar del cambio de administración, Estados Unidos no ha alterado su posición respecto a dicho reconocimiento –aunque sus representantes se han expresado con lenguaje ambiguo y contenido- y la alianza entre Rabat y Tel Aviv –en varios ámbitos, incluido el militar- no ha hecho sino consolidarse en estos meses. El refuerzo de las posiciones marroquíes en el conflicto que mantiene con el Frente Polisario por la ex colonia española no gusta nada a Argel, como tampoco la presencia de lo que el pouvoir argelino llama “la entidad sionista” junto a sus mismas fronteras.
En este sentido, en entrevista con el diario Le Monde, la investigadora del Instituto alemán de Asuntos Internacionales y de Seguridad Isabel Warenfels aseguraba que el restablecimiento de relaciones entre Marruecos e Israel “ha sido un shock para Argelia, que considera que los israelíes están ya en sus fronteras. El affaire Pegasus también ha incrementado el temor que la cooperación israelo-marroquí se hace contra Argelia”. “Si quiere entenderse por qué se produce ahora, hay que ir más allá de la relación bilateral entre Argelia y Marruecos. Argel quiere demostrar a la comunidad internacional, pero también a su propia población, que el país está de vuelta en la escena internacional después de más de una década de ausencia. Es la señal que se ha enviado”, explicaba la especialista en temas magrebíes.
Por su parte, el politólogo argelino Abdel Ourabah concluye que “se percibe con claridad que la presencia israelí en Marruecos es una inmensa fuente de tensión y a este respecto no puede excluirse en el futuro próximo otras acciones argelinas como el cierre de sus fronteras marítimas con Marruecos. Sobre todo, si Marruecos sigue consolidando sus relaciones con Israel”.
Lejos ya de la timidez de los primeros meses de la nueva relación, las autoridades marroquíes son cada vez más nítidas en su apoyo a Israel y su creciente presencia en el conjunto de la región. Por ejemplo, la semana pasada el ministro marroquí de Exteriores, Nasser Bourita, afirmaba en una conferencia ministerial organizada por el Departamento de Estado de Estados Unidos para celebrar el primer aniversario de los Acuerdos de Abraham que “la normalización de las relaciones con Israel es un evento histórico” y llamaba a establecer un nuevo “orden regional”. No pasaba la ocasión para lanzar un dardo a su vecino: “Desgraciadamente, un país vecino ha decidido romper sus relaciones con Marruecos pretextando el restablecimiento de sus relaciones con Israel”.
El respaldo estadounidense e israelí ha envalentonado, en fin, a la diplomacia marroquí y, a su vez, ello ha incrementado la agresividad de la argelina. Como muestra, los cruces verbales –muchos de ellos recogidos en este artículo- entre Nasser Bourita –ministro marroquí de Exteriores- y Ramtane Lamamra –jefe de la diplomacia argelina- o Amar Belani –portavoz de la Cancillería argelina.
A pesar del ruido y la furia verbales, los especialistas relativizan lo sucedido en las últimas semanas. Aunque Argel esté tratando de hacer todo el daño posible a Marruecos, las consecuencias económicas de las últimas medidas no serán importantes dada la escasa integración de las economías de los dos vecinos malhadados del Magreb. Con todo, como advierte el profesor Bustos, “en toda escalada hay un riesgo de descontrol. Pero son dos regímenes con muchos problemas internos que no pueden descuidar”.