Leopoldo López es, sin duda, uno de los personajes más conocidos en lo que a liderazgo político se refiere, no solo en Venezuela, sino en todo el continente latinoamericano, EEUU y también España, país con el que tiene vínculos muy estrechos desde hace años y que ha elegido ahora como destino para seguir difundiendo su idea de “liberar a Venezuela”.
En su país, ha sido por mucho tiempo, el preso político más famoso y admirado, casi reconvertido en un icono pop. Objeto de deseo por parte de todos los partidos políticos opositores que lo querían en sus filas y figura clave para conseguir el éxito en cualquier acontecimiento que conllevara mover a las masas.
Es habitual encontrar en diferentes zonas de Caracas murales tamaño XXL con su fotografía acompañados de mensajes donde se exige su libertad. Recordemos que López fue elegido alcalde de Chacao, una zona de clase media alta al este de la capital, a los 27 años, y ocupó el puesto durante ocho años, entre el 2000 y el 2008, cuando fue inhabilitado por el gobierno de Hugo Chávez por presunta malversación de fondos.
Y todavía hoy, en el imaginario del venezolano común, Leopoldo gusta, cae bien; y se le reconoce un carisma que es innegable a pesar de los intentos del chavismo por acallar su voz. Su heredero Juan Guaidó nunca ha conseguido levantar las pasiones que levantó y levanta todavía López, incluso ahora y por primera vez desde fuera de Venezuela.
Nacido en el seno de una de las familias más reconocidas y pudientes de Venezuela, relacionadas con los negocios y el sector petrolero, López estudió política y economía en Harvard, EEUU; y es descendiente lejano del mismísimo libertador Simón Bolívar. Él mismo y muchas personas dentro del país sudamericano creen que López está destinado a ser presidente de su país.
Quizá por ello es que, a pesar de su popularidad innegable, también ha resultado ser un personaje controvertido en alguna ocasión, como cuando en unos documentos de Wikileaks filtrados en 2009, el consejero político de EEUU en Caracas, Robin D. Meyer, escribió que López “suele ser descrito como arrogante, vengativo y hambriento de poder, pero sus compañeros de partido aseguran que tiene una popularidad que ha perdurado en el tiempo, carisma y talento organizativo”.
Sin embargo, la fama radical le llegó en febrero de 2014, en apenas una semana, cuando en Venezuela comenzaron una serie de protestas a lo largo de todo el país con Caracas como epicentro. Los venezolanos se lanzaron a la calle en febrero de aquel año contra las políticas de Nicolás Maduro, y Leopoldo López se convirtió en el líder de las manifestaciones que en aquel año bautizaron como La Salida (porque pretendían terminar con la salida de Maduro de Miraflores y del gobierno).
López, que había radicalizado su discurso contra el gobierno chavista y era el principal impulsor de aquellas protestas, se entregó finalmente a la justicia tras una marcha multitudinaria en Caracas el 18 de febrero de 2014. Lo hizo rodeado de sus seguidores que lo acompañaron emocionados, muchos de ellos con claveles blancos en sus manos. López se entregó a la Guardia Nacional Bolivariana. La Fiscalía General de la República ya había ordenado su detención por acusarle de “instigación pública, daños a la propiedad en grado de determinador, incendio en grado de determinador y asociación para delinquir”.
Su entrega lo ensalzó todavía más como un líder carismático que se sacrificó por sus ideales políticos; y todavía hoy aquel recuerdo permanece fresco como un símbolo de liderazgo entre sus seguidores. Es habitual escuchar hablar del famoso episodio de su entrega voluntaria en los corrillos de los sectores opositores cuando López es noticia en el país.
Posteriormente, en septiembre de 2015 y cuando ya estaba encarcelado en la prisión militar de Ramo Verde, ubicada en el municipio de Los Teques, como a cuarenta minutos de Caracas, fue condenado a 14 años de prisión por los delitos que le había imputado la Fiscalía. Las protestas de 2014 terminaron con un saldo de 43 muertos, 600 heridos y más de 3.500 detenidos. A López, el gobierno de Nicolás Maduro también lo ha calificado como un “asesino” tras los acontecimientos que tuvieron lugar durante La Salida.
Leopoldo López estuvo en la prisión de Ramo Verde tres años y medio, hasta agosto de 2017 cuando se le concedió la prisión domiciliaria. Después, el 30 de abril de 2019 encabezó junto a Juan Guaidó un intento fallido de golpe de Estado contra Nicolás Maduro. Desde aquel día permanecía como huésped invitado en la residencia del Embajador de España en Caracas, hasta el pasado 24 de octubre, fecha en la que salió de Venezuela hacia Madrid.
“Todo su proceso es ilegal; y mucho más todo lo que fue su imputación y su sentencia, porque fue condenado por su manera de pensar. Hubo hechos que nunca ocurrieron y que ellos (el gobierno) decían que Leopoldo los pensaba”, asegura en entrevista con NIUS Adriana Pichardo, diputada venezolana del partido Voluntad Popular y presidenta del Observatorio de DDHH de la Asamblea Nacional.
“En el juicio en su contra, la acusación basó todos sus argumentos en lo que Leopoldo estaba pensando. Pero eso es algo completamente subjetivo. ¿Cómo lo demuestras? No presentaron ni una sola prueba”, asegura Pichardo.
A Leopoldo le acusaron de participar directamente en varios episodios violentos que tuvieron lugar durante las protestas de 2014 y que terminaron con disturbios e incendios en varios edificios públicos, así como destrozos en general del inmobiliario urbano. La diputada sostiene que lo único que hizo López fue participar en las movilizaciones de protesta en la calle al igual que cientos de miles de venezolanos, y que una vez terminaron las marchas, antes de que comenzasen los altercados, se fue. “Hay fotografías de Leopoldo en el metro de Caracas volviendo a casa”, asegura.
Durante su estancia en Ramo Verde no recibió torturas físicas, pero a cambio recibió todo tipo de torturas psicológicas y de aislamiento; vejaciones constantes contra su persona, su familia y sus abogados, así como la violación de sus derechos humanos a todos los niveles.
Él mismo lo denunció en un vídeo que se hizo viral en junio de 2017 y que su esposa Lilian Tintori se encargó de difundir. En el vídeo se le escuchaba gritar desde la ventana de su celda de aislamiento: “¡Lilian, me están torturando! ¡Denuncien! ¡Denuncien!”. En aquel momento llevaba 78 días completamente incomunicado, sin poder hablar ni siquiera con sus abogados.
El aislamiento absoluto con la intención de provocar la pérdida de su equilibrio emocional fue la principal herramienta de tortura que utilizaron en su contra.
“Vivía en una celda completamente aislado en una torre de cuatro pisos. No podía salir ni siquiera al patio y no tenía contacto con otros reclusos. Cuando por fin, después de mucha presión, le permitieron salir a que le diera el aire, sólo podía hacerlo entre las 4:30 y las 6 de la mañana, cuando el resto de presos estaba durmiendo, para que no cruzara con nadie”; explica la diputada opositora.
“Pasó semanas enteras en una celda de 2x2 donde solo podía estar de pie al lado de la cama minúscula. Le negaban ir al baño, la electricidad, el contacto con su familia o sus abogados en innumerables ocasiones sin explicación. Le rompían todas sus pertenencias, hasta los dibujos que sus hijos le llevaban en las pocas visitas que le permitieron”.
Sobre cómo mantuvo la cordura, Pichardo cuenta que el propio Leopoldo le explicó que hizo muchos ejercicios espirituales, que leía mucho la Biblia, ya que fue el único libro que le permitieron tener; que hacía yoga, meditación y sobre todo mucho ejercicio. “Me explicó que llegó a hacer hasta 4.000 abdominales diarias, solo para cansarse y poder dormir”.
Su familia también sufría vejaciones cuando le visitaba. Su mujer, su madre y sus hijos pequeños. Les requisaban, les desnudaban durante horas y les prohibían visitarle sin explicaciones o motivos aparentes, incluso, en varias ocasiones, cuando ya estaban allí, a punto de entrar.
La presidenta del Observatorio de DDHH de la Asamblea Nacional recuerda un episodio que ocurrió con su hijo Leopoldo Santiago en una de estas visitas a Ramo Verde. En aquel momento el pequeño, que hoy es el mediano de los hijos de Leopoldo, no tenía más de tres años. Los guardias de la prisión le dijeron que tenía que quitarse los zapatos y el niño los lanzó al suelo aparentemente enfadado. Se montó tal revuelo que los militares terminaron levantando un acta al bebé.
En otra ocasión, a Leopoldo López le amenazaron con que estaban grabando los encuentros íntimos que sostenía con su mujer, solo para provocarle angustia y zozobra psicológica.
El Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) también ha documentado el caso de Leopoldo López y sus años en prisión bajo torturas y vejaciones constantes. De hecho, son los responsables de haber llevado las medidas cautelares del caso frente a la Comisión Interamericana de DDHH.
“Leopoldo no tenía derecho ni a la luz del sol”, asegura en entrevista con este diario Carolina Girón, directora general del OVP. “Hasta cuatro veces al día lo requisaban. Lo mantenían horas desnudo sin motivo y le quitaban todo. Creo que su aislamiento extremo fue porque le tenían miedo. Es un hombre que mueve masas y que tiene mucho arraigo en la población”, sostiene.
Esta situación, según explica la experta, no fue así al principio, cuando sí le permitían tener libros, ver televisión o incluso interactuar con otros reclusos jugando al baloncesto. Pero eso cambió pronto y comenzaron las torturas psicológicas a todos los niveles que se iban acrecentando a medida que pasaba el tiempo.
“Al final no tenía ni mantas”, señala Girón. “Y Ramo Verde es una prisión militar en muy malas condiciones y con muchísima humedad”.
Tampoco le permitían ver médicos. En concreto, la directora del Observatorio señala que le negaban sistemáticamente la visita del oftalmólogo a pesar de que Leopoldo López sufre problemas de visión, y tampoco le permitieron ver a un médico dentista cuando presentó problemas severos en su salud bucal, aparte de la negación constante de medicamentos y otras consultas sanitarias de cualquier índole.
A nadie del Observatorio Venezolano de Prisiones se le permitió nunca visitar a Leopoldo López en la cárcel. La propia Carolina Girón en persona acudió hasta 30 veces a la prisión de Ramo Verde y nunca la dejaron pasar, a pesar de que, según la ley venezolana, cualquiera tiene derecho a visitar a un recluso privado de libertad en el país. El derecho a la visita se trata de un derecho humano fundamental.
La situación de las cárceles en Venezuela, según ha documentado en sus últimos informes el OVP, es infrahumana y una de las peores a nivel latinoamericano. Los niveles de hacinamiento superan el 120% y según explica la directora del OVP, en estos momentos existe “un problema severo de desnutrición”. Aparte, documentan la falta de servicios básicos como agua y electricidad, algo que no es exclusivo de los centros penitenciarios, sino que afecta a la mayoría del país caribeño.
“Los presos tienen hambre. No les están dando comida. No sabemos qué está pasando con el presupuesto público destinado a la alimentación de los reclusos”, sostiene Girón.
En el año 2019, 104 presos murieron en Venezuela por la falta de atención del Estado. En 2020, las cifras han empeorado de manera considerable. Según el último informe presentado hace un mes por el Observatorio, antes de la pandemia, en los meses de enero, febrero y marzo, contabilizaron 74 privados de libertad muertos dentro las cárceles, 35 de ellos por falta de atención sanitaria. La tuberculosis, una enfermedad que ya se había erradicado en Venezuela, se ha convertido junto a la desnutrición en la causa principal de muerte entre los reos.
De abril a septiembre, el OVP documenta 240 muertos, 133 por motivos de salud. La cifra, en lo que va de año ya supera con creces a los fallecidos en todo el año 2019. El pasado 10 de octubre, se registró un motín en la cárcel de Yare, una de las más famosas de Venezuela. La directora de la prisión, una funcionaria de 40 años resultó herida con una bala en un tobillo.
“¿Por qué crees que fue ese motín? ¿Por qué te crees que la dispararon?” Pregunta Carolina Girón. “Por hambre. Porque se están muriendo de hambre y el mundo no sabe que existen”, sentencia.