Las cifras del Reino Unido son realmente alarmantes. Solo en Inglaterra se estima que hay 589.101 alcohólicos, pero únicamente recibe algún tipo de tratamiento un 20 por ciento de ellos. Los expertos lo describen como una “epidemia” y denuncian el fracaso de las autoridades en su lucha contra este grave problema.
Entre 2017 y 2018 se produjeron 1,2 millones de ingresos hospitalarios relacionados con el consumo de alcohol. Un total de 7.697 personas fallecieron por culpa directa de éste y otras miles murieron por razones relacionadas con su consumo. La mayoría de esas víctimas fueron hombres.
Entre los primeros de Europa
Las autoridades se felicitan porque los ciudadanos beben algo menos que hace unos años. Sin embargo, se encuentran entre los primeros de Europa. Un británico consume una media de 10,7 litros de alcohol puro al año (la media europea se sitúa en un 8,6). Donde más se emborrachan es en Escocia, y donde menos en Inglaterra.
Pero es precisamente en esta región del país donde los alcohólicos están sufriendo más, según la universidad King’s College de Londres. Y es que tienen la mitad de posibilidades de recibir la ayuda necesaria en comparación con Escocia o Gales. La razón: los recortes del Gobierno. Desde 2012 se ha reducido en más de 100 millones de euros el presupuesto destinado a dichos servicios.
Durante muchos años el consejo que daban las autoridades británicas es que beber con moderación era seguro. Hace 3 años se rebajó el límite recomendado de 21 unidades a la semana a 14 (sin distinción entre hombres y mujeres). Una copa de vino equivale a 3 unidades y una pinta de cerveza (medio litro) a 2.
Ahora argumentan que incluso una pequeña cantidad supone un riesgo para la salud y que quien bebe por encima de estos límites pierde uno o dos años de vida. Incluso van más allá alertando que el alcohol puede causar siete tipos de cáncer: de boca, faringe, esófago, laringe, mama, intestino e hígado.
Happy hourUnos 13 millones de británicos no cumple esas recomendaciones, según el NHS (la Seguridad Social del Reino Unido). Y echan la culpa de ello a lo normalizado que está el beber, para empezar, cuando uno sale de la oficina. Pocos se resisten a volver a casa sin haber tomado al menos una pinta de cerveza en un pub. Y es difícil escapar a los famosos happy hour (entre las 17.00 y las 19.00 horas) que ofrecen dos cócteles por el precio de uno.
En este sentido, preocupa mucho el consumo entre los más jóvenes, que están expuestos a estas ofertas. Aunque beben menos que generaciones anteriores, según la Organización Mundial de la Salud, las chicas británicas se emborrachan más que los chicos. Además, las adolescentes de Inglaterra, Gales y Escocia se encuentran entre las que más beben, según un estudio de esta agencia de Naciones Unidas.
A lo largo de los años se han lanzado múltiples campañas, normalmente dirigidas a los padres, para que hablen con sus hijos sobre cómo el alcohol perjudica su cerebro.
Una de las más famosas, “What’s the harm?” (¿Cuál es el daño?), pretende, por ejemplo, desmontar mitos, como el de que probar el alcohol en familia aleja a los adolescentes de la obsesión por emborracharse. Recomienda también a los progenitores que sus hijos no prueben el alcohol hasta que cumplan al menos 15 años.