Hace solo unos días que Macron tomaba la famosa medida de los 15 céntimos de rebaja de combustible en Francia, que costará al Elíseo dos mil millones de euros y que durará cuatro meses. Ahora es Mario Draghi que ha dado el mismo paso en una Italia atravesada por los precios del combustible, que la colocan entre los primeros países de Europa con la gasolina y el gasóleo más caro.
Los números hablan por sí solos: En las últimas semanas el combustible no ha bajado de los dos euros en el país transalpino. Los italianos pagan por llenar el depósito entre 160 y 170 euros al mes, con la nueva medida ahorrarían solo unos 11 euros. El peso de la falta de gas ruso afecta también a los procesos de refinería, como explicaba esta semana ante el Senado el Ministro de Transición Ecológica, Roberto Cingolani, en una cadena que impacta cada vez más sobre el coste final.
Italia compra aproximadamente un 10% de su petróleo a Rusia y el premier Mario Draghi, en las diversas declaraciones desde que la crisis de materias primas derivada de la guerra acecha a Italia, destacaba la necesidad de actuar con la máxima rapidez posible.
Era, sin duda, consciente de los números que alcanzaba cada día el marcador de los precios del combustible y las medidas irán orientadas a una parte variable. La propuesta que nace en el seno del Consejo de Ministros es similar a la de Francia y pretende rebajar 15 céntimos gasolina y gasóleo. Como lo confirmaba la viceministra de Economia, Laura Castelli, a las puertas de su aprobación “es una hipótesis concreta para reducir los impuestos específicos sobre carburantes y combustibles para el uso particular.
La mayor recaudación de IVA por el aumento de la base disponible se utilizaría para reducir esa parte del impuesto especial y diminuir el precio final”. O lo que es lo mismo: el IVA es el mismo pero como el precio de partida es mayor, la recaudación aumenta y eso ayuda a compensar la rebaja directa del Gobierno.
Para algunos de los grupos parlamentarios son unas medidas insuficientes, comparadas con otros países como Portugal, con precios similares a Italia por encima de los dos euros, con un descuento de 0,40 céntimos. La presión del sector de transportistas, que amenaza con un patrón a inicios de abril, apura un paquete de medidas más necesario de nunca. El ex primer ministro Matteo Renzi, líder de Italia Viva, apoya otra medida más estructural que lleva encima de la mesa algunos días: un techo de gasto para el precio del gas, que aliviaría, en cualquier modo, también el precio del carburante.
Una propuesta que el mismo Draghi presentó hace una semana en Bruselas, pero que con los días pierde fuelle ante el peligro de una desventaja en los mercados.
Las medidas del Gobierno italiano pretenden influir en la parte variable del precio total de la gasolina y gasoleo, aquella que depende de las tasas de cada país. La cuestión de los llamados “impuestos especiales” levanta especiales ampollas en Italia, y no tiene nada que ver con la guerra y las sanciones a Rusia. En Italia el 57% del precio total son impuestos e IVA y representa una de las cifras más altas comparada con los países de la UE.
La parte más interesante de esos impuestos es que no se actualizan desde hace décadas y a día de hoy, cuando un italiano va a repostar parte de lo que paga va destinado, por ejemplo, las aportaciones a la guerra de Abisinia del 1935, solventadas hace muchos años y que ningún político se encargó de eliminar. No haber sido actualizado durante décadas ha incurrido en una acumulación de gastos continua que ha elevado tanto ese porcentaje y que ahora grava el precio final del carburante más que nunca.
En el discurso del Ministro Cingolani se introducía otra parte del precio final que también crea una gran alarma. El titular de Transición Ecológica habló concretamente del término “fraude colosal” referiéndose “al nerviosismo de los mercados del que solo se benefician algunos”.
Era sin duda una manera de poner el foco a un sistema de especulación de la industria intermediaria que perjudica al ciudadano, no solo por las tasas “específicas” ya nombradas, sino por una serie de tasas variables que además incluyen las empresas implicadas, como aquellas de refinería, y que pueden variar dependiendo la situación de inestabilidad. Eso explica el cómputo total de la subida. Ahora en la manos del Gobierno dar vía libre definitiva a un cambio que alivie la economía de las familias y empresas y que frene el descontento social que marca el precio de los carburantes en Italia.