El Afganistán de los talibanes, ¿ahora qué?: "Tendremos otra guerra civil si esto continúa así"

"Los talibanes siguen siendo los mismos. No veo ningún cambio en ellos. Nunca cambiarán: tienen la misma bandera, las mismas normas, la misma ideología...", afirma contundente la afgana Lailuma Sadid, periodista en el diario belga Brussels Morning Newspaper. Durante una mesa redonda virtual (Implicaciones Geoestratéticas del Gobierno talibán en Afganistán), organizada por el Real Instituto Elcano y moderada por su director, Charles Powell, ella lamenta la "pesadilla" que vive su país. Especialmente las mujeres, a las que los extremistas islamistas no dejan estudiar, trabajar o elegir su propia ropa.

"Han usado la religión como excusa para imponer sus decisiones, para hacer lo que hacen", explica. Y cuenta que buscan, casa por casa, mujeres activistas, periodistas, abogadas... que las golpean o las matan. "Como musulmana y mujer, digo que el Islam no dice que nos quedemos en casa". Hace un llamamiento a la comunidad internacional: "Por favor, no los reconozcáis porque siguen siendo los mismos". Y, desde Bruselas, añade pesimista: "Vamos a regresar a una guerra civil si seguimos así; más de 70 personas del Gabinete afgano están en la lista negra de la ONU".

El paquistaní Aizaz Ahmad Chaudhry, Director del Instituto de Estudios Estratégicos de Islamabad, analiza la situación de Afganistán en tres ejes: la responsabilidad de Estados Unidos y el resto de la comunidad internacional, la de los propios afganos y la de los países vecinos. En la toma de poder de los talibanes -el mes pasado- con la retirada de las tropas norteamericanas, no toda la responsabilidad es de Estados Unidos, afirma. Y recuerda que ese país llegó a la zona con un solo objetivo: eliminar a Al Qaeda.

Chaudry resalta la importancia de que Estados Unidos y la comunidad internacional "permanezcan comprometidos con Afganistán", que no se laven las manos, para intentar hacerlo un lugar más pacífico.

Además, dice, es clave que los talibanes se comprometan a cumplir los compromisos pactados en el acuerdo alcanzado con Estados Unidos en febrero de 2020 (y que fijó el calendario para la retirada de las tropas norteamericanas). En él, los extremistas se comprometieron a amnistiar a sus prisioneros y a no permitir que su territorio sirva de base para grupos terroristas como Al Qaeda o el Estado Islámico. El país no se puede permitir una guerra civil, advierte: "Los líderes afganos tienen la responsabilidad de darle un respiro".

A ese acuerdo entre Estados Unidos y los talibanes, sin embargo, la periodista afgana Lailuma Sadid lo califica de "política errónea"; "en ese pacto no pude verme a mí", afirma.

Chaudry también ha analizado el crítico papel de los países de la región. Esta, dice, juega "un papel fundamental" y destaca que "la inestabilidad en Afganistán perjudica" a la zona. "Pakistán no es un observador distante, también es víctima", afirma. Resalta además la importancia de evitar una crisis humanitaria en Afganistán y de proporcionar asistencia técnica y financiera.

Andrew Small, del German Marshall Fund of the US (GMF), ha hablado sobre las relaciones e intereses de China en Afganistán. Ha explicado que, por una cuestión de pragmatismo, Pekín está dispuesta a tener lazos con los talibanes. Pero el gigante asiático no está cómodo, le preocupa la capacidad de los nuevos dirigentes para garantizar la estabilidad del país, "necesita cierto control (...) que le dé seguridad para invertir en él".

Explica el experto: "China todavía necesita la ayuda de Pakistán para tomar decisiones y adquirir una dimensión más amplia en la política afgana". Por ello, Pekín espera que Islamabad "pueda usar su influencia para presionar a los talibanes hacia ciertos compromisos, que no son los mismos que le importan a Occidente".

La mesa redonda concluye con el llamamiento desesperado de la periodista afgana Lailuma Sadid: "No olvidéis al pueblo de Afganistán. Están sufriendo. Por favor, intentad apoyarlo".