Tras casi un cuarto de siglo de conflicto internacional en Afganistán, que ha producido varias decenas de miles de muertos, los talibanes vuelven a controlar el país. La retirada de las tropas estadounidenses ha propiciado que las milicias talibanes, que nunca desaparecieron, hayan conquistado casi todo el territorio de Afganistán en pocos días y ha hecho desaparecer al gobierno anterior, que ha huido del país.
La crisis de refugiados que vuelve a producirse ya es una realidad preocupante y las escenas que se viven en el aeropuerto de Kabul, con miles de personas agolpándose a sus puertas para intentar abandonar el país, dejan claro el pavor que la mayoría de la población siente ante la vuelta de los talibanes al poder en el país. Sólo la experiencia de su primer acceso al poder, hace más de veinte años, hace temer por su vida y su seguridad a los afganos, sobre todo a las mujeres y niñas del país.
Para encontrar el origen de los talibanes hay que retornar hasta 1989, con la retirada de las tropas soviéticas del país. Con la caída de la Unión Soviética, Afganistán se sume en una guerra civil que enfrenta a múltiples grupos étnicos. Entonces, los talibanes, cuya denominación significa ‘estudiantes’ eran un reducido grupo surgido dentro de la etnia pashtún, y arraigado en las zonas rurales de la provincia de Kandahar, en el sur del país.
Con un discurso que anteponía la ley y valores islámicos y la promesa de acabar con la corrupción y el régimen de terror impuesto por los diferentes señores de la guerra, los talibanes comienzan a ganar seguidores por todo el país. En 1995, su control llega al 40% del territorio. Solo un año después, los talibanes controlan todo Afganistán y declaran un Emirato Islámico, imponiendo su radical interpretación del Corán como la única ley vigente en el país.
Desde los primeros días de su régimen, los talibanes imponen su visión y forma de gobernar a base de castigos en público, torturas y amputaciones, asesinatos en masa y la anulación total de los derechos de las mujeres, a las que prohíben acudir a las escuelas, las apartan de la vida pública y sepultan su imagen bajo el burka.
Los talibanes prohíben la práctica de cualquier religión ajena al islam en el país y en 2001 una imagen recorre el mundo: la destrucción de los Grandes Budas de Bamiyán, un monumento de más 800 años de antigüedad. La toma del poder en Afganistán por parte de los talibanes vuelve a poner en peligro el patrimonio cultural y natural del valle de Bamiyán, veinte años después de que se perpetrara la destrucción de sus colosales Budas.
De cara al exterior, el país cuenta con un gobierno y diferentes ministros, pero en la práctica el país vuelve a la edad media y en cada barrio o cada pueblo son los líderes religiosos los que gobiernan, imponen sus costumbres y castigan a voluntad.
La visión radical de la sharia es la única justicia que gobierna las vidas de los afganos, excepto en el norte del país, donde una resistencia, sobre todo formada por antiguos muyahidines (las milicias financiadas por Estados Unidos que resistieron a los soviéticos) todavía planta cara al régimen
Las mujeres son borradas de la vida pública y social y recluidas en casa por los talibanes. A las mujeres y niñas se les prohíbe casi todo tipo de trabajos y se las saca de las escuelas. Cualquier mujer que fuera vista en la calle sin llevar el cuerpo y la cara completamente tapados era castigada duramente, así como cualquier mujer soltera que fuera sorprendida en compañía de algún hombre soltero.
Todo hace indicar que esta nueva llegada al poder de los talibanes recuperará todos los usos y costumbres de su anterior régimen. A todas las mujeres trabajadoras de las zonas ocupadas se les ha ordenado que abandonen sus puestos de trabajo y que no vuelvan a ellos nunca más. Las ejecuciones sumarias a los trabajadores que han participado activamente en la vida pública del gobierno anterior (políticos, policías, militares…) se suceden cada día en cada rincón del país.
Tras los atentados de Nueva York y Washington el 11 de septiembre de 2001 y la posterior acogida de gran parte de la cúpula de Al Qhaeda, incluido Osama Bin Laden (un excombatiente muyahidín adiestrado por Estados Unidos), en Afganistán, una coalición militar liderada por Estados Unidos comienza una intervención en el país, que consigue recluir a los talibanes en varias regiones montañosas del país o fuera del él (la mayoría en Pakistán).
Tras dos décadas de la ocupación militar, el débil gobierno y ejército de Afganistán no ha sido capaz de mantener la integridad del país después del anuncio de la retirada de las tropas estadounidenses. Mientras el país vuelve a estar controlado por los talibanes, como si estas dos décadas pasadas no hubieran ocurrido, algunos de los líderes radicales que huyeron a Pakistán tras la ocupación estadounidense son los que han negociado ahora con la administración americana la retirada de las tropas militares.