“La familia Sackler construyó un imperio multimillonario de fármacos basado en la adicción“, declaró en primavera el fiscal general de New Jersey, Gurbir Grewal, uno de los estados que ha demandado a la familia dueña de la farmaceútica acusada de fabricar analgésicos que han creado adicción en EEUU. Esta acusación se une a cientos de demandas en diferentes tribunales por todo el país contra Purdue Pharma. La farmacéutica no está acusada de vender sus fármacos, está acusada de comercializarlos con publicidad engañosa y con campañas agresivas en todo el país.
Esta semana, la familia dueña de Purdue Pharma ha anunciado la bancarrota de la farmacéutica. La suspensión de pagos llega después de que la fiscalía de Nueva York acusara también a los Sackler de ocultar en Suiza parte de su fortuna, estimada en 13.000 millones de dólares, según Forbes.
El grupo farmacéutico Purdue Pharma, en el centro de la batalla legal de la crisis de los opiáceos en Estados Unidos, quiere pagar a algunos de sus empleados 34 millones de dólares en pluses salariales por “cumplir y superar los objetivos“ laborales en los últimos tres años.
Y ello, pese a que la compañía se ha declarado recientemente en bancarrota y se enfrenta miles de demandas judiciales, acusada de ser una de las principales responsables de la epidemia de opiáceos. Temen quedarse sin gente.
Así lo han solicitado al juez los abogados de Purdue Pharma, fabricante del potente analgésico OxyContin, sin dar detalles sobre quiénes serán los destinatarios, según medios estadounidenses. Alegan que es parte del programa de incentivos y un paso necesario para mantener a ciertos empleados clave en sus puestos.
Los demandantes consideran esta cifra más alta de lo habitual en estos procesos. “La compañía no es un lugar fácil para trabajar“, asegura el representante legal del grupo, Eli J. Vonnegut. “Sería muy difícil atraer nuevo talento si la compañía perdiera sus empleados actuales.
Con toda esta publicidad negativa, muchos trabajadores están preocupados por los riesgos económicos que corren quedándose.“ Desde 2018, una cuarta parte de los empleados de alto rango se han ido de la compañía, que actualmente cuenta con 700 trabajadores.
Hace unos días, el grupo farmacéutico se declaró en suspensión de pagos, tras alcanzar un principio de acuerdo extrajudicial para hacer frente a las más de 2.600 demandas presentadas contra la compañía por su papel en la crisis de los opiáceos.
Podrían llegar a pagar más de 10.000 millones de dólares en indemnizaciones y crearán una nueva empresa para gestionarlas. La familia Sackler cederá el control y transferirá "la totalidad de sus activos a un fideicomiso u otra entidad establecida para beneficio de los demandantes y el pueblo estadounidense", según un comunicado.
El pacto está pendiente de aprobación judicial. Aún hay una veintena de estados en el país que se oponen al acuerdo y la batalla legal continúa. Según el Capítulo 11 de la ley estadounidense de bancarrota, las empresas pueden optar por declararse en quiebra para proteger sus activos.
Purdue Pharma, basada en Stamford (Connecticut), empezó a vender oxicodona en 1995 bajo el nombre de OxyContin, como calmante para el dolor seguro y casi milagroso, más potente que sus rivales. Se convirtió en el más vendido, y también en el opiáceo con receta más abusado. Se calcula que la compañía ingresó más de 31.000 millones de dólares desde su lanzamiento. Purdue Pharma está acusada de comercializar de forma agresiva el potente analgésico narcótico, sin dar toda la información a los consumidores sobre sus fuertes efectos adictivos y usando publicidad engañosa y campañas de "presión/ compra" de médicos y especialistas. Las recetas de OxyContin han caído un 40% desde 2010. Se ha incrementado el uso de fentanilo y héroina desde entonces. Pero se les acusa de ser el origen y emblema de la crisis.
El Instituto Nacional de Salud calcula que mueren 130 personas al día por sobredosis de opiáceos, la primera causa de muerte en Estados Unidos. Una muerte cada diez minutos aproximadamente. Un 40% de los casos son con receta. La adicción y uso indebido de opiáceos se ha disparado en la última década. En 2018 La administración Trump declaró “emergencia de salud pública“ en 2017 para combatir la llamada epidemia silenciosa.
Según el Centro Nacional de Estadísticas de Salud, en 2018 se contabilizaron 68.557 muertes por sobredosis de drogas. Se estima que 47.590 involucraron opiáceos y 31.897 involucraron opiáceos sintéticos, como fentanilo y tramadol. La tasa de muerte por sobredosois por opiáceos sintéticos se ha doblado anualmente desde 1999 en 28 estados.
La epidemia también tiene un coste financiero devastador para el país. Según un estudio publicado por la American Public Health Association, utilizando datos de 2013, antes de que la epidemia entrara en su fase actual, más virulenta, la carga económica total del uso de opiáceos era de aproximadamente 80 mil millones de dólares incluyendo el costes de la sanidad pública, el costes de la justicia penal y la pérdida del PIB de los estadounidenses drogo dependientes que abandonan la fuerza laboral.
Poco se sabe de los descendientes de Mortimer y Raymond Sackler, hermanos psiquiatras de Brooklyn más allá de algunas reseñas en las revistas locales de sociedad. No fue hasta 2015 cuando Forbes se dió cuenta de que había una familia multimillonaria, con unos veinte herederos que se repartían entre Connecticut, Londres, Utah, Gstaad, los Hamptons y, especialmente, la ciudad de Nueva York.
La revista fijó su riqueza en unos 14 mil millones de dólares. Cuentan con estancias completas financiadas por ellos en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, que alberga el majestuoso Templo de Dendur, salas "Sackler" en el Louvre y en la Royal Academy, museos autónomos en las universidades de Harvard y Pekín; y galerías Sackler en el Smithsonian, el Serpentine y el Ashmolean de Oxford. El Guggenheim en Nueva York tiene un Centro Sackler, y el Museo Americano de Historia Natural tiene un Laboratorio Educativo Sackler.
Los Sackler ha sido millonarios durante décadas. Purdue fue una pequeña farmacéutica que comenzó comercializando medicamentos para remover la cera de los oídos y laxantes. En 1966 lanzaron al mercado el que ha sido su medicamento más exitoso, el Betadine. En 1986 Purdue lanzó al mercado estadounidense la primera píldora de morfina de liberación programada para enfermos terminales de cáncer, y aquí comenzó la segunda parte de la historia de la farmacéutica y de la familia, el Oxycotin.
No fue tanto el medicamento como la extraordinaria visión del marketing de Arthur, el patriarca, para "vender" el medicamento para tratar el dolor crónico. La idea era simple y muy rentable, para Arthur se trataba de una sustancia con propiedades adictivas, un benzo. Para Raymond y Mortimer, un opiáceo comercializado como un medicamento de "amplio espectro".
Y ahí comenzó el "subidón". Con una sola píldora, fácil de deshacer y de fácil acceso se pasó de tratar a enfermos terminales a cualquier tipo de dolor crónico. Y de ahí a convertirlo en polvos inyectables en el mercado de la drogadicción.
El mercado estadounidense de OxyContin está disminuyendo., sobre todo desde que empezaron las demandas y la persecución a los médicos que lo recetaban de forma masiva. Según algunos informes presentados en los diferentes tribunales "hay una cultura creciente de no soportar el dolor, una exigencia de los pacientes, y los médicos veían en éste medicamento un vehículo rápido y relativamente barato". Las recetas en Estados Unidos desde el comienzo de la investigación han caído un 33%, pero crecen en el resto del mundo.
En Europa, el vehículo de la familia es la farmacéutica NAPP, con sede en el Reino Unido. Según una investigación realizada el año pasado en Los Angeles Times, Mundipharma, la compañía propiedad de Sackler encargada de desarrollar nuevos mercados, está empleando un conjunto de tácticas familiares en países como México, Brasil y China. "Epidemias silenciosas" contra el dolor no tratado. En Colombia, según L.A. Times, la compañía llegó a hacer circular un comunicado de prensa que sugiere que el 47 por ciento de la población sufría de dolor crónico.