El bebé nació vivo pero los médicos del hospital de Rossano, al sur de Italia, le dejaron morir. La madre había optado por el aborto en la semana 22 de gestación porque los médicos le habían dicho que su hijo nacería con una discapacidad, según publica The Telegraph.
Al día siguiente el cura del hospital, Antonio Martello, fue a rezar junto al cuerpo del bebé y se lo encontró con vida. El pequeño estaba envuelto en una sábana, aún tenía el cordón umbilical, se movía y respiraba.
El sacerdote dio la voz de alarma a los doctores. Inmediatamente el pequeño fue trasladado al vecino hospital de neonatos Cosenza, donde finalmente murió.
La policía está investigando lo sucedido. El médico tiene la obligación de intentar preservar la vida del nacido que sobrevive a un aborto. La policía está analizando la conducta del personal del hospital.
Este hecho ha reabierto la polémica en torno al aborto en un país católico como Italia.