El submarinista estaba grabando el océano frente a la costa de Nueva Inglaterra, en Estados Unidos, cuando sin esperarlo un tiburón intenta hincarle los dientes.
En ese momento el hombre únicamente puede gritar de pánico.
El equipo que estaba con él dice que era un escualo de dos metros y medio y que probablemente lo atacó porque confundió el color plateado de la cámara con un arenque.
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