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Donald Trump ha puesto el mundo patas arriba en tiempo récord, entre aranceles, decretos y rifirrafes con sus vecinos latinoamericanos, pero también con Canadá y Ucrania. En solo un mes el presidente ha dibujado un nuevo orden mundial en el que parece que manda el más fuerte. Le da la espalda a la UE y se acerca peligrosamente a Rusia.
Putin ha dejado de ser el enemigo por la invasión de Ucrania y ahora el dictador, es Zelenski, el presidente del país agredido en una Europa relegada a un segundo plano.
El presidente de Estados Unidos parece querer llevar las relaciones internacionales como si fuera el CEO de una empresa, pero con el tono de un pistolero del oeste. En Ucrania persigue explotar su riqueza en yacimientos de minerales y tierras raras a cambio de protección, mientras a Canadá y Groenlandia las ha amenazado con anexárselas ya sea comprándolas o por cualquier otra vía.
Para Gaza ya tiene solución y no parece muy humanitaria: Desalojar a los palestinos a Egipto o Jordania para construir en la Franja una resort al estilo de la Riviera francesa, pero en Oriente Medio. Y lo ha dicho como si fuera una promoción inmobiliaria con vistas al mar, mientras Netanyahu asentía complacido a su lado.
La guerra de los aranceles a gran escala la ha lanzado contra socios comerciales como Canadá, China, México, y la Unión Europea, que todavía no se ha recuperado de la andanada que le llega de su antiguo aliado, Estados Unidos en los tiempos en los que Biden saluda y sonreía.
En apenas 30 días, el huracán Trump ha firmado decenas de órdenes presidenciales, buena parte sólo en la primera semana contra los inmigrantes provocando un estado de persecución en algunos estados, que no se había visto en un país civilizado y democrático. El presidente que ama el espectáculo anuncia sus decisiones en las redes, llama a su asesor para el ahorro, Elon Musk, en una cruzada que incluye a los funcionarios de la administración pública.
Así está desmantelando las agencias de ayuda al desarrollo y otros organismos federales para acabar con el despilfarro de la administración, dice y deja mano libre magnate Elon Musk, otro excéntrico compañero de viaje con el que Trump se ha propuesto llevar a Estados Unidos a la edad dorada.
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