Fue un icono de la nueva era política, la era post Trump. Antes de convertirse en la primera mujer vicepresidenta de la historia de Estados Unidos, Kamala Harris ya había roto varios techos de cristal. Fue la primera afroamericana fiscal de distrito, primero de San Francisco, y después del estado de California. Las expectativas eran enormes. Se la consideraba la sucesora obvia de Joe Biden, pero no ha logrado despegar en toda la legislatura.
¿Qué ha pasado? ¿Por qué no ha 'cuajado' Kamala Harris? Manteniendo un bajo perfil durante estos cuatro años, la vicepresidenta parece haberse convertido en la figura con más opciones para sustituir a Joe Biden ahora que el presidente de Estados Unidos se ha retirado de la carrera a la presidencia.
La abogada Harris, de 55 años de edad, hija de migrantes, y licenciada en la Universidad de Howard en Washington, es la actual vicepresidenta de Estados Unidos. Su madre, científica en cáncer de mama, emigró a los Estados Unidos desde la India; su padre, quien obtuvo un doctorado en la Universidad de California en Berkeley y es profesor emérito de economía en Stanford, llegó desde Jamaica.
Kamala Harris nació en Oakland, y también fue la primera mujer de color elegida fiscal general de California durante seis años. Anteriormente, durante siete, ostentó el puesto de fiscal del distrito de San Francisco, donde comenzó su apoyo profesional a la comunidad LGTB creando una Unidad especial de delitos de odio, centrada en crímenes de odio contra niños y adolescentes LGTB en los colegios.
Como fiscal, se enfrentó a los grandes bancos de Wall Street durante la crisis financiera de 2008 y ganó más de 20 mil millones de dólares a favor de los propietarios de viviendas en riesgo de perder sus casas por la hipoteca.
Además, ha sido miembro del Comité de Presupuesto, del Comité de Seguridad Nacional y Asuntos Gubernamentales, del Comité Selecto de Inteligencia y del Comité del Poder Judicial.
El 21 de enero de 2019, Harris anunció oficialmente su candidatura para ser presidenta de los Estados Unidos, de cara a las últimas elecciones presidenciales del 3 de noviembre de 2020. Antes de competir en las primarias, Harris y Biden, ya venían teniendo una relación amistosa, tanto por el círculo de profesionales que rodeaban a Obama, como por el difunto hijo de Biden, debido a que este y la senadora trabajaron como fiscales generales.
Sin embargo, Harris abandonó su carrera presidencial por falta de fondos económicos y porque no consiguió aumentar la intención de voto tras varios debates presidenciales. Algunos críticos a la candidatura como vicepresidenta de Biden, creían que su campaña presidencial fue una decepción. Otros la consideraron como el primer “peso pesado” que se retiraba de la contienda presidencial.
Durante el 2020 y en medio de la pandemia que azotaba especialmente a las minorías latinas y afroamericanas, el perfil de Harris encajaba en la estrategia de campaña.
La abogada afroamericana también ha jugado un papel crucial en la redacción de un amplio proyecto de ley para prohibir la técnica de arresto por estrangulamiento, y para establecer un estándar unificado que permitiera controlar el uso de la fuerza por parte de la policía, llevando a cabo varios cambios exigidos por los manifestantes.
En materia migratoria, la vicepresidenta propuso durante su campaña a la presidencia una ampliación del plan conocido por sus siglas en inglés como DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia), que pretendía utilizar a la autoridad ejecutiva para que los Dreamers (hijos de inmigrantes indocumentados que llegaron a Estados Unidos), tuvieran acceso a la ciudadanía, tratando de proteger también a las familias de estos jóvenes.
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