Los fenómenos climáticos extremos azotan al mundo: De los vientos huracanados en Noruega al calor sin precedentes en Argentina
Varias zonas del mundo se están viendo afectadas por fenómenos meteorológicos extremos, que están causando lluvias torrenciales y olas de calor sin parangón
Las causas de estos fenómenos climáticos se hallan en varios factores, entre ellos los domos de calor y la influencia de El Niño
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En Perú, el río Tiambra se ha desbordado y ha arruinado un campo de fútbol. En California, Estados Unidos, lluvias torrenciales han anegado calles y carreteras, obligando a rescatar vehículos sumergidos. En Noruega, vientos huracanados de casi 200 km/h han interrumpido la vida diaria, con bloqueos en el acceso al centro de la ciudad.
Por otro lado, Argentina sufre una ola de calor extrema, con temperaturas que podrían llegar a los 38°C en la capital en los días siguientes. Ciudadanos buscan ansiosamente protección del calor inaguantable, resaltando la dificultad de afrontar la situación incluso con sistemas de aire acondicionado.
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¿Por qué está pasando esto?
La causa de estos fenómenos climáticos extremos se halla en varios factores, pero entre ellos destaca el “Domo de Calor”, una masa de aire caliente inmóvil que ha cobrado relevancia en los últimos años. Este fenómeno meteorológico, cada vez más habitual y duradero, se nutre del cambio climático, impulsado por las emisiones de gases de efecto invernadero provenientes de actividades humanas.
La concentración creciente de dióxido de carbono y otros gases en la atmósfera provoca un efecto invernadero, atrapando el calor y contribuyendo al calentamiento global. Este aumento de temperatura, a su vez, favorece la formación y consolidación de los temidos Domos de Calor, intensificando las olas de calor y prolongando sus efectos devastadores.
La compleja relación entre el Domo de Calor y el fenómeno de El Niño empeora aún más la situación. El Niño, un patrón climático natural, puede potenciar la formación de estos domos, desencadenando eventos climáticos extremos como sequías, incendios forestales y tormentas intensas.
Las consecuencias abarcan desde la pérdida de biodiversidad hasta amenazas para la seguridad alimentaria y el aumento del nivel del mar. Además, comunidades vulnerables se ven desproporcionadamente afectadas, exacerbando las ya existentes desigualdades sociales.
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