Patricia Lefranc, una mujer belga de 59 años, ha pasado más de 100 veces por quirófano. Su rostro y su cuerpo están llenos de cicatrices después de que su expareja Richard Remes, condenado a 30 años de prisión, le atacase con ácido sulfúrico en 2009. “He aprendido a verme”, expresa Lefranc, que años después busca concienciar sobre la relación geográfica entre este tipo de ataques y el uso de estos corrosivos en la industria textil.
Patricia ha posado para la nueva campaña de la organización benéfica Acid Survivors Trust International (ASTi) que ha contado con el trabajo del fotógrafo de moda británico Rankin. Con las fotografías, han creado el Look Book de Tear Couture, una guía esencial de la industria de la moda sobre los últimos estilos y tejidos, en colaboración con McCann Health London.
Así, pretenden “alentar a las empresas a tomar medidas para ayudar a prevenir ataques mediante la introducción de controles más estrictos en torno a las sustancias corrosivas que han sido utilizadas predominantemente como armas por hombres contra mujeres”.
Especialmente en determinadas zonas, donde han detectado una correlación entre el número de ataques y la base industrial de la moda. Desde ASTi señalan países como Bangladesh, Camboya y Pakistán.
Sobre el ataque, que hizo que perdiese un dedo, un ojo y una oreja, además de decenas de cicatrices, Lefranc asegura que ha aprendido a verse y luchar. “Incluso antes de lo que pasó yo era una luchadora, siempre estaba ocupada y no quería quedarme encerrada en casa y darle la satisfacción”, dice a Reuters.
Su agresor, Richard Remes, fue juzgado en 2012. Según narró ella misma en el juicio, le arrojó ácido en la cara y cuando se retorcía de dolor, en el resto del cuerpo. "Remes ha arruinado mi vida como mujer, me ha convertido en un monstruo", dijo ella entonces, asegurando que su pareja la quiso matar.
Él negó que esta fuese su intención, justificando su acción como "una broma que terminó mal". Dijo que quería darle un susto: "Quería marcarla, pero nunca imaginé que sería tan rápido".
La justicia belga le declaró culpable de intento de asesinato y le condenó a 30 años de cárcel.
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