El camino que lleva a Belén ya no es el que cantamos en los villancicos navideños en plena guerra en Gaza. De hecho, Belén se va a quedar este año sin Navidad. Sin turismo, ni cánticos ni festejos. La muerte es la protagonista. Belén vive de la iglesia de la Natividad, compartida por ortodoxos y católicos, del turismo y del aceite de oliva.
Solo un 10% de cristianos integran la población palestina y temen desaparecer en un futuro. El enfrentamiento entre Hamás e Israel está hundiendo la principal fuente de ingresos de Belén, de unos 30.000 habitantes, que son los peregrinos extranjeros. Los responsables de la Iglesia Cristiana anunciaron el pasado 10 de noviembre desde Jerusalén que este año no habrá festividades navideñas. “A pesar de nuestras repetidas llamadas para un alto el fuego humanitario y un fin de la violencia, la guerra continúa”, argumentan. Se duda de que este año en la plaza del Pesebre se ponga el árbol, según relata el diario El País que va más allá.
Belén se encuentra a ocho kilómetros al sur de Jerusalén, en la Cisjordania ocupada por Israel, que capturó en la guerra de los Seis Días de 1967 junto con la Franja de Gaza y Jerusalén Este. La ciudad está aislada de Jerusalén por un muro israelí, que los palestinos condenan como una apropiación de tierras, pero que Israel defiende como una medida de seguridad para protegerse de los ataques.
El Papa Francisco reiteró el domingo su petición de que cesen las hostilidades entre israelíes y palestinos, y pidió "mucha más" ayuda humanitaria para Gaza. "Basta, basta hermanos, basta", dijo Francisco, añadiendo que era necesario atender inmediatamente a los heridos en la Franja de Gaza y garantizar la protección de los civiles. También dijo que los rehenes retenidos por Hamás deben ser liberados.
Dirigiéndose a la multitud en la plaza de San Pedro tras su rezo semanal del Ángelus, Francisco dijo que las armas nunca traerán la paz y que el conflicto no debe extenderse. "Estoy cerca de todos los que sufren, palestinos e israelíes", dijo, añadiendo que rezaba por ellos.
Israel dijo el domingo que estaba preparado para evacuar a los bebés del mayor hospital de Gaza, pero las autoridades palestinas afirmaron que las personas que se encontraban en su interior seguían atrapadas mientras se libraban intensos combates en las inmediaciones.
Muy poca ayuda ha entrado en Gaza desde que Israel declaró la guerra a Hamás hace más de un mes, después de que los militantes arrasaran el sur de Israel, matando a unas 1.200 personas y tomando como rehenes a más de 200, según funcionarios israelíes. Funcionarios palestinos dijeron el viernes que 11.078 residentes de Gaza habían muerto en ataques aéreos y de artillería desde entonces, alrededor del 40% de ellos niños. Francisco, de 86 años, ya ha pedido la creación de corredores humanitarios y ha dicho que es necesaria una solución de dos Estados para poner fin al conflicto entre Israel y Hamás.
El primer ministro de la Autoridad Palestina, Mohamad Shtayé, ha exigido, por su parte, abrir un corredor humanitario marítimo desde Chipre para facilitar la entrega de ayuda a la Franja de Gaza y ha recalcado la importancia de no limitar estas vías al paso de Rafá, en la frontera con Egipto.
En un mensaje televisado, Shtayé ha indicado que las autoridades palestinas ya han propuesto la apertura de un corredor de este tipo ante la falta de ayuda suficiente para atender a la población de Gaza. "Exigimos abrir corredores humanitarios que lleven a Gaza más allá del paso de Rafá y propusimos uno entre Chipre y Gaza", ha incidido antes de acusar a Israel de utilizar el hospital de Al Shifa, el mayor complejo médico de Gaza, como "símbolo de su control" sobre la zona.
Así, ha acusado a las autoridades israelíes de "lidiar con Al Shifa como si fuera la capital misma de Gaza, por lo que la caída del hospital supone la caída de la Franja", algo que solo supone "una justificación para matar a los heridos, enfermos, médicos y paramédicos", tal y como ha puntualizado, según ha recogido la agencia de noticias palestina Quds.
En este sentido, ha alertado de que bombardear los hospitales, cortar la electricidad y vetar la entrada de combustible es un "crimen de guerra de acuerdo al Derecho Internacional". "Todos los que entreguen armas a Israel están siendo cómplices de crímenes contra niños y mujeres", ha afirmado. Además, ha expresado su deseo de que Naciones Unidas ejerza un papel "efectivo a la hora de movilizar las capacidades restantes en un intento por presionar y lograr resultados deseables" para la población de la zona, especialmente ahora que "todos los hospitales del norte de Gaza están fuera de servicio".
El primer ministro palestino ha aprovechado la ocasión para condenar y rechazar el establecimiento de "campos temporales de desplazados", tal y como solicita el Ejército israelí a las organizaciones internacionales. "Queremos que nuestro pueblo regrese a sus hogares, de donde fueron desplazados. En la historia de Palestina, no hay algo así como "temporal", ya que la experiencia nos ha enseñado que lo temporal es permanente", ha sostenido. No, no es tiempo de Navidad, ni siquiera en Belén.
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