La última acusación de Israel contra Hamás es que estaría planeando un ataque con armas químicas. Y esa amenaza es un argumento más para desplegar un potencial aéreo de gran precisión destructora sobre núcleos urbanos de la Franja de Gaza. Desde hace 17 días y 17 noches, las fuerzas israelíes bombardean esta región sin descanso.
Su aviación tiene vía libre en el cielo. Hamás no dispone de defensa antiaérea capaz de hacerles frente. Las bombas que lanzan pueden alcanzar los 1.000 kilos de explosivo. Por eso, asistimos en este conflicto a un ritmo de destrucción diferente al que hemos visto en la guerra de Ucrania, donde el poder aéreo de Rusia está más limitado.
"En la guerra de Ucrania, cuando se llega a las zonas urbanas, se están usando proyectiles de artillería. Y tiene una cantidad explosiva de unos seis kilos. Sin embargo en Israel vemos como una sola bomba puede derribar un gran bloque de edificios duales", explica Guillermo Pulido, de 'Revista Ejércitos'.
Israel busca destruir los arsenales de Hamás ocultos en túneles bajo los edificios. Y para conseguirlo, sus bombas están diseñadas para llegar hasta los cimientos y explotar con retardo: "Penetran en la tierra e implosionan en 0,2 segundos, lo que hayan programado", precisa Pulido. En los seis primeros días, Israel lanzó unas 6.000 bombas sobre Gaza, casi tantas como Estados Unidos en todo un año sobre Afganistán.