La India acoge este fin de semana la reunión de jefes de Estado y de Gobierno del G20 en un momento de cambios para el país, que incluso busca un nuevo nombre hindú, Bharat. Sin embargo, la pobreza, la desigualdad sigue enquistada a pesar de haber alcanzado recientemente la Luna.
El país ya tenía una imagen para la épica que acompañase a su pujanza económica, pero al ritmo de crecimiento de este país le acompaña también otra imagen: la de la desigualdad en una sociedad de mil quinientos millones de habitantes, a quienes no llega ni ese crecimiento ni la épica de la carrera espacial.
La ambición no es solo económica y política, también es histórico cultural, este mes el parlamento nacional dejará atrás el nombre impuesto en la era colonial británica. La India será Bharat, la presidenta del país ya lo ha utilizado en una invitación en inglés en este G20.
Estos días la nueva Bharat pone a prueba su florecimiento y su peso global como anfitrión de una cita descafeinada y tensa: no estarán ni Putin ni Xi Jung Pin.
Las tensiones entre India y China, el endurecimiento de las posiciones con Ucrania o la poca ambición en la lucha contra el cambio climático puede hacer que este G30 no sea ni un pequeño paso para el mundo, ni un gran salto para la India.