Casi un centenar de ballenas piloto quedaron varadas en aguas poco profundas a unos 150 metros de una playa al suroeste de Australia. 54 de ellas murieron el primer día. Durante más de 48 horas, decenas de voluntarios y profesionales intentaron llevar a las otras 43 mar adentro para salvarles la vida. A pesar de los esfuerzos titánicos, no ha sido posible y han tenido que ser sacrificadas para evitar prolongar su sufrimiento.
Estos cetáceos de aleta larga son muy sociables y este tipo de varamientos son frecuentes en Australia y Nueva Zelanda. Según los expertos en vida silvestre, este hecho podría deberse al estrés, a alguna enfermedad, a errores de navegación o también a cambios repentinos en las mareas.