El papa nombra a un teólogo argentino como responsable del dicasterio para la Doctrina de la Fe
Monseñor Víctor Manuel Fernández releva a un español en el dicasterio para la Doctrina de la Fe
Órgano que se encarga, entre otras cosas, de supervisar las investigaciones de abusos a menores y de los temas doctrinales
Fernández había sido criticado en el pasado por decir que el papa no necesita vivir en Roma para gobernar la Iglesia
El papa Francisco no deja a nadie indiferente con sus nombramientos y con su visión de la Iglesia desde hace ya una década. A pesar de sus recientes achaques de salud, como la operación abdominal que lo tuvo ingresado diez días hace unas semanas, mantiene su voluntad de afrontar sus próximos viajes, hasta tres en lo que queda de año, y por ahora la posibilidad de dimitir no parece estar en el aire. Tras diez años de pontificado, esta etapa que se abre, afrontará, según varios expertos vaticanistas, una serie de transformaciones teológicas y espirituales, debido a que los grandes cambios en las entrañas vaticanas, como la organización de la Santa Sede, ya forman parte de una primera etapa que parece cerrada con la publicación de la Constitución Apostólica. El reciente nombramiento del argentino Victor Manuel Fernández, de 60 años, para dirigir uno de los dicasterios más importantes, el de la Doctrina de la Fe, demuestra una nueva decisión de peso para el Pontificado de Bergoglio. Fernández sustituirá al jesuita español Luis Ladarria Ferrer, que llevaba en el cargo desde 2017 y que tenía 79 años, lo cual desde hace tiempo hacía prever un cambio.
Víctor Manuel Fernández, de 60 años y conocido como “Tucho”, es el arzobispo de La Plata y, por su común procedencia, ha sido siempre muy cercano al papa Francisco. Es el primer argentino que el pontífice nombra para ocupar un alto cargo en la Curia Romana. Comparte una gran sintonía con el santo padre sea a nivel pastoral que teológico y esto será fundamental en la idea de renovación eclesiástica que se plantea en esta etapa del pontificado. De hecho en la carta del nombramiento que escribe el propio Francisco le pide promover el pensamiento teológico más que controlarlo, y relega la parte de la gestión de los abusos a la sección disciplinar del dicasterio. Le pide a él, en definitiva, que guíe los aspectos de fe. Víctor Manuel Fernández, a lo largo de su carrera, se ha ocupado de formación laica y teología y, entre libros y artículos, tiene más de 300 publicaciones en diferentes lenguas. Ahora será el guardián de uno de los temas que más preocupa al papa y una de sus mayores ambiciones en su legado a la Iglesia.
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Este es un dicasterio de máxima importancia, llamado anteriormente Santo Ufficio (Santa Oficina), y estuvo dirigido en su momento por Ratzinger, antes de ser nombrado papa. Su origen se encuentra en la Inquisición, por eso el papa, en la misma carta del pasado sábado dice “el departamento que usted presidirá en otros tiempos ha usado métodos inmorales”. Con los pontífices más recientes, se había convertido en un dicasterio central para la Iglesia y había mantenido, en líneas generales, un enfoque conservador. Este es el segundo gran cambio en menos de dos años, ya que la Congregación para la Doctrina de la fe ya fue reformada en 2022 por Francisco para separar de forma clara la función teológica y doctrinal del dicasterio, que ahora dirigirá el argentino, con la que examina desde hace dos décadas las denuncias de abusos por parte de miembros de la Iglesia y que tiene que ver con su función disciplinaria. De hecho, esta función ocupaba hasta hace poco el 90% de todo el trabajo del dicasterio, la idea de Francisco es separar estas funciones para que se pueda avanzar también en la parte doctrinal.
El proprio Víctor Manuel Fernández, en un post en Facebook, compartió cómo había sido la petición del papa. “El papa Francisco me pidió que sea Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. La primera vez que me lo pidió le di varias razones para decir que no. Una de ellas era que la tarea incluye la cuestión de los abusos a menores y yo no me siento preparado ni fui formado para esos asuntos. Sin embargo, cuando él estaba en el hospital, me volvió a pedir lo mismo. Pero él me explicó que el tema de los abusos ahora está en una sección bastante autónoma, con profesionales que saben mucho de ese tema. Finalmente acepté con alegría, porque lo que me pide es un maravilloso desafío, aunque tendré muchas contras: hay gente que prefiere un pensamiento más rígido, estructurado, en guerra con el mundo”, escribió.
De hecho el obispo argentino ya fue muy criticado por los sectores conservadores de la Iglesia cuando en una entrevista hace años dijo “la Curia vaticana no es una estructura esencial. El papa podría vivir incluso fuera de Roma, tener un dicasterio en la capital italiana y otro en Bogotá, y conectarse en vídeoconferencia con otros expertos que están en Alemania”. Tras el nombramiento ya ha recibido también críticas de los ultraconservadores americanos sobre un libro escrito cuando era un joven cura sobre la catequesis, que se inspiraba en una frase que hablaba de la encarnación como un beso de Dios a la humanidad. Aquella metáfora del beso fue utilizada, y ahora lo es de nuevo, como ataque por parte de las secciones más retrógradas de la Iglesia.
Aunque inicialmente Víctor Manuel Fernández no se ocupará de revisar los casos de pederastia que lleguen al dicasterio, parece que su nombramiento va en la línea del cambio en el enfoque de los abusos que Francisco inició con su pontificado, aún así muchos critican la poca eficiencia y la inercia heredada de este dicasterio. A la Congregación de la Doctrina de la Fe, por ejemplo, llegaron las primeras denuncias de abusos en los 90 sobre el padre Marcial Maciel, el cura mexicano fundador de los Legionarios de Cristo, del que los rumores sobre sus pedofilia llevaban ya muchas décadas circulando por el Vaticano.
La reciente renuncia en otro organismo que se ocupa dentro de la Iglesia de los abusos, la Comisión Pontificia para la Tutela de los Menores, del padre Hans Zollner, el mayor experto de abusos en la Iglesia del mundo, ha marcado también un punto de inflexión. Zollner declaraba una falta de metodología adecuada y de transparencia como los motivos de su renuncia. Aunque dejaba claro la intención de Bergoglio para cambiar las cosas, expresaba que poco había avanzado y que sus consejos y enfoques sobre la materia no habían querido ser escuchados.