Esta imagen de una niña corriendo a los brazos de Putin forma parte de un vídeo con el que el Kremlin intenta humanizar la maltrecha imagen del presidente ruso. Putin invita a la pequeña de ocho años a su despacho, incluso le pone al teléfono al ministro de Finanzas, que promete destinar 50 millones de euros a la región donde vive la niña.
No es la primera muestra de afectividad de un dirigente que no es precisamente reconocido en esta faceta. En una sorprendente aparición entre los ciudadanos, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, se dio el pasado día 28 un baño de popularidad, en el que intercambio besos, abrazos y fotografías con sus seguidores en la república de Daguestán. Lo hacía poco después de que el grupo Wagner, bajo el liderazgo de Yevgueni Prigozhin, amenazara con hacerse del control de Moscú en una rebelión armada, un punto de inflexión en la guerra de Ucrania que ha dañado la imagen del líder ruso.