La rebelión de los Wagner debilita a Putin pero no tendrá efectos inmediatos en el frente de Ucrania
El avance sin oposición hacia Moscú del Grupo Wagner refleja la incapacidad de reacción de Moscú, según los analistas
'Washington Post' señala que un día antes del motín, Putin tenía “indicios suficientes” de que “algo estaba pasando”, pero no hizo nada
Ucrania confía en sacar ventaja política y militar de la revuelta de los mercenarios
La fallida rebelión de Yevgeni Prigozhin y sus mercenarios Wagner no tendrá un impacto significativo en el desarrollo de la guerra de Ucrania, lo que no quiere decir que no tenga ningún impacto.
Kiev, desde luego, no sale perjudicado. Moscú, por distintas razones, queda tocado. En eso coinciden diversos analistas, que especulan sobre las consecuencias de un motín del que "todavía no hemos visto el último acto" y que destapó "las verdaderas grietas" del Kremlin, según Antony Blinken, secretario de Estado de EEUU.
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Para Ucrania, el sábado fue un día para sentarse con unas palomitas y contemplar a rusos peleando contra rusos, como apunta Vitaly Markiv, miembro de la Guardia Nacional ucraniana citado por 'Financial Times'.
La "mejor contraofensiva"
En realidad, Ucrania no se quedó de brazos cruzados disfrutando del espectáculo. Al contrario, aprovechó la ventana de oportunidad para lograr avances en los frentes de Orijovo-Vasilivka, Bajmut, Bohdanivka, Yagidne, Klishchiivka y Kurdiumivka.
Los ataques continuaron el domingo para lograr "progresos graduales pero firmes", según los servicios de inteligencia de Reino Unido.
La sublevación fue la mejor contraofensiva posible para Ucrania. Además, evidenció la división interna en las fuerzas rusas, cuya maltrecha moral recibe otro mazazo, algo que Kiev no va a desaprovechar.
“Sacaremos ventaja de ello desde el punto de vista político, de inteligencia y militar”, señala al FT Andriy Chernyak, funcionario de los servicios de inteligencia ucranianos.
Sin capacidad de reacción
La 'Marcha por la Justicia" de los Wagner prueba que las fuerzas armadas rusas actúan más como un conjunto de milicias que como un ejército.
El informe del Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW) subraya la nula capacidad de reacción de Moscú ante el avance de los mercenarios, que no encontraron oposición para hacerse con el control de Rostov del Don, cuartel General del Mando ruso en el sur, y avanzar hacia el norte, hasta llegar a 330 kilómetros de Moscú.
“El Kremlin fracasó a la hora de dar una respuesta rápida a los avances de Wagner, lo que demuestra debilidades internas debido al factor sorpresa y al impacto de las grandes pérdidas sufridas en Ucrania”, dice el ISW. "Wagner podría haber llegado a las afueras de Moscú, si Prigozhin lo hubiera ordenado", dice el informe.
El ISW también destaca la falta de reservas del ejército ruso, un ‘fondo de armario’ que puede disminuir si Moscú prescinde de los paramilitares de Wagner, unos 25.000 en total, 5.000 de ellos, soldados de élite.
El futuro de Wagner
El portavoz de la presidencia, Dimitr Peskov, ha garantizado que no se tomarán acciones legales contra quienes participaron en la sublevación.
La incógnita es cuántos se mantendrán fieles a su líder Prigozhin, exiliado en Bielorrusia, y cómo podrá maniobrar desde allí para dirigir a sus hombres. Por si acaso, Ucrania refuerza sus posiciones en el norte ante un hipotético ataque de los mercenarios ordenado desde Minsk.
También se desconoce cuántos de sus paramilitares aceptarán la oferta del Gobierno ruso de integrarse en el Ejército, un punto conflictivo que fue el detonante de la asonada, pues el líder de los Wagner entendió que se se trataba de una incorporación forzosa de sus voluntarios al ejército ruso.
La integración de los paramilitares y las suspicacias que ello pueda crear en las fuerzas armadas puede ser otro elemento desestabilizador, según 'The Economist'.
BBC no descarta que en los próximos días se produzcan enfrentamientos armados entre distintas facciones que combaten bajo bandera rusa.
Hasta ahora, algunos avances clave que Rusia había logrado en Ucrania llevaban la firma de Wagner. Aunque Rob Lee, analista del Foreign Policy Research Institute, apunta que su relevancia es menor en el momento actual de la guerra.
La razón es que los mercenarios de Prigozhin son fundamentalmente una fuerza de ataque. Y así lo han demostrado en frentes como Bajmut o Zaporiyia. Pero en esta fase, la contraofensiva ucraniana obliga a mantener posiciones. Y los Wagner no tienen capacidades defensivas que marquen diferencias.
Putin, debilitado
En el plano político, la revuelta ha mostrado la debilidad del régimen de Putin, una fragilidad que no tardó en señalar el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski.
La imagen de su gobierno queda seriamente tocada (principalmente, su ministro de Defensa, Sergéi Shoigú) y su equilibrio es cada vez más frágil. ¿Qué efectos tendrá en la opinión pública? ¿Mantendrá Prigozhin su capacidad desestabilizadora desde Bielorrusia?
“La caótica reacción del Estado muestra las carencias de un sistema totalitario. Putin se ha convertido en un rehén de su propio juego”, afirma en FT Mariia Zolkina, de la Fundación de Iniciativas Democráticas.
Debilidad e incapacidad de reacción que también subraya el diario ‘Washington Post’. Citando fuentes de la inteligencia de EEUU apunta a que Putin tenía “indicios suficientes” de que “algo estaba pasando” al menos un día antes de que se produjera. Sin embargo, ni él ni su gobierno reaccionaron.
Se desconoce por qué Putin no respondió de inmediato y sobre el terreno a la toma de Rostov del Don, aunque sospechan que su lenta reacción se debió a una falta de coordinación en la cúpula del Kremlin "probablemente por rivalidades internas”.