Más de 160 millones de niños y niñas de entre 5 y 17 años en el mundo son víctimas del trabajo infantil, según han advertido las ONG de infancia con motivo del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, que se conmemora este lunes 12 de junio bajo el lema 'Justicia social para todos. Poner fin al trabajo infantil'.
El caso de Shindar, de 11 años, revela la cara más dura de esta realidad. El niño trabajaba en una fábrica de ladrillos en el sur de India para saldar una deuda familiar. "Vivía en la fábrica y sólo descansaba medio día a la semana. No iba a la escuela, apenas me daban de comer y tenía una pequeña manta en un rincón para los pequeños descansos. Los datos revelan que su caso no es único.
Un número desconocido de menores sufren las peores formas de trabajo infantil, definidas en el Convenio número 182 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) como la trata, la esclavitud o los niños y niñas en conflictos armados.
En África, Asia y el Pacífico son 9 de cada 10 niños los que trabajan en todo el mundo. Por sectores, el 70% ocurre en la agricultura, y se da con más frecuencia en el caso de los niños aunque las niñas están en una situación de invisibilidad realizando trabajo doméstico, muchas veces en condiciones de amenaza, según señala UNICEF.
"Es muy importante que haya una acción conjunta de los gobiernos, de los organismos internacionales, de la sociedad civil, de tomar conciencia, de las empresas --que tienen un rol clave en la defensa de los derechos de la infancia-- y que, entre todos, abordemos efectivamente el trabajo infantil y protejamos los derechos de las niñas y los niños", ha advertido la especialista en programas de cooperación, acción humanitaria y alianzas de UNICEF España, Rocío Vicente.
Desde Save The Children advierten del alto riesgo para la infancia en las cadenas mundiales de suministro, desde los teléfonos móviles hasta el café, según un nuevo informe de la organización elaborado junto a The Centre for Child Rights and Business (Centro para los Derechos de la Infancia y la Empresa) en el que han analizado las industrias manufacturera, agrícola y minera en ocho países: Brasil, Etiopía, India, Indonesia, la República Democrática del Congo, Sri Lanka, Turquía y Vietnam.
De los datos se desprende que en la mitad de ellas, a pesar de que las empresas habían adoptado un planteamiento de tolerancia cero, ocho de las diez evaluaciones restantes mostraban "un riesgo muy alto" de trabajo infantil. Los peores casos se encontraron en la minería, especialmente en la artesanal y a pequeña escala.
"La ropa que llevamos, los teléfonos móviles que utilizamos y los alimentos que comemos pueden haberse producido a expensas de niños y niñas. Esta idea debería preocuparnos a todos", ha puntualizado la responsable de Cadenas de Suministro Sostenibles de Save the Children en Alemania y responsable del informe, Anne Reiner.
Además, la ONG advierte de que la insuficiencia de ingresos familiares y los elevados costes de la educación aumentan el riesgo de trabajo infantil en todos los sectores. "Empecé a trabajar aquí cuando tenía 13 años", cuenta un joven de 17 años empleado en un negocio familiar. "Trabajo unas nueve horas al día, en épocas de mucho trabajo incluso 13 horas", añade.
La ONG Educo advierte de que un tercio de los niños y niñas que trabajan no van a la escuela y avisa de que la situación de los menores de edad que hacen trabajos peligrosos es "todavía peor" pues trabajan en minas, fábricas, sin cumplir con las mínimas condiciones de seguridad.
Por ello, considera que la mejor forma de acabar con el trabajo infantil es la educación. "Cuando un niño o niña va a la escuela adquiere conocimientos y habilidades que le abrirán las puertas a un mundo de oportunidades", ha afirmado la especialista de Educo en protección de la infancia, Laurence Cambianica.
Lo demuestra el caso de Kabir, que a los 12 años ha podido volver a la escuela en Pune (India). "Me he dado cuenta de que, si empiezas a trabajar y dejas la escuela, tienes que hacerlo el resto de tu vida. Pero si vuelves a estudiar, puedes tener una vida mejor", ha señalado.
Entre otras historias, destaca la de Ripon, que compagina la escuela con su trabajo en un taller de reparación de automóviles; o la de Mohim, de 9 años, que trabaja en la cría de camarones y cangrejos, 10 horas al día, bajo el sol, transportando cargas pesadas y expuesto al uso de pesticidas. El menor tuvo que abandonar las clases ya que sus padres están enfermos y no pueden ganarse el sustento. Ahora ha podido regresar al colegio.
Según Educo, "debe establecerse por ley que la edad mínima para trabajar debe coincidir con la edad en la que se termina la educación obligatoria, siempre que no sea inferior a los 14 años" y "erradicarse cualquier trabajo que impida o interfiera en la adecuada escolarización" de la infancia.
Educo también ha apelado a la responsabilidad de los partidos políticos en España y les ha pedido que incluyan dentro de sus propuestas electorales aprobar la Ley de Debida Diligencia en derechos humanos y medioambientales en España para asegurar que las empresas españolas en terceros países adquieran una obligación formal de respetar los derechos de la infancia. Otros países como Francia, Países Bajos o Suiza ya cuentan con una legislación de esta índole.
Para luchar contra el trabajo infantil, en Misiones Salesianas han puesto en marcha la campaña Infancias robadas, "para poder recuperar las actividades que los niños y niñas no deberían haber perdido por culpa del trabajo y la explotación".
La ONG recoge testimonios como el de Shindar, de 11 años, que trabajaba en una fábrica de ladrillos en el sur de India para saldar una deuda familiar. "Vivía en la fábrica y sólo descansaba medio día a la semana. No iba a la escuela, apenas me daban de comer y tenía una pequeña manta en un rincón para los pequeños descansos. Gracias a los misioneros salesianos he vuelto al colegio y tengo amigos", cuenta.
Por su parte, Elda trabaja desde muy pequeña vendiendo empanadas con su madre en una avenida de la ciudad de Santa Cruz (Bolivia). "Me levantaba muy pronto para ayudarla y regresaba a casa muy tarde. Los misioneros salesianos hablaron conmigo y empecé a ir al colegio. Estoy en cursos de nivelación escolar y me gusta mucho aprender", relata.
En más de 70 países los misioneros salesianos luchan contra el trabajo infantil con programas que salen al encuentro de estos jóvenes para acogerlos, ayudarlos, acompañarlos, ofrecerles educación y reintegrarlos con sus familias. "Tratamos de prepararlos para la vida, para sean menores de nuevo y dejen de ser adultos a destiempo", ha explicado el responsable de la Granja Escuela de Ambato (Ecuador), James Manzano.