El Gobierno australiano considera que se le ha ido de las manos el uso generalizado de los cigarrillos electrónicos en la sociedad y ha decidido poner límites a su uso. Los hallazgos de varios estudios como el realizado por el Consejo contra el Cáncer del Estado de Nueva Gales del Sur han hecho que la Administración de Productos Terapéuticos (TGA en inglés) emprenda una cruzada contra el vapeo. El Ministerio de Sanidad dejó claro a comienzos de mayo que Australia revisará sus leyes y normativas sobre esta práctica con el fin de prohibir el vapeo recreativo, la importación de cigarrillos electrónicos no farmacéuticos y otras restricciones concernientes a los sabores y envases de este tipo de productos. Aunque aún falta la aprobación del Parlamento, la intención es que los vapeadores sólo se puedan vender en farmacias y con receta médica para aquellos pacientes que estén realizando un programa para dejar el tabaco. Actualmente, según datos de TGA, hay activas más de 1.600 solicitudes de recetas y 277 personas que los usan legalmente en el país.
Es tal el compromiso del Gobierno contra este tipo de cigarrillos, que en la presentación de los Presupuestos Federales de 2023-2024 realizada este mes se ha destinado un fondo de 450 millones de euros (737 millones de dólares australianos) para prohibir la importación de vaporizadores sin receta y todos los vaporizadores desechables de un solo uso, para exigir envases sencillos de tipo farmacéutico, para restringir los aromas, los colorantes y otros ingredientes que ayuden a “aumentar sus niveles mínimos de calidad” y para reducir la cantidad y concentración de nicotina permitida en ellos.
“Igual que hicieron con el tabaco... Las grandes tabacaleras -‘Big Tobacco’- han creado otro producto adictivo, lo han envuelto en un envoltorio brillante y le han añadido sabores dulces para crear una nueva generación de adictos a la nicotina”, afirmó el ministro de Sanidad, Mark Butler, durante un discurso en el que anunció este paquete de reformas. “Nos han engañado”, apostilló.
La mayor preocupación es el consumo entre los australianos más jóvenes. Según los datos de una investigación publicada por la Revista Australiana y Neozelandesa de Salud Pública, uno de cada seis adolescentes de entre 14 y 17 años ha fumado, al igual que lo han hecho uno de cada cuatro de entre 18 y 24 años. Casi el 80% de los adolescentes del Estado de Nueva Gales del Sur que han consumido cigarrillos electrónicos consideran, según el estudio del Consejo contra el Cáncer, que les resulta “fácil” acceder a ellos desde múltiples fuentes ilegales y que el sabor es el principal factor que determina la elección del producto. De hecho, el 70% de los adolescentes que consumen cigarrillos electrónicos en la región los obtienen “libremente” de un particular, mientras que el 30% los compran a algún “amigo” o en establecimientos comerciales como tiendas de conveniencia y estancos.
Otro de los factores que han hecho saltar las alarmas son los datos que demuestran que un tercio de los cigarrillos electrónicos contienen niveles prohibidos de ingredientes relacionados con enfermedades pulmonares. Precisamente, la Administración de Productos Terapéuticos descubrió que el 31 por ciento de 214 vapeadores analizados presentaron químicos que superaban el límite legal de concentración.
Anita Dessaix es presidenta del Comité de Salud Pública del Consejo del Cáncer y coautora del estudio. Su voz ha sido una de las más peso ha tenido para convencer al Gobierno australiano de la necesidad de regular la venta y el consumo de los cigarrillos electrónicos. Sus denuncias han surtido efecto.
“Cualquiera que sea la forma en que los adolescentes obtienen los cigarrillos electrónicos, todas son ilegales, y sin embargo está ocurriendo bajo las narices de las autoridades federales y estatales”, afirmó antes de que el Ministerio de Sanidad anunciara las medidas este mes. “Todos los gobiernos australianos afirman que se han comprometido a garantizar que sólo los fumadores con receta tengan acceso a los cigarrillos electrónicos para intentar dejar de fumar. A menos que todos los Gobiernos -federales, estatales y territoriales- tomen medidas urgentes contra la importación y venta al por menor y al por mayor de cigarrillos electrónicos, y su uso ilegal generalizado entre los adultos jóvenes, esto pasará de una emergencia a una crisis”, especuló en base a los hallazgos de su estudio. Dessaix expone la historia de uno de los adolescentes que participaron en la investigación, Ruby Ellis, quien con 17 años de edad confesó haber estado usando cigarros electrónicos durante tres años y que -antes de la publicación del estudio a finales del año pasado- llevaba nueve meses tratando de dejar su hábito.
“Sabía que era adictivo cuando empecé a vapear, pero no piensas demasiado en ello. No te das cuenta del todo de lo que significa o de lo adictivo que es hasta que te enganchas. Está en todas partes. Cuando alguien se toma un café, o cuando está estudiando, incluso en los aseos durante los descansos”, confesó.
La influencia de las redes sociales en este tipo de comportamientos es fundamental para entender el éxito de los cigarrillos electrónicos entre los más jóvenes. Otro estudio, el realizado por la Universidad Curtin de Perth, en Australia Occidental, ha confirmado que el 97,7 por ciento de 264 vídeos analizados en TikTok retratan el vapeo como algo positivo. “La gran cantidad de contenidos potencialmente nocivos que se ofrecen a los jóvenes en TikTok demuestra que la autorregulación está fallando”, declara Jonine Jancey, investigadora principal del estudio. “En ellos se utiliza el humor, la música, se comparten trucos de vapeo y se hace referencia a una 'comunidad de vapeadores', apoyando la normalización de estos productos”. Además, casi el 70 ciento de las publicaciones sobre vapeo analizadas promocionan la compra de estos productos, una infracción de la política de contenidos de TikTok.
El Gobierno de Australia no olvida que en los comienzos de la comercialización de los cigarrillos electrónicos, el producto fue presentado como una alternativa “más sana” al tabaco convencional, cuando en realidad los estudios han demostrado que los efectos para la salud también entrañan peligros. Uno de los ejemplos es el abundante químico, diacelito, causante de la bronquitis obliterante, una enfermedad pulmonar que recibe el sobrenombre de ‘pulmón de palomitas de maíz’.
“El vapeo se vendió a Gobiernos y comunidades de todo el mundo como un producto terapéutico para ayudar a los fumadores de larga duración a dejar de fumar. No se vendió como un producto recreativo, y menos para nuestros hijos. Pero en eso se ha convertido: en la mayor laguna legal de la historia de Australia”, apuntó el ministro Butler.