El príncipe Harry ha acudido a la coronación de Carlos III sin su mujer Meghan Markle. La imagen de Harry, en la tercera fila en la monumental coronación de su padre, es la imagen que evidencia los problemas que aún laten en la monarquía británica.
Un situación parecida se ha vivido con el príncipe Andrés, envuelto en escándalos sexuales, que ha estado en la celebración pero también sin adquirir protagonismo. De esta manera, los dos han sido relegados a un segundo plano en un Westminster de relumbrón, con más de 2.000 invitados que componen una Wikipedia de la historia, el poder y la fama.
A los reyes de España les ha tocado estrenar una nueva tradición: la presencia de monarcas en el evento, cosa que no ocurrió en anteriores coronaciones. La célebre Abadía ha sido un ir y venir de apellidos ilustres, como Enmanuel Macron y Lula Da Silva, por ejemplo. Entre los politicos también destaca Jill Biden, primera dama de Estados Unidos, en representación de su marido.
Por la imaginaria alfombra roja han desfilado además los últimos inquilinos de Downing Street: Balir, Gordon Brown, Jhonson. Un sinfín de personajes de noticieros, enciclopedias y papel couché, como Lionel Ritchie, Nick Kave o una deslumbrante Katie Perry. Todo un alarde de pompa y protocolo.