Tras conocer la identidad del sospechoso de la mayor filtración de documentos clasificados estadounidenses desde el caso Wikileaks en 2010, la pregunta que todos se hacen es: ¿cómo un miembro raso de la Guardia Nacional de solo 21 años tiene acceso a documentos de alto secreto? Funcionarios del propio Pentágono reconocen que son decenas de miles de individuos quienes pueden acceder a información confidencial.
"Demasiadas personas tienen acceso a demasiada información de alto secreto que no necesitan saber", ha señalado Evelyn Farkas, la principal funcionaria del Departamento de Defensa para Rusia y Ucrania durante la administración de Obama, a The New York Times. Los documentos filtrados por Jack Teixeira conciernen sobre todo a la guerra en Ucrania, pero también a China, Corea del Sur o Israel y el sospechosos los compartió durante meses en un chat de la plataforma de mensajería Discord.
Los estadounidenses con autorización a informes de alto secreto, mapas de situación o análisis del servicio de inteligencia son, según revela el diario neoyorkino:
El portavoz del Departamento de Defensa, el general Pat Ryder, ha remarcado en una comparecencia que se están tomando medidas para limitar el acceso a la información clasificada. "Continuamos revisando una variedad de factores. Esto incluye examinar y actualizar las listas de distribución, evaluar cómo y dónde se comparten los informes de inteligencia, así como otros pasos", ha explicado. La Administración Biden asegura "va a aprovechar para revisar los protocolos estrictos" que existen en las instituciones para la proteger los documentos de alto secreto del Gobierno estadounidense.
Jack Teixeira, de 21 años, ingresó en la Guardia Nacional Aérea de Massachusetts en septiembre de 2019, con apenas 18 años. Tiene rango de piloto dentro del Ejército, pero era técnico informático y "experto en sistemas de cibertransporte", es decir, se encargaba de la comunicación de los sistemas electrónicos y eso le daba acceso a niveles muy altos de información. Entre los documentos que han aparecido publicados había material de las sesiones informativas de los jefes de Estado Mayor, el mayor rango en la jerarquía militar.
"Cada uno de nosotros firma un acuerdo de no divulgación, cualquiera que tenga una autorización de seguridad", ha explicado el general Ryder. Entonces, este es un acto criminal". El arresto de Teixeira servirá de advertencia a quienes vuelvan a difundir información clasificada.
Un condenado por una filtración de este tipo de delito podría enfrentarse a una larga condena, según las autoridades. Teixeira fue arrestado bajo la Ley de Espionaje y podría ser condenado hasta a 10 años de cárcel por cada cargo. Reality Winner, un contratista de la Agencia de Seguridad Nacional condenado por filtrar un documento clasificado a los medios de comunicación, fue sentenciado a cinco años y tres meses. Mientras, Jonathan Toebbe, un ingeniero de la Marina estadounidense, que intentó sin éxito vender secretos a un país extranjero que estaban clasificados en el nivel "confidencial" más bajo, fue condenado a 19 años de cárcel el año pasado.
Este nuevo caso ha demostrado que los cambios que se realizaron tras el caso de Edward Snowden, el excontratista de inteligencia de EE. UU. que en 2013 filtró que el gobierno espiaba a sus ciudadanos, no fueron suficientes, según han reconocido funcionarios de seguridad nacional. Entonces, se limitó la capacidad de las personas que podrían acceder electrónicamente al material en SCIF (Instalaciones de información compartimentada confidencial), donde están los informes de alto secreto. Allí nadie puede entrar con dispositivos electrónicos para hacer fotos o vídeo.
En este caso, sin embargo, los documentos fueron impresos y sacados de las instalaciones clasificadas, según las autoridades, aunque se investiga cómo terminaron los materiales en el grupo de chat. Las filtraciones más recientes han sido posibles por un cambio en el manejo de la inteligencia tras dos acontecimientos: los atentados del 11S, cuando se compartió más material en todo el gobierno, y la guerra de Irak y el fallido informe de las armas de destrucción masiva.
Las agencias de inteligencia estadounidenses tienen pautas estrictas sobre quién puede acceder a la información, pero el ejército ha adoptado un conjunto de reglas más flexibles que, como en el caso de Teixeira, permiten que cualquier persona con una autorización de seguridad tenga acceso a documentos de una variedad de agencias de espionaje.