La invasión rusa de Ucrania lleva sacudiendo desde hace más de un año el mercado mundial de los hidrocarburos. El nuevo escenario, marcado por la decisión europea de prescindir del gas ruso, vuelve a poner las miradas en el norte de África y sus abundantes reservas de gas y petróleo. La crisis bélica ha colocado a Argelia, uno de los mayores productores mundiales de este hidrocarburo, en una situación privilegiada. Tras casi dos décadas de violencia, Libia, que es el tercer productor de crudo de África, trata de aprovechar el escenario de mayor estabilidad –aunque el país sigue dividido entre el gobierno de Trípoli y la autoridad del general Haftar en el este- para fomentar la inversión extranjera en el sector. Una realidad que no se le escapa a las grandes empresas petroleras como las petroleras estadounidenses Halliburton, Honeywell y Chevron o la italiana Eni han puesto ya la mirada en las importantísimas reservas del norte del continente.
No en vano, el pasado mes de enero el director general de Eni Claudio Descalzi llamaba a aprovechar las oportunidades energéticas en África. “No tenemos energía, ellos la tienen. Tenemos una gran industria y ellos tienen que desarrollarla… Hay una fuerte complementariedad”, aseguraba el máximo responsable de Eni al Financial Times. La petrolera italiana, que lleva presente en el continente desde 1954, pretende sustituir el gas que importaba de Rusia con el argelino, fundamentalmente, pero también con los de la República del Congo o de Mozambique. Asimismo, la empresa energética transalpina pretende comenzar en los próximos meses la producción de petróleo en Costa de Marfil.
Si hay un país favorecido por el actual escenario, ese es Argelia. El régimen dejó atrás, gracias a una nada novedosa mezcla de cooptación y represión, la crisis abierta con las elecciones presidenciales de la primavera de 2019. Sus enormes reservas de gas –entre ellas las terceras del mundo en gas de esquisto- y petróleo necesitan más que nunca inversión foránea. Europa la mima y la seduce. Según informó el pasado febrero The Wall Street Journal, la petrolera estadounidense Chevron negocia con las autoridades argelinas un acuerdo para la exploración de hidrocarburos en su territorio. En octubre pasado, el país norteafricano descubrió un yacimiento de crudo que podría producir hasta 150 millones de barriles.
En ese sentido hay que enmarcar la operación italiana –estrategia de Estado, porque la línea marcada por Draghi ha sido continuada por Meloni- por convertirse en el hub europeo del gas de la mano de Argelia. El pasado 7 de noviembre, el grupo estatal Sonatrach y el italiano Eni anunciaban el inicio de la producción de un nuevo campo petrolero en el sur del país (situado a 300 kilómetros al sureste de Hassi Messaoudi), que sus responsables esperan alcance una producción diaria de unos 10.000 barriles de crudo.
Además, este mes de enero las autoridades italianas y argelinas anunciaron un nuevo gasoducto que conectará el país magrebí y la península itálica para garantizar las nuevas exigencias italianas de gas (en el verano de 2022 Draghi anunció la adquisición de volúmenes adicionales de 4.000 millones de metros cúbicos, el doble de lo habitual). Además, Eni y Sonatrach firmaban un acuerdo estratégico para la reducción de las emisiones y el refuerzo de la seguridad energética. Italia ya es el primer comprador europeo de gas argelino. Para el grupo italiano Argelia será la principal receptora de inversiones en los próximos cuatro años.
El idilio que viven las relaciones italo-argelinas contrasta con el mal momento que viven las hispano-argelinas desde hace aproximadamente un año. El apoyo del Gobierno de Pedro Sánchez a Marruecos en el Sáhara Occidental, que rompía más de cuatro décadas de neutralidad española en el conflicto, hizo saltar por los aires las relaciones con Argel, que en junio pasado decretó un boicot a las empresas españolas que se prolonga hasta el momento presente.
Por su situación geográfica y sus conexiones ya existentes entre los dos países –los gasoductos Medgaz y Magreb Europa-, España estaba llamada a ser socio prioritario de Argelia en un momento como el actual, pero la indignación de las autoridades militares con Sánchez y su gabinete no lo permitirán. Los intentos de mediación de la UE con Argel, en especial los protagonizados recientemente por el alto representante para Política Exterior Josep Borrell, no han dado por el momento resultados positivos.
En este sentido, es representativo de la privilegiada posición argelina cómo el Parlamento Europeo denunció en su resolución del pasado 19 de enero los atropellos a la libertad de libertad de expresión e hizo lo propio con la deriva autocrática protagonizada por el presidente Saied en Túnez el pasado 16 de marzo; sin embargo, la cámara comunitaria ha evitado emitir un texto similar cargando contra las autoridades argelinas pese a la ola represiva desatada por el pouvoir militar desde comienzos de año. No es el momento de importunar a Abdelmadjid Tebboune y la junta militar gobernante.
Tras años en que los conflictos bélicos y la violencia tribal e interétnica menguaron severamente la producción de petróleo –en 2016, en plena guerra civil, la producción diaria apenas superaba los 400.000 barriles diarios-, Libia trata de volver a posicionarse en los mercados mundiales, aunque su futuro político siga pleno de incertidumbres (entre ellas, la celebración de legislativas antes de que acabe el año). Al concluir marzo, la producción diaria de crudo ascendía a los 1,2 millones de barriles y las autoridades locales esperan elevarla en los próximos meses hasta los dos millones de barriles diarios en un margen de entre tres y cinco años. En estos momentos el país magrebí exporta 8.000 millones de metros cúbicos de gas a Europa cada año a través de un gasoducto que lo comunica con Italia. Según The Libya Observer, este volumen representa un 2% de las necesidades energéticas actuales de la UE.
El interés por Libia es cada vez mayor. La italiana Eni firmó el pasado mes de enero un contrato por valor de 8.000 millones de dólares con la CNP para la explotación de dos yacimientos de gas offshore. “La producción combinada de las dos estructuras comenzará en 2026 y alcanzará los 750.000 millones de pies cúbicos de gas diarios”, aseguró Eni en una nota citada por el portal Africa News.
Por su parte, las multinacionales estadounidenses Halliburton y Honeywell International Inc. han firmado ya acuerdos por valor de 1.400 millones de dólares para la explotación de un yacimiento de crudo en el país norteafricano con la Corporación Nacional de Petróleo de Libia, según un reciente artículo de The Wall Street Journal. El mismo artículo daba cuenta de la firma de un acuerdo por valor de 1.000 millones de dólares entre la citada Corporación estatal y Halliburton para reconstruir el yacimiento de al-Dhara, destruido por el Estado Islámico en 2015.
Además, el grupo estatal libio y el consorcio estadounidense Honeywell acaban de cerrar un contrato para la construcción de una refinería en el sur el país, según recogía el portal web The Libya Observer el pasado día 27 de marzo. El CEO de la Corporación Nacional de Petróleo de Libia (CNP), Farhat Bengdara, anunciaba recientemente su intención de reformar el régimen fiscal libio con vistas a atraer más inversión extranjera. “Verán más proyectos de estas dimensiones en Libia”, prometía Bengdara.
La perspectiva de nuevos hallazgos de hidrocarburos incrementa, sin duda, el atractivo del norte de África, y ha sido el caso recientemente en tierras y aguas tunecinas y libias. Un reciente estudio del US Geological Survey (USGS) da cuenta de la existencia de un depósito de gas y crudo de grandes dimensiones situado entre la costa oriental de Túnez, que podría convertirse con ello en un importante productor de energía en los próximos años, y Libia.
Además, la citada agencia gubernamental estadounidense acaba de descubrir otro yacimiento frente a Sirte, en la costa central de Libia, que podría ver duplicadas sus reservas de gas y petróleo (ya posee el 3% de las reservas probadas de petróleo del planeta y el 39% de las africanas). En su primera evaluación, el USGS estimó unas reservas de 4.000 millones de barriles de petróleo y 385.000 millones de pies cúbicos de gas natural, equivalentes a 1.470 millones de gas natural licuado, según The Libya Observer.
También en Egipto, la estadounidense Chevron y la italiana Eni anunciaron el pasado mes de enero el hallazgo de un yacimiento de gas natural en aguas del Mediterráneo oriental de Egipto, y el objetivo del grupo italiano es exportar 3.000 millones de metros cúbicos desde el país norteafricano. Egipto, el país árabe más poblado –cuyas necesidades energéticas son muy superiores que las de sus vecinos-, necesita acuciantemente ingresos en un contexto de crisis energética y alimentaria provocada por la deriva inflacionista que golpea al norte de África desde hace meses.