El pasado domingo a última hora el buque regasificador Golar Tundra llegó al puerto de Piombino, ciudad en la costa toscana, a menos de 100 km de Pisa, que fue en su momento un pulmón económico para el país transalpino como segundo polo siderúrgico italiano. Un largo viaje hasta la costa mediterránea desde que, 26 días antes, salió de Singapur y atravesó posteriormente el canal de Suez. Según han confirmado el director general de Snam rete Gas -sociedad italiana de infraestructura energética encargada del proyecto-, Massimo Derchi y el administrador delegado de Snam Fsru Italia (la unidad que se ocupa del stock y de proceso) Elio Ruggeri, con la primera carga de gas líquido en marcha para finales de abril, con la que se harán las primeras pruebas, se espera dar vía libre a su funcionamiento a mitad del mes de mayo. El buque regasificador flotante supondrá un 6,5% de la demanda nacional de gas, pero el proyecto nace ya sumergido en una gran polémica.
A dos meses de la puesta en marcha de esta gran nave orientada a devolver el gas líquido a su estado original, necesario para su distribución, la gran protesta que partió precisamente de Piombino, localidad de poco más de 30.000 habitantes, no ha conseguido frenar una obra que la ciudadanía considera innecesaria y con unos grandes riesgos ambientales y a nivel de salud pública que, dice, la política ha querido olvidar. Se espera ahora la decisión final del TAR, Tribunal Administrativo Regional, que tendrá que pronunciarse el 5 de julio sobre el recurso presentado por el propio Ayuntamiento de la localidad, dirigido por Francesco Ferrari de Hermanos de Italia, que ha sido siempre contrario a implementar esta nave regasificadora que estará a escasos 800 metros de las zonas habitadas, una anomalía. Será la primera ciudad italiana con un buque regasificador flotante a los pies de la ciudad y la propuesta ha recibido siempre críticas a nivel local, de todos los partidos, que contrastan con el apoyo, sin embargo, a nivel estatal.
Esta nave, de color azul y rojo y larga más de 300 metros, es fundamental para regasificar el gas que llega líquido (GNL) en buques, sobre todo de EE.UU, uno de los grandes proveedores de esta materia prima, llevándolo así a su estado primario para la poder ser utilizado en la red para calefacción y electricidad. Con la intención de que pueda generar 5 mil millones de metros cúbicos de gas al año, el ex primer ministro Mario Draghi había puesto en marcha este proyecto, una infraestructura que consideraba decisiva para la independencia energética de Rusia, que se había convertido en una cuestión de seguridad nacional en Italia tras el inicio de la guerra de Ucrania. Proyecto formalizado el pasado 25 de octubre en el Decreto Aiuti Bis (Decreto Ayudas Bis) y ratificado por el Gobierno Meloni, que prevé que la nave se quede en la costa de Piombino tres años. Como ha recordado el presidente de la región Toscana Enrico Giani “luego tendrá un destino final en el Adriático, probablemente en la provincia de Ravenna”, en un punto off-shore, aunque los acuerdos sobre su próximo destino aún están en marcha.
La instalación ha sido contestada por asociaciones ambientalistas de diverso tipo pero la gran oposición ha sido protagonizada por la propia población de Piombino. Se han celebrado más de 60 manifestaciones en los últimos meses para impedir su implementación y, se prevé, continúen más allá de esta primavera a pesar de la puesta en marcha de manera inminente. Su presencia en el puerto ha acarreado una serie de obras de infraestructuras, como los canales que llevarán desde la nave el gas ya listo a tierra para entrar en la estructura de provisión, que aún están terminándose. Para frenar el descontento de la población se han previsto una serie de beneficios económicos, como el descuento del 50% en las facturas para los vecinos, pero el malestar sigue intacto sobre todo por una serie de controles que, debido al momento de emergencia derivado de la guerra, han sido evitados en los últimos meses.
“La gran preocupación es sobre la seguridad, esa zona está muy transitada, en verano hay un constante movimiento de ferris que llevan y traen turistas a ese puerto y, además, está la gran actividad pesquera de la zona. Por ejemplo el 60% de las lubinas que se producen en Italia salen de aquí”, explica para NUIS Max Civili, periodista que ha seguido la polémica y autor de un documental llamado “El método Piombino - Italia más allá de la ley”. Durante los meses de trabajo en el terreno, investigando la implementación de este buque regasificador, ha comprendido que la gran denuncia de la población se centra en el peligro de este proyecto, que se ha puesto en marcha al margen de los habituales controles de seguridad a causa del momento de emergencia energética que Italia intentaba aliviar pero, argumenta la fuente, no responde a la situación actual.
“Para llevar adelante procesos de este calibre se tiene que completar la llamada EIA (Evaluación de Impacto Ambiental) que requiere, evidentemente, tiempo. Al ser aprobado este regasificador dentro del Decreto Ayudas Bis se permite al Gobierno, o a una institución local, acceder a proyectos de este nivel evitando el trámite que examina su pertinencia y justificándolo a favor “del interés nacional”, añade Civili. Aunque las autoridades insisten en que estará en el puerto de Piombino solo tres años y que la seguridad está garantizada, la mayoría de la población, dice el periodista, no cree que una inversión de ese nivel quiera aprovecharse solo en tan poco tiempo ni que haya sido examinada con pertinencia. Esta es la foto, dice el periodista, de una comunidad que se siente olvidada.
¿Qué dicen los datos?
Como ha señalado el investigador del ISPI (Italian Institute for International Political Studies) Matteo Villa, con la presencia del regasificador de Piombino en las costas italianas y su puesta en funcionamiento se superará de forma definitiva la dependencia del gas ruso. Dependencia que ya se ha disminuido enormemente, representa ahora menos del 10% de las importaciones totales de gas de Italia, gracias a la estrategia de diversificación de proveedores iniciada por Mario Draghi. Ahora Argelia es el principal proveedor de gas a Italia, representa más de un 34% del total y se ha convertido en un socio fundamental y primordial para el Gobierno trasalpino. La gran pregunta es si Italia podría mantener los niveles necesarios de gas este invierno evitando el riesgo de colocar este gran buque regasificador en las costas de Piombino. En este momento los tres regasificadores ya presentes en Italia, Rovigo, Livorno y La Spezia, están ya al límite de sus posibilidades.
Las infraestructuras para producir otro tipo de energía, como las renovables, son especialmente lentas por una burocracia habitualmente estancada en Italia, lo cual hace excluir que esta sea una respuesta a corto plazo. La cercanía de la estructura de distribución del gas por el resto del país en el caso de Piombino, que está a solo 8 km de la costa, ha sido muy importante, explica Civili, para haber elegido esa zona y no otra del país. Representa, en definitiva, la vía más rápida, una condición indispensable cuando hace unos meses la crisis energética amedrentaba Italia.