La cultura del exceso laboral pone contra las cuerdas al Gobierno surcoreano
Yoon Suk-yeol se ha visto obligado a retirar una propuesta de reforma para ampliar jornadas laborales de 52 a 69 horas semanales
La presión de los jóvenes y de la oposición ha sido clave para que el presidente conservador haya dado marcha atrás
Ante las elecciones de 2024, tiene el reto de atraer el voto de los jóvenes -quieren la conciliación- sin perder el favor de los empresarios
Los fallecimientos por el exceso de trabajo son tan comunes en Corea del Sur que utilizan una palabra para describir este concepto: kwarosa. Otras de las consecuencias en la sociedad de esta extrema cultura laboral incluyen: condiciones médicas irreversibles, problemas de salud mental, imposibilidad de conciliar una vida personal equilibrada, mayores cargas domésticas para la población femenina, estancamiento de los matrimonios o descenso drástico de la tasa de fertilidad surcoreana, que sigue siendo la más baja del mundo (0,78 en 2022).
En este contexto, el Gobierno conservador de Yoon Suk-yeol propuso a comienzos de este mes una serie de medidas para reformar la jornada vigente de 52 horas semanales (40 horas más 12 extraordinarias como máximo por semana) a 69 horas (40 más 29 horas extra). Partidos de la oposición, sindicatos de trabajadores y grupos representativos de las llamadas generaciones ‘M’ (milenials) y ‘Z’ han presionado para que el Gobierno se replantee la reforma. Sus protestas han surtido efecto. La propuesta está, por el momento, congelada, y desde la presidencia surcoreana han optado por “comunicarse mejor con el público, especialmente con la generación ‘Z ‘y los milenials”, tal y como detalló la secretaria de prensa, Kim Eun-hye. En 2024 habrá elecciones legislativas a la Asamblea Nacional, donde la formación en el Gobierno, el Partido del Poder Popular (PPP), es minoría. El voto joven es vital para revertir esta situación.
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Régimen laboral de Corea del Sur
La regulación actual de la Ley de Normas Laborales de Corea del Sur (LSA), aprobada en 2018 y vigente desde 2021, limita las horas de trabajo semanales a 52. Cuando fue implementada, ésta rompió con una norma anterior que colocaba el tope en 68 horas a la semana. La modificación fue propuesta por el Partido Democrático, ahora en la oposición, y aprobada de manera abrumadora por la Asamblea Nacional. Esta legislación se aplica en empresas de cinco o más empleados y su incumplimiento por parte de los empresarios acarrea una sanción penal de hasta dos años de cárcel o una multa de alrededor de 14.000 euros. Detrás de esta reforma, que también incluyó un aumento del 16 por ciento del salario mínimo interprofesional, estaba el expresidente Moon Jae-in, quien pretendió frenar la caída en picado de la tasa de natalidad, que ya por entonces estaba en mínimos históricos. Otros argumentos que impulsaron en aquel momento el vigente panorama laboral en Corea del Sur fueron: mejorar la calidad de vida, la fomentar la creación de empleo e impulsar la productividad.
Las medidas no gustaron -ni gustan- al sector empresarial, que denuncia que mantener los mismos niveles de producción previos a 2021 les cuesta casi 9.000 millones de euros más al año. En la actualidad, el salario mínimo por hora es de casi siete euros -el promedio de un salario bajo es de unos 700 euros al mes y la media nacional es de alrededor de 2.000 euros mensuales-. Según los últimos datos de la OECD -correspondientes a 2021-, los surcoreanos trabajan 199 horas al año más que la media -275 horas más que los trabajadores en España- y les coloca entre los cinco países de la organización donde más horas se trabaja. Datos de la OCDE que no han sido publicados sugieren que el 18% de los surcoreanos trabajaba más de 50 horas semanales, tal y como ha detallado Reuters.
Cuando la reforma al régimen actual quedó trazada en 2018, el economista, Paul Krugman (Premio Príncipe de Asturias en 2004 y Premio Nobel de Economía en 2008), visitó Corea del Sur y quedó boquiabierto con la jornada laboral de 52 horas semanales. “Es increíble, pensando que Corea también es un país industrializado (...) eso no es bueno para una vida equilibrada”, señaló hace cinco años el académico, que ya en 1994 apuntó que la productividad es cuestión de “trabajar inteligentemente”, en lugar de “trabajar más duro”.
Argumentos a favor y en contra de las 40 horas semanales y hasta 29 horas extraordinarias
El Gobierno surcoreano -de tendencia afín al sector empresarial- delineó este mes la propuesta de reforma de 52 a 69 horas basada en un razonamiento: acumular más horas extraordinarias a cambio de más tiempo libre. Cuantas más horas se acumularan, por más vacaciones se podrían canjear. La administración argumentó que la pretensión de este plan era la de promover el crecimiento familiar sin que la productividad se viera afectada y aportar más flexibilidad al mercado laboral. El plan permitiría trabajar más horas en los periodos de mayor carga de trabajo y menos en los más tranquilos.
La oposición a la propuesta de la reforma llegó instantáneamente. Kim es un joven surcoreano que tiene claro que el plan es un guiño a los empresarios y deja clara su postura. “La reforma de la semana laboral a 69 horas debe ser un proyecto piloto que se aplique en el ámbito industrial, pero con las esposas e hijos de estos burócratas primero”, denuncia.
No está solo. La Unión Asociaciones de Mujeres Coreanas afirmaron en un comunicado que ante la cultura de trabajo que existe en la nación asiática (décima economía mundial y cuarta de Asia), “sólo normativas como la semana laboral de 52 horas y la presión de los sindicatos pueden proteger a los trabajadores de las largas jornadas laborales”. Desde la Confederación Coreana de Sindicatos expresaron su preocupación: “[Esta medida] hará legal trabajar de nueve de la mañana a medianoche durante cinco días seguidos. No se tiene en cuenta la salud y el descanso de los trabajadores”, expresaron. Miembros de la oposición fueron más tajantes incluso y afirmaron que la propuesta de reforma era un “atajo hacia la extinción de la población”.
El ministro de Trabajo, Lee Jung-sik, coincide con la postura de la Federación de Empresarios de Corea del Sur, y apuntó que la reforma era “necesaria”. “Introduciremos medidas audaces para ayudar a reducir la jornada laboral durante el embarazo o la crianza de los hijos”, prometió. El plan, según la periodista surcoreana, Shin Min-ji, reportera de KBC, pretendía reorganizar las horas extraordinarias en “semanales” para que también pudieran funcionar como unidades “mensuales, trimestrales, semestrales y anuales”, mediante acuerdos entre trabajadores y empresarios. “El Gobierno explicó que diseñó el límite de horas extraordinarias de forma que se redujera para los trimestres y más para evitar largas jornadas continuas y reducir las horas de trabajo reales. Si el total de horas de trabajo se gestiona mensual, trimestral, semestral o anualmente, se espera que las horas de trabajo semanales cambien cada semana: aumenten durante las semanas de mayor actividad y disminuyan durante las más tranquilas”, explica.
Nada de esto ha convencido a los jóvenes trabajadores y, poco después de que se anunciara el plan, salieron a la calle para protestar contra la reforma. Su voz fue escuchada.
Jóvenes contra la cultura de trabajo extremo
El choque generacional en Corea del Sur ha vivido su último episodio con la propuesta de ampliación a 69 horas semanales. Entre la población joven cada vez son más los que quieren romper con la cultura del trabajo extremo y abogan por la conciliación de la vida laboral y la familiar en un contexto de muchas dificultades para formar una familia. Inspirados por iniciativas como las cuatro jornadas laborales semanales, sus prioridades han cambiado con respecto a la de sus padres. Ni siquiera el atractivo de unos altos salarios son suficientes para incentivarlos a sacrificar vida personal con éxito profesional -trabajar larguísimas horas-.
En cifras, estas diferencias generacionales se perciben con mayor claridad. Según un informe elaborado por la Cámara de Comercio e Industria de Corea, el 67 por ciento de las personas de 50 años o más dijeron que podían “sacrificarse por la organización”, por el contrario, sólo el 35 por ciento de los encuestados en la veintena de edad y el 34 por ciento de los que están en la treintena respondieron igual. El 43 por ciento de los mayores de 50 años confesó que es inevitable trabajar hasta altas horas de la noche para obtener buenos resultados, sólo un 27 por ciento de los que tienen entre 20 y 30 años están de acuerdo con esta máxima.
“Si esta cultura empresarial de exceso de trabajo es buena, ¿no deberían ser todas las empresas de otros países similares? Si sólo nosotros somos así de diferentes, ¿quizá somos los únicos que nos desviamos de la norma universal somos nosotros?”, se plantea un usuario de las redes sociales hastiado.
La juventud ha logrado frenar una propuesta que probablemente no hubiera contado con los apoyos necesarios en la Asamblea Nacional debido a la mayoría de la oposición entre los legisladores. Está por ver si los trabajadores jóvenes serán capaces de cambiar una cultura del trabajo arraigada que podría tener las horas contadas. Mientras tanto, el Gobierno de Suk-yeol se debate entre tratar de aglutinar el voto joven sin perder el favor de los empresarios.