Ana Baneira, la española de 25 años encarcelada en Irán y liberada recientemente, asegura estar "superfeliz" tras su regreso a casa, con su familia, en A Coruña, agradecida por todo el trabajo realizado para su liberación y confiada en que también se logre la del otro español retenido en el país, Santiago Sánchez.
Lo hace, además, en varias entrevistas, insistiendo en que no es "activista". "Entré el 6 de septiembre, no había ningún tipo de protesta ni se le veía venir", asegura tras explicar que viajó a Irán como 'mochilera'.
Lo hizo tras visitar antes Turquía, Georgia y Armenia y sin que, inicialmente, estuviese programado. "Al principio de mi viaje, el objetivo no era ir a Irán sino a la capital de Azerbaiyán, pero estaba cerrada la frontera por tierra y decidí bajar a Irán", país del que destaca la hospitalidad de su gente y al que reconoce que volvería "si me prometen que no me van a detener".
En cuanto a su detención, "el 11 o el 12 de octubre", precisa, explica que se produjo tras ir, a pedir, previamente, un visado a la oficina de migración para quedar más tiempo en Irán y cuando estaba con un compañero iraní en el coche repostando gasolina sin que, en un primer momento, le explicasen por qué la detienen. "Te obligas a pensar que te van a liberar, pero no sabes cuándo", señala tras su paso por dos cárceles.
Tras 138 días en una prisión iraní, la joven ha relatado por vez primera su experiencia entre las rejas: "El día en la cárcel era dormir mucho y jugar con la imaginación", ha contado en una entrevista con EFE.
Baneira comenzó su viaje de "mochilera" a principios de junio. Su primera parada fue Estambul y estuvo viajando dos meses por Turquía. Tras cruzar a Georgia, donde estuvo otro mes, se movió a Armenia. De allí fue a Irán, un destino que en un primer momento no estaba en sus planes. Nada hacía presagiar que entrara en prisión acusada de espionaje, aunque ella no sabría los motivos de su detención hasta varios días después. El primer mes fue "muy duro" por la incertidumbre y por el miedo a ser acusada de algo grave, como finalmente ocurrió. La joven cuenta que su celda, en el módulo de mujeres, era "bastante amplia" pero que sus compañeras "no hablaban inglés" por lo que no tenía manera de comunicarse.
"La mímica en la cárcel funcionaba bastante bien, y me enseñaron algunas palabras en farsi, básicamente insultos. También los buenos días. Nos entendíamos por gestos", cuenta Baneira con una sonrisa. Las salidas al patio y actividades como la limpieza o lavar la ropa la ayudaban a estar más relajada, confiesa. "Te obligas a pensar que tus familiares están bien y que te van a liberar, pero no sabes cuándo. Eran los dos pensamientos a los que me aferraba constantemente", añade.
Transcurrido un mes, fue trasladada a la cárcel de Evin, en Teherán. Allí sí que pudo hablar con la embajada española en Irán para informarles de que se encontraba bien. Tras meses en prisión, Baneira fue liberada el pasado sábado por un juez. De ese proceso conoce poco, pero agradece a la embajada y a todo el equipo del Ministerio de Asuntos Exteriores español y al homólogo iraní su trabajo.
Sobre Baneira aún pesan cargos, aunque precisa que son "menores" y que prefiere no especificarlos."Si me prometen que no me van a volver a detener, me encantaría volver", responde tajante la chica acerca de si volvería a Irán, y aclara que se niega a llevarse un mal recuerdo de un lugar donde se sintió "muy segura" antes de su detención y del que destaca "la hospitalidad de la gente".
Para ella pesa más su experiencia positiva, previa a su arresto, que la negativa: "Sería muy injusto juzgar a todo el país por la detención", señala.De su llegada a España, el pasado lunes, subraya la felicidad y lo emotivo del momento: "Fue una suerte que pudiésemos hacerlo a solas, eso fue muy importante para nosotros". Ahora todo son días tranquilos. Paseos por la playa, tomar café y la tortilla de patatas "riquísima" de su madre, su primera comida tras aterrizar.
Su próximo viaje será el Camino de Santiago. Luego, "como todo joven de 25 años", afirma, le tocará "buscar trabajo". A Baneira, que está muy vinculada a la sostenibilidad, le gustaría "seguir por ese camino". Eso sí, asegura que no es activista, como se ha dicho de ella: "Me parece irrespetuoso que me llamen activista cuando hay activistas de verdad que están haciendo un gran trabajo", zanja
Ana Baneira estudió ADE en la Universidade da Coruña. Hace tan solo un año, la gallega logró terminar la carrera tras hacer un Erasmus en Tiflis (Georgia). Antes de su carrera universitaria, Ana Baneira estuvo trabajando como dependienta de una gran cadena de marca deportiva. Además, esta faceta la compaginó con su trabajo como arbitra de fútbol de la Federación Gallega de Fúbtol.
"Según su Linkedin de junio 2021 a junio del 2022 estuvo trabajando en el departamento de sostenibilidad de Abanca. Antes estuvo de prácticas en Lisboa en Irradiare como asistente en proyectos europeos", comentan desde el medio de comunicación gallego.
A sus 24 años, la joven gallega ha llegado a participar en la Cumbre Europea de Comunidades Inteligentes en el 2021. Su pasión por el voluntariado surgió desde bien pequeña. Desde que era una adolescente estuvo involucrada con asociaciones y organizaciones benéficas como Cáritas.