Lenta e inexorablemente, las empresas españolas se están evaporando del mercado argelino. Más de ocho meses después de que las autoridades del país norteafricano suspendieran el Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación firmado con España en 2002 e iniciaran un veto –que no admiten oficialmente- a las empresas de nuestro país y hundida la actividad comercial, los empresarios comienzan a perder la esperanza en que el Gobierno sea capaz de enmendar la situación.
La furia y el ruido fueron la reacción inmediata de las autoridades argelinas a la carta –que trascendió a través de una nota de la Casa Real marroquí- que el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, envió al rey Mohamed VI para reconocer la propuesta de autonomía para el Sáhara Occidental dentro de Marruecos como la “más seria, creíble y realista” fórmula para la resolución del conflicto. Menos de tres meses después de conocerse noticia, de la que Argel admitió haberse enterado por los medios, y tras haber rebajado la cooperación institucional a mínimos Argel hacía volar los puentes con España el 8 de junio. Y hasta hoy.
“El principal problema es la incertidumbre. Seguimos sin noticias y cada vez más preocupados y tristes. No hay avances ni en el sentido de recuperar el mercado ni de que puedan ofrecernos ayudas para compensar las pérdidas. Desde el Gobierno se echan balones fuera”, confiesa a NIUS el empresario aragonés Julio Lebrero, que es gerente de Aecomhel, una empresa especializada en la fabricación de maquinaria de obra pública especialmente golpeada por el boicot comercial argelino.
Por su parte, Alfonso Tapia, CEO de Omnicrea Consultoría –firma especializada en las relaciones entre España y Argelia-, lamenta “el efecto disuasorio” que ha provocado la crisis política recordando que “el mercado argelino sigue siendo muy interesante para las empresas españolas, Argelia se encuentra en un buen momento de crecimiento económico y acometiendo proyectos importantes de inversiones que generarán oportunidades de negocio para las empresas europeas, y no queremos las españolas quedarnos atrás, deseamos estar presentes”. “Todos estamos esperando que la diplomacia haga su trabajo y podamos volver al punto de partida para poder operar con normalidad. Esperamos una solución y que el conflicto no se agrave”, confiesa a este medio el empresario valenciano.
Aunque los hechos constituyen la demostración palmaria de la ineficacia diplomática del Gobierno a la hora de rebajar la tensión con el régimen argelino, desde el Ejecutivo se admite que hay poco que hacer en estos momentos. En un encuentro celebrado el pasado 10 de enero con un representante del Ministerio de Industria en Madrid, un reducido grupo de representantes de medianas y pequeñas empresas españolas con actividad en Argelia escuchó de labios del responsable gubernamental la admisión de que “no midieron las consecuencias” del giro diplomático en el Sáhara Occidental.
Con todo, a pesar de la concesión, desde el Ejecutivo de Pedro Sánchez se trató de convencer a los empresarios españoles de la idea de que el boicot responde a dinámicas internas del mercado argelino. Asistentes al encuentro con el representante de Industria recuerdan cómo desde el Ejecutivo se les animó a pasar página en Argelia y pensar en nuevos mercados.
Ante la situación, varios empresarios se organizan ya para presentar una reclamación patrimonial al Estado en razón de las pérdidas sufridas. Tienen de plazo hasta el próximo mes de junio, cuando se cumpla un año desde el inicio del veto comercial. Entretanto, varias empresas españolas trabajan ya en distintas estrategias para sortear el veto, como abrir vías de entrada al mercado argelino a través de otros países de la UE.
Si el Ejecutivo de Sánchez asume ya que pincha en hueso argelino, igualmente las autoridades comunitarias admitían recientemente su incapacidad a la hora de acercar posturas entre Madrid y Argel. Por su parte, rompiendo su habitual silencio, las autoridades argelinas cargaron contra las autoridades españolas el pasado día 16 de febrero. Un alto cargo de la Cancillería argelina reprochaba al Gobierno presidido por Pedro Sánchez su “actitud irresponsable”, al estar, a juicio de Argel, maniobrando contra sus intereses en el seno de la UE. “Las gesticulaciones y presiones de España son contraproducentes y no impresionan demasiado”, afirmó el citado portavoz del Ministerio argelino de Exteriores en una nota de la agencia oficial de noticias.
Esta misma semana en el Congreso de los Diputados tanto socios del Gobierno como la oposición volvieron a pedir explicaciones al ministro de Asuntos Exteriores José Manuel Albares por el viraje diplomático en el Sáhara y la crisis diplomática abierta con Argelia. El jefe de la Diplomacia española, fiel al guion mantenido durante casi un año ya, se limitó a afirmar que “Argelia siempre ha sido y sigue siendo un suministrador fiable” y a asegurar que la voluntad del Ejecutivo es mantener las mejores relaciones con el gigante norteafricano.
Las cifras hablan del hundimiento de la actividad comercial con Argelia. El flujo comercial bilateral ha caído de manera global desde junio de 2022 en torno al 92% respecto a la actividad considerada como normal. Al concluir el presente ejercicio, si no hay grandes cambios en el horizonte la caída en valor de las exportaciones españolas puede superar los 2.000 millones de euros. En el caso de los puertos del Mediterráneo español, las exportaciones hacia Argelia se han desplomado. Sirva el ejemplo del puerto de Barcelona, del que habían partido 2.630 contenedores en enero de 2022 –antes del boicot-; en enero de este año, 76. Además, las empresas de nuestro país están sistemáticamente vetadas a la hora de presentarse a licitaciones en el gigante magrebí.
Dada la delicada situación con Argelia –y aunque el suministro no ha corrido peligro hasta ahora a pesar del diferendo diplomático-, por lo que respecta al gas España se esfuerza en los últimos meses por sustituir paulatinamente el hidrocarburo del país magrebí –tradicional primer proveedor- con importaciones procedentes de Estados Unidos y Qatar, que inevitablemente tendrán un coste más elevado. En estos momentos el gas natural argelino supone apenas el 24% del total del adquirido por España, cuando el porcentaje rondaba tradicionalmente el 40%.
Desde el terremoto político hispano-magrebí del 18 de marzo de 2022, el Gobierno de Pedro Sánchez ha optado de manera simultánea por presumir del buen momento de las relaciones con Marruecos, destacando el horizonte de oportunidades comerciales que se abren para las empresas españolas –como se hizo después de la reciente XII Reunión de Alto Nivel-, e insistir en que, para España, Argelia es un socio destacado y estrecho obviando el desencuentro y sus consecuencias.
Con la guerra en Ucrania iniciando su segundo año y la vista puesta en la política nacional, el Ejecutivo ha optado por dejar pasar el tiempo como estrategia. Entretanto, en la capital norteafricana, donde a nadie se le escapa que el actual Gobierno español no dará ahora marcha atrás para no importunar a Rabat, se da desde hace tiempo por amortizado a Sánchez. En Argel no hay prisa.