La búsqueda de supervivientes del terremoto en Turquía y Siria ya ha finalizado. Durante estas casi dos semanas de trabajo incesante, junto a los rescatistas, no ha faltado la ayuda de las unidades caninas. Es el caso de profesionales como Mini, un pastor belga de seis años que acaba de regresar a Asturias junto a Elena Marcos, jefa de la Unidad Canina de Rescate de Asturias. Se han pasado de seis días rastreando cualquier señal de vida entre los cascotes. A pesar del ruido en las calles, Mini no dudaba. Solamente la esperanza representada en forma de ladrido les animaba a seguir trabajando tras una catástrofe que deja ya unos 45 000 fallecidos.
Elena lo que más recuerda sin duda es el caos en las calles de la ciudad turca de Adiyama. “Yo siempre lo digo: a mí la palabra que se me quedó en la cabeza era caos, porque era un caos aquello, era un caos de tráfico, un caos de todo, edificios destrozados, hogueras por todo sitios, todo el mundo en la calle… Era tremendo, o sea, ruidos de sirenas, excavadoras trabajando por todos los sitios, entonces era eso, un caos”, expresa.
Entrenada desde los dos años, a Mini el ruido no le asustaba. “Tiene mucho entrenamiento, tiene pasadas muchas pruebas de homologación en donde simulas dentro de lo posible un terremoto, ¿no? entonces bueno pues sí, metes ruido, metes distracciones, pero simular un terremoto de verdad es imposible y la verdad es que los perros nos sorprendieron mucho para bien, los perros se portaron como campeones, estaban concentrados trabajando como si tal cosa”, explica.
Allí, cuenta, “tú ibas por la calle e iban como intentando cazarte porque todo el mundo te quería llevar a su edificio y te decían: ‘Hemos escuchado gritos hace dos horas’, ‘recibimos un Whatsapp de la persona que está debajo de los escombros’ o ‘Hay un bebé, ellos, ¿entiendes? Es normal. Yo haría lo mismo, yo querría que sacara a mi familia de allí.
La búsqueda era incesante y la frustración, continua. Lo más duro era dar las malas noticias, decir: “No lo siento, aquí los perros no cogen nada y se te echaban a llorar, pero te daban las gracias todos”.
Ahora ya están en casa, y se han traído con ellas lo más valioso: la experiencia de haber ayudado. Algo que jamás olvidarán: “Ver la superación ¿no?, ver las ganas de superación que tienen, la fuerza del pueblo”.