Videopodcast 'A ver si me he enterado' con Miguel Ángel Oliver: Terremotos para pobres, terremotos para ricos
El seísmo de Turquía y Siria deja un rastro de muerte entre las clases más humildes y confirma la regla de a mayor pobreza, mayor devastación
Ambos países aplican normas antisísmicas internacionales, pero sus regímenes autoritarios las hacen ineficientes y desprotegen a la población
España actualizó sus medidas sismorresistentes tras el terremoto de Lorca, que en 2011 mató a nueve personas y provocó graves daños patrimoniales
Los expertos tienen claro que la capacidad destructiva de un terremoto no depende sólo de su intensidad, sino de las normas que se apliquen en cada país y, en ocasiones, del azar. La corteza terrestre está dividida en numerosas placas tectónicas que chocan entre sí. Estas colisiones pueden provocar una liberación de energía destructiva tal que regiones enteras del planeta queden destruidas y tarden décadas en recuperarse. El terremoto del pasado día 6 de febrero fue de 7,8 en la escala de Richter y afectó a una zona densamente poblada de Anatolia. Se trata de un lugar bien conocido por los sismólogos, que sabían que tarde o temprano podía ocurrir una desgracia así. La región, situada en el vértice que forman las placas euroasiática, africana y arábiga, es un hervidero de incidencias sísmicas. Sólo el año pasado se registraron en Turquía 22.000 terremotos de distinta magnitud.
Vivir encima de este exprimidor tectónico es tener muchas probabilidades de sufrir un acontecimiento devastador en algún momento, aunque es verdad que los “momentos” sísmicos, como los volcánicos, pueden durar siglos. Les ocurre lo mismo a los habitantes de California, que viven alegres sobre la falla de San Andrés. Miles de ellos murieron en 1906 cuando la ciudad de San Francisco fue sacudida por un terremoto de 7,9 de intensidad, parecido al de Anatolia. Sin embargo, las medidas antisísmicas puestas en marcha en Estados Unidos, en Japón o en Europa distan mucho de las vagas normativas de los países pobres y autocráticos. Algunos autores han denunciado estos días la relación directa que existe entre democracia, autoritarismo, y sus fieles compañeras, la riqueza y la pobreza, con la destrucción y la muerte de millares de personas.
Una ecuación que no pudo evitar que murieran cerca de 20.000 personas en el terrible terremoto de Japón de 2011. En todo caso, muchas menos que las que causó la catástrofe sísmica más importante de los tiempos modernos, el terremoto de Haití de 2010, con más de 200.000 víctimas mortales. En A ver si me he enterado, el videopodcast conducido en Nius por Miguel Ángel Oliver, analizaremos en este capítulo estas cuestiones, haremos un repaso histórico por los eventos más devastadores y analizaremos las posibilidades que tiene la ingeniería de salvar miles de vidas con soluciones antisísmicas, democracia y dinero. Nos acompañan en este viaje por el horror y la esperanza el director de la Red Sísmica Nacional, Juan Vicente Cantavella, y Carles Romea, director del máster en estructuras impartido, en asociación con la Universidad Pública de Barcelona, por Zigurat Institute of Technology