¿Cuántas veces puede morir un país? "Salimos a la calle después de que se detuviera el temblor y parecía el día del juicio final", cuenta Hassan, logista de Médicos Sin Fronteras, desde Al Dana, en el noroeste de Siria. Tras 12 años de guerra, los devastadores terremotos del pasado lunes son un tiro de gracia para una población vulnerable y extenuada que ya intentaba sobrevivir a duras penas. Mientras que el apoyo internacional llega al sur de Turquía, el conflicto en Siria dificulta el acceso de la ayuda. Al menos 22.000 personas han muerto por la catástrofe (casi 19.000 en Turquía y más de 3.300 en Siria).
El seísmo de 7,8 grados en la escala de Richter y sus réplicas han afectado a una zona en el noroeste del país controlada por las fuerzas opositoras, aislada y rodeada por las tropas gubernamentales de Bachar el Asad. Es una zona muy fragmentada en la que operan distintos grupos (rebeldes, kurdos, yihadistas...).
Allí viven numerosos desplazados que tuvieron que abandonar sus hogares por la guerra y que lidian, además, con el duro invierno y un brote de cólera. Como Ahmad, que ahora ha perdido a 25 miembros de su familia en el terremoto
Según algunas informaciones, los equipos de emergencia solo han podido trabajar en el 5% del territorio afectado por los temblores de tierra. La región está sometida a años de asedio y ataques aéreos de las tropas de Asad (respaldadas por Rusia), una circunstancia que dificulta, por ejemplo, la importación de materiales de construcción.
Los terremotos también han afectado a territorio controlado por el régimen. El viernes, el presidente sirio visitaba a víctimas en un hospital de Alepo.
La OMS ya ha advertido de que un nuevo desastre podría golpear a los supervivientes por las duras condiciones a las que se enfrentan tras perder sus casas y hacer frente a la falta de agua, comida y electricidad.
La llegada de la ayuda en un país en guerra es compleja. Sobre el régimen de Bachar el Asad recaen sanciones internacionales por su brutal represión tras las protestas y el levantamiento de 2011.
El primer convoy de ayuda de Naciones Unidas no accedió al norte de Siria -procedente de Turquía- hasta el jueves (el terremoto se produjo la madrugada del lunes), ya que los daños mantuvieron bloqueado el cruce de Bab al-Hawa durante cuatro días. Pero el grupo de rescate de los Cascos Blancos, informó la BBC, expresó su decepción porque esa asistencia correspondía a la ayuda periódica que se recibía ya antes de la catástrofe, pero no incluía apoyo especial para los equipos de rescate que buscan desesperadamente supervivientes entre los escombros. Los Cascos Blancos no disponen de la maquinaria pesada necesaria para la retirada de escombros. Disponen de pocas excavadores y, a menudo, los voluntarios han tenido que utilizar sus propias manos, según Al Jaazera.
El Departamento del Tesoro de Estados Unidos dio luz verde el jueves a una exención de las sanciones impuesta a Siria para permitir las transacciones relacionadas con el envío de ayuda. "Quiero dejar muy claro que las sanciones de Estados Unidos en Siria no se interpondrán en los esfuerzos para salvar vidas del pueblo sirio", afirmó el subsecretario del Tesoro, Wally Adeyemo.
El Gobierno sirio ha recibido ayuda de países árabes, entre ellos Egipto e Irak, y de Rusia, aliado clave. El régimen ha insistido en que toda la asistencia, incluida la destinada a zonas fuera de su control, se dirija a la capital, Damasco. "Cualquiera que quiera ayudar a Siria puede coordinarse con el Gobierno y estaremos listos para hacerlo", dijo el representante de Siria ante la ONU, Bassam al-Sabbagh a principios de semana. El viernes, el Gobierno sirio autorizaba el envío de la humanitaria internacional a las zonas opositoras que escapan de su control y que apenas han recibido asistencia y suministros, informó la agencia de noticias oficial SANA.
En este contexto, hay voces que han expresado el temor de que el Gobierno pueda obstaculizar la llegada de ese apoyo a las víctimas en las zonas controladas por los rebeldes. Según la ONU, más de 4,1 millones de personas ya dependían de la ayuda humanitaria en el noroeste de Siria.
Algunos analistas consideran que el régimen de Bachar el Asad podría explotar la tragedia en beneficio propio. El portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Ned Price, afirmaba a principios de semana sobre el levantamiento de las ayudas: "Sería bastante irónico, si no incluso contraproducente, que nos acerquemos a un gobierno que ha brutalizado a su gente en el transcurso de una docena de años, gaseándolos, matándolos, siendo responsable de gran parte del sufrimiento que tiene".
El enviado especial de las Naciones Unidas para Siria, Geir Pedersen, ha reclamado ayuda urgente a través de "las rutas más rápidas, directas y efectivas". "Los sirios necesitan absolutamente de todo", ha insistido. Y ha explicado que "el terremoto se produjo cuando la crisis humanitaria en el noroeste del país ya estaba empeorando y con las necesidades en sus niveles más altos desde que comenzó el conflicto". "Hemos visto algo de esa ayuda, pero no lo suficiente... La ayuda de emergencia no debe politizarse. En su lugar, debemos centrarnos en lo que se necesita", ha afirmado.
Al grito desesperado se sumaba el doctor Mohamed Hassoun. "Los suministros médicos que tenemos ni siquiera cubren las necesidades del 20% de la población del norte de Siria. La magnitud de los daños causados por el terremoto es extremadamente difícil de manejar, decía en el programa World Tonight de BBC Radio 4.
"A menudo, los que más sufren en este tipo de desastres son los que ya eran vulnerables, señalaba Aya Majzoub, directora regional adjunta de Amnistía Internacional para Medio Oriente y África del Norte. Y añadía: "Los sirios no deben ser olvidados".