Europa, con las puertas abiertas a la Ucrania de Zelenski, empieza a cerrarse contra la inmigración irregular
La cumbre del Consejo Europeo de esta semana ha estado marcada por el compromiso de los líderes de la UE con la defensa de Ucrania frente a la ilegal invasión rusa.
En materia de inmigración, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, se muestra contundente: “vamos a fortalecer nuestras fronteras exteriores y evitar inmigración irregular”.
Que el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, fuera el gran protagonista en su visita a Bruselas, durante el Consejo Europeo extraordinario, celebrado el jueves y este viernes, tenía una alta carga simbólica. No en vano, la reunión de los jefes de Estado y de Gobierno, además de tratar cuestiones migratorias y económicas, tenía por objetivo “reafirmar el apoyo de Europa a Ucrania y a su pueblo”, según la expresión que suelen usar los líderes europeos más comprometidos con Kiev.
El país de Zelenski, según lo describen estos días, estaría enfrentándose a otra gran ofensiva en la ilegal guerra de agresión que Rusia iniciaba hace casi un año. Este viernes, el país amanecía bajo una nueva oleada de misiles.
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A Zelenski, un día antes, se le recibía en 'la capital europea' como a uno más de la “familia”, diría el presidente francés Emmanuel Macron. “Con la familia reunida, hemos marcado nuestra determinación a ayudar a Ucrania a ganar la guerra. Nuestro apoyo no decaerá”, señalaría en sus redes sociales el jefe de Estado galo.
Con términos idénticos se pronunciaba la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien señaló que Ucrania pertenece al “corazón de la familia Europea”, lo que explica por qué la UE apoyará a “Ucrania en cada paso hacia la Unión Europea (UE)”.
“Somos una familia y los miembros de una familia se ayudan los unos a los otros, puedes contar con nosotros”, decía Von der Leyen a Zelenski en la rueda de prensa que ambos mantuvieron en el primer día de la reunión del Consejo Europeo junto a Charles Michel, presidente permanente de dicho organismo.
A raíz de la ilegal invasión de Rusia contra Ucrania, el país de Zelenski ha recibido el estatus de país candidato a la integración en el proyecto europeo. En Bruselas, estiman el valor de ayuda total que la UE y los países de la Unión han dedicado a Ucrania en unos 67.000 millones de euros.
¿Ucrania miembro de la UE en 2024?
A Zelenski se le vio agradecido en su visita a las instituciones europeas, aunque su gira por el 'viejo continente' estaba enmarcada en una aún incierta búsqueda de aviones de guerra occidentales.
Entre tanto, los responsables comunitarios y líderes europeos recibían con la presencia de Zelenski en Bruselas presión a favor de un camino acelerado hacia la integración de Kiev en la UE. Así lo ve, al menos, Olaf Böhnke, analista de la consultora internacional Rasmussen Global.
“En Bruselas, Zelenski también tenía la misión de mantener la integración de Ucrania en lo alto de la agenda europea y, si fuera posible, poner ese proceso bajo presión temporal, por eso llevaba ese jersey negro en el que podía leerse: 'Unidos 2024'”, explica a NIUS Böhnke.
“Su mensaje estaba claro. Él quiere que la integración de Ucrania vaya rápido y que para 2024 sea un asunto cerrado”, abunda este experto.
"Hay que dar perspectivas de futuro a Ucrania, donde Europa tiene que ofrecer resultados rápidos, y, por otro lado, hay que proteger a los países miembros de la inmigración", dice a NIUS Olaf Böhnke, analista de la consultora Rasmussen Global.
La presión en Bruselas, no sólo la ejercía Zelenski en favor de la que ha pasado a considerarse en Occidente heroica defensa de Ucrania frente al invasor ruso. Países como Austria, Holanda, Grecia o Bulgaria, por su parte, querían en esta cumbre aprovechar que otro de los focos de la cita fuera la crear un “marco reforzado para la inmigración”, según los términos que emplea la diplomacia francesa.
Von der Leyen: “vamos a proteger nuestras fronteras exteriores”
La expresión concierne medidas concretas de protección de las fronteras exteriores de la UE, especialmente en el sureste de la Unión. “Vamos a proteger nuestras fronteras exteriores y evitar así la inmigración ilegal”, decía Von der Leyen.
De hecho, para Bulgaria – y también para Turquía – hay proyecto de dedicar un paquete de recursos económicos europeos para infraestructuras fijas y móviles dedicadas a las fronteras. La idea es emplear esos recursos en torres vigías, cámaras, vehículos para patrullar además medios para la vigilancia electrónica, entre otras cosas.
Durante la crisis migratoria de 2015 y 2016, hubo tensos días entre Bruselas y Hungría a cuenta de que el primer ministro magiar, Viktor Orbán, quiso contar en vano con dinero europeo para levantar barreras físicas en su frontera frente a la llegada de cientos de miles de inmigrantes que pasaron por su país con destino, entre otros, Alemania. En esa crisis Alemania recibió unos 1,2 millones de demandantes de asilo.
Según los presenta Von der Leyen, los proyectos que ahora se ayudará a levantar Bulgaria y Turquía sólo se identifican con una de las prioridades de la UE en materia de inmigración. Éstas son, entre otras, “el fortalecimiento de las fronteras y de los procedimientos fronterizos, la lucha contra el tráfico de personas, la cooperación con estados de origen y la gestión solidaria de movimientos migratorios”.
Se estima que el número de demandas de asilo en Europa, en 2022, creció un 50% respecto al año anterior, superando las 900.000. A esas solicitudes de asilo se suman los 4 millones de personas procedentes de Ucrania que han huido de su país por la ilegal guerra de agresión rusa.
Para la UE, “la presión migratoria siempre ha estado ahí, puede que durante la pandemia fuera menor, pero ahora, tras la pandemia, hay desigualdades en el mundo que se han acentuado, y mientras países como Alemania se han podido permitir paquetes de ayudas para mantener la economía, en otros países no ha sido así, y por eso vuelve a haber movimiento migratorio”, señala Böhnke.
De ahí que ahora hayan tenido eco iniciativas como la que ha estado lanzando el canciller austriaco Karl Nehammer. Éste sostiene que en su país se sienten como en “un estado fronterizo” en vista de la situación migratoria del país. Nehammer figura entre los principales promotores de la defensa de las fronteras exterioes de la UE de la que ahora habla Von der Leyen.
En Alemania, aunque Scholz se empeña en presentar la inmigración como una solución en potencia para la falta crónica de mano de obra de su país, también los hay que perciben que se ha llegado a los límites de la capacidad de acogida de demandantes de asilo.
Una UE en modo gestión de “crisis permanente”
Este viernes, parecía quedar claro que la UE está dispuesta a cerrar sus fronteras a la inmigración ilegal.
“Las crisis simultáneas a las que nos enfrentamos, la de Ucrania, la de la inmigración y la de la inflación están obligando a tomar medidas algo contradictorias”, mantiene Böhnke aludiendo a las últimas decisiones sobre las fronteras exteriores europeas. “Por un lado, hay que dar perspectivas de futuro a Ucrania, donde Europa tiene que ofrecer resultados rápidos, y, por otro lado, hay que proteger a los países miembros de la inmigración en vista de que los miembros de la Unión no se pueden poner de acuerdo en soluciones como cuotas de reparto de inmigrantes”, abunda el experto de Rasmussen Global.
Fuera de los límites de la UE, la tercera y gran inquietud que mantenía ocupada a Von der Leyen y compañía en la cumbre del jueves y este viernes era la preocupación de los líderes ante los planes de la Administración del presidente estadounidense Joe Biden, de apoyar la 'industria verde' de su país. Este viernes, la Comisión Europea recibía encargo de los 27 de analizar las implicaciones de esas medidas de Biden, aunque una respuesta de la UE no se espera hasta el próximo mes de marzo.
Según Böhnke, en Europa “hay miedo a que la industria europea se deslocalice en dirección Estados Unidos por las medidas del Inflation Reduction Act de Biden o que, por esas medidas, la industria estadounidense quede injustamente favorecida en los mercados internacionales”.
Esas medidas constituyen miles de millones de dólares para las empresas que, en Estados Unidos, se dediquen a la explotación de tecnologías verdes. Y obligan a la UE a permanecer, en todo momento, en “modo gestión de crisis”, concluye Böhnke.