En un almacén abarrotado de donaciones buscaban ropa o calzado. "Veías entrar a gente probarse cosas que ni les quedaban bien, pero se las llevaban porque tenían frío", explica Pío Cabanillas, autor de la exposición 'Vidas prestadas'.
Resignados, abatidos, melancólicos. Miradas perdidas, miradas nostálgicas, madres que intentan sobreponerse a un dolor que también viven los más pequeños. "Me impresionó mucho en el parque que los niños están alegres, juegan de manera casi mecánica", afirma el fotógrafo. Porque aunque ahora viven en paz, su memoria sigue en Ucrania. En escenarios cercanos a Madrid este joven soldado recuerda la pesadilla de una guerra, a la que quiere volver para ayudar a su país. Aunque el paso del tiempo merma su ánimo, se aferran al hilo de esperanza que les permite sobrevivir en esta nueva vida prestada.