Las lágrimas y los gritos de felicidad y emoción fueron el desenlace de lo que pudo haber terminado en tragedia tras dos horas de angustia sin saber nada de Dylan Gartenmayer, un joven de 21 años que se había perdido en medio del mar tras ser sorprendido por una fuerte corriente cuando buceaba junto a unos amigos en las inmediaciones de un arrecife de Key West, en los Cayos de la Florida.
Todo ocurrió el pasado jueves de forma súbita, cuando la corriente le desplazó y le alejó del barco desde el que se habían lanzado para disfrutar de un día de buceo. Al salir a la superficie, se percató de las circunstancias: había sido arrastrado demasiado lejos y podía encontrarse en serios problemas.
Sus amigos, al no verle en las inmediaciones, comenzaron a preocuparse también por su situación y, ya con la angustia en el cuerpo, se apresuraron a alertar a la Guardia Costera de Estados Unidos en busca de ayuda.
Sin pistas sobre su ubicación, la familia de Dylan recibió una llamada de los efectivos de rescate informando de lo que estaba pasando, algo que disparó la tensión y el temor a que algo grave le hubiese pasado.
Sin dudarlo, los propios familiares se subieron a las embarcaciones para participar en las labores de búsqueda y rescate del joven, dirigiéndose hasta la última posición conocida.
Allí, el agónico trabajo para encontrarle se prolongó y, cuando pasaban dos horas desde que se activasen todas las alertas, todavía no había aparecido.
Aterrorizados con cada minuto que pasaba sin noticias sobre Dylan, todo cambió cuando, de repente, de la superficie emergía la figura del joven veinteañero.
Gritando y sin poder evitar el llanto de la emoción, sus familiares se apresuraron entonces a abrazarle tras ser socorrido.
Al parecer, la experiencia de Dylan en el buceo, una de sus grandes pasiones, fue clave para que se hubiese mantenido con vida. Lleva desde los 11 años sumergiéndose en el agua y, gracias a ello, supo mantener la calma y utilizar lo que tenía a su alcance para sobrevivir.
Así, según recoge CNN, estando a la deriva pudo encontrar un palo de bambú, al cual se aferró para mantenerse a flote al tiempo en que nadó dos millas, es decir, unos 3,2 kilómetros, para acercarse y volver al arrecife.
Tras el rescate, como ha informado la familia a través de TikTok en unos vídeos que ya se han hecho virales, los servicios de la Guardia Costera analizaron sus constantes vitales y le estabilizaron tras comprobar que su temperatura corporal era baja.