Es una tarde de diciembre de 1931 en Kiel, una ciudad del norte de Alemania. Rosi Posner mira por la ventana de su casa en el número 60 de Sophienblatt y ve un símbolo: en primer plano, sobre el alféizar, su menorá, el candelabro judío de ocho brazos. En segundo plano, una gran bandera nazi desplegada en el edificio de enfrente, una antigua sala de conciertos convertida en cuartel nazi.
Rosi Posner no lo duda: coge su cámara y hace la foto. Y para que queden claras sus intenciones, en su reverso escribe un año después: “Así como la bandera dice que el judaísmo morirá, así la luz (del menorá) dice que vivirá para siempre”.
“La mayoría de los judíos, después del ascenso de los nazis, corrieron las cortinas para que no se viera la menorá desde la calle. Pero Rosi Posner estaba decidida a demostrar que ella y su esposo no tenían miedo”, relata su nieta, Nava Gilo, a The Guardian.
Arthur, el marido de Rosi, era el rabino local y había denunciado el acoso antijudío desde 1931. Las amenazas no tardaron: “¿El rabino que vive enfrente todavía podrá dormir por la noche?", se preguntaba el semanario local nazi.
Los Posner aguantaron dos años más, hasta la llegada del partido de Hitler al poder en 1933. Primero huyeron a Amberes y luego a Palestina. En su equipaje, la menorá y el álbum de fotos familiar.
En Palestina han vivido sus hijos y nietos durante estos 90 años, muchos sin querer oir hablar de Europa. En su recuerdo imborrable están los familiares que tuvieron menos suerte y murieron en los campos.
Pero Arthur Posner era de otra opinión. "No hay futuro para los judíos en Alemania, pero vayas donde vayas, no olvides que eres de Kiel", dijo antes de coger un tren sin retorno en Amberes.
Durante muchos años se dedicó a documentar la persecución nazi en su ciudad. Y no dudó en enviar sus fotos cuando en 1974 el museo de Kiel pidió colaboración para una exposición sobre la historia judía local. Una foto llamó la atención sobre las demás: la de la menorá desafiante frente a la bandera nazi.
Como Arthur, sus nietos tampoco olvidaron Kiel. Y hace poco tomaron una decisión difiícil: llevar de vuelta la menorá a la ciudad de sus abuelos. El motivo era una exposición sobre su familia en el museo de la ciudad.
El domingo pasado recogieron el candelabro del Yad Vashem, el Museo de la Historia del Holocausto de Jerusalén, donde ha estado expuesto todos estos años. Y, como equipaje de mano, la famosa menorá aterrizó en Alemania 90 años después.
"No estoy aquí para disfrutar, sino para trabajar. Me gustaría hablar con muchas personas, contarles la historia de mi familia”, dijo Yehuda Mansbach, nieto de los Posner, a la prensa local. "Queremos saber si Alemania es amiga de Israel hoy; no lo sabemos en este momento", comentó Nava Gilo, su hermana.
Por lo pronto el lunes les recibirá el presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, en un acto en Berlín, coincidiendo con la Janucá, la gran fiesta judía.
Entonces el famoso candelabro será encendido de nuevo. Es lo único que queda de la fotografía. No hay rastro del antiguo cuartel nazi ni de la casa de los Posner. Fueron arrasados por un bombardeo aliado en 1944.