Indignación por la expulsión de un hombre con síndrome de Tourette de un restaurante: “No puedo controlarlo”
Fernando Silva, un hombre que sufre síndrome de Tourette, ha denunciado en las redes sociales un caso de discriminación en un restaurante de Chile
El dueño del restaurante le expulsó de su local por los tics que padece por su síndrome: "Me siento podrído como persona por lo que hizo"
La diferencia entre los TikTok tics y los tics con base neurobiológica
La difusión de un vídeo que recoge el instante en que un hombre es expulsado de un restaurante mientras intenta explicar que sufre síndrome de Tourette ha provocado una gran indignación en las redes sociales, desde donde han censurado la ignorancia y la intransigencia de los dueños de local, ubicado en Viña del Mar, Chile. El propio afectado, identificado como Felipe Silva, ha expresado su denuncia a través de sus distintos perfiles en las redes sociales, desde los que combate la discriminación y el bullying.
“Necesito que venga el dueño. Se lo pido con todo el respeto del mundo. Yo tengo síndrome de Tourette. ¿Usted me entiende?”, inicia el vídeo que se ha convertido en viral, que arranca con el instante en que Felipe Silva intenta explicar a los trabajadores del restaurante que no puede controlar sus tics.
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“Usted se dio cuenta de que el señor me echó. Usted se portó muy bien contigo, pero por eso necesito hablar con él (el dueño). Dígale, –escúcheme–, yo no voy a hacer nada, pero necesito que él salga y que me dé una explicación de por qué me echó del restaurante”, señala en un primer momento a un trabajador, entre los tics motores y fónicos incontrolables, propios del síndrome que padece.
“Con todo el respeto, quiero que conversemos acá. Necesito hablar con usted porque usted me acaba de echar del restaurante”, le dice al sueño, después de finalmente salga a atender su demanda.
“¿Qué quiere? ¿Qué necesita?”, le pregunta este último, quien le señala que, estando en el restaurante, le pidió “medir su vocabulario”.
“Usted lo que acaba de hacer es discriminación a un cliente. Yo tengo síndrome de Tourette señor. Usted me dijo: ‘mida sus palabras, mida su vocabulario’… Y yo no puedo controlarlo. Yo tengo garabatos. Mire, le puedo dar un ejemplo: a mi mamá le digo puta porque no lo puedo controlar. No me pida disculpas. Escúcheme. Usted es el encargado del local. Usted no puede hacer lo que hizo de echarme, señor…”, le intenta explicar, mientras se disculpa por los tics que manifiesta en el transcurso de su discurso.
El dueño del restaurante, que apenas contesta con un “bueno” a lo que estaba escuchando, de hecho, sin dejarle terminar en ese punto la última frase, hace el amago de cerrarle la puerta y marcharse.
“¿Qué quiere aclarar?”, le dice, a lo que Felipe Silva insiste: “¿Por qué me echó? Quiero que me dé una explicación de por qué me echó”.
Tras ello, finalmente, el dueño cierra y se va al interior del establecimiento, pero Silva, indignado y disconforme, vuelve a entrar requiriendo explicaciones; otro vano intento, porque el otro hombre acaba requiriéndole, “por favor”, que se marche de allí, acompañándole a la puerta.
Ante la insistencia de Silva, incluso llega a golpear el móvil con el que le está grabando: “No me grabe”, señala, ya dando muestras de perder la paciencia, y pidiendo a una amiga de este, que se encontraba en el lugar con el afectado, que se le lleve. “Si no vamos a tener que llamar a los carabineros (la policía chilena)”, le dice.
Tras ello, Silva espeta: “Me siento podrido como persona cuando usted hizo lo que hizo”.
Una amiga del joven con síndrome de Tourette avisó previamente a los trabajadores del restaurante
Finalmente, es la amiga de este la que intenta explicar a los miembros del bar lo que ocurre y las consecuencias del síndrome de Tourette.
“Como yo, y toda la gente de alrededor, eso no lo conoce. Eso es a lo que yo voy”, dice entonces el dueño, intentando excusarse, mientras la amiga le responde que la razón por la que se sentaron en la terraza de fuera y no en el interior era, precisamente, para que Silva se sintiese más cómodo.
“Me imagino que él lo pasa mal. Pero también eso nos lo hace pasar mal a nosotros”, dice el propietario, ante lo cual Silva persiste con su indignación, mientras el dueño continúa invitándoles a irse.
“Nunca me había pasado esto. Por eso lo estoy grabando. Y no es por faltarte el respeto a ti, de verdad, de corazón te lo digo. ¿Qué pasaría si usted tuviese un hijo con síndrome de Tourette? ¿Te has parado a pensar esto?”, defiende Silva.
Finalmente, y tras dejar claro la amiga de éste que previamente, antes de sentarse, avisaron a un trabajador de las circunstancias, acabaron marchándose del lugar obligados.
El síndrome de Tourette
Tras el suceso, desde las redes Felipe Silva ha demandado “empatía”. “Si esta palabra la entendieran todos… créanme que seríamos una sociedad totalmente distinta y habría un mundo mucho mejor”.
El síndrome de Gilles de la Tourette, tal como recoge Tourette.org, es un trastorno neurológico que se manifiesta primero en la infancia o en la adolescencia, antes de los 18 años. Se caracteriza por provocar múltiples tics motores y fónicos, involuntarios e incontrolables.
Los primeros síntomas, en general, son movimientos involuntarios de la cara, los brazos, los miembros o el tronco, siendo “frecuentes, repetitivos y rápidos”.
El primer síntoma más habitual es un tic facial, lo que incluye parpadeos, contracción de la nariz y muecas. A ello pueden añadirse además otros del cuello, el tronco y las extremidades.
Además, también hay tics vocales. En ellos pueden estar incluidos los gruñidos, gritos, carraspeos, y puede darse el caso de coprolalia, es decir, el uso involuntario de palabras obscenas; palabras y frases inapropiadas en el contexto social, además de copropraxia (gestos obscenos).